La entrevista realizada por Babelia a Noam Chomsky en su nuevo despacho en la Universidad de Arizona nos deja frente a muchos interrogantes sobre el comportamiento de la sociedad actual. No podemos escapar al pensamiento del mayor lingüista vivo, quien no pierde oportunidad para reiterar el daño del neoliberalismo y la crudeza que impone a […]
La entrevista realizada por Babelia a Noam Chomsky en su nuevo despacho en la Universidad de Arizona nos deja frente a muchos interrogantes sobre el comportamiento de la sociedad actual. No podemos escapar al pensamiento del mayor lingüista vivo, quien no pierde oportunidad para reiterar el daño del neoliberalismo y la crudeza que impone a la mayoría el capitalismo rampante con su concentración de la riqueza. En esta ocasión habló de un fenómeno cuya expresión son los resultados del Brexit o del plebiscito por la paz en Colombia.
Lo que dice Chomsky es que una de las consecuencias a la concentración de la riqueza, a este modelo neoliberal, es que la gente se siente cada vez menos representada, con trabajos peores y una vida precaria. La situación, dice, trae como resultado, “una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien le llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones” Pues bien, nada más cercano en esta época electoral, en la cual los colombianos estamos frente a un ejercicio de confianza no ya frente a los candidatos ni a los partidos, sino personal, a ver si somos capaces de hacer una elección que restaure la confianza en las instituciones porque el efecto de su descredito es sin duda el peligro del populismo. Y los hay de derecha y de izquierda. De hecho, esta campaña política parece en sus extremos de derecha e izquierda alinearse desde el populismo, que tiene la particularidad de anular las instituciones y sobreponer al líder por encima de las mismas, como si todo lo que no se ha podido hacer desde ellas, le fuera posible hacerlo a él. Y eso, no es cierto.
Bastante complicado está este país como para inventarnos magos. Es necesario sobreponerse a la desesperanza, al hastío y al descreimiento y más bien preguntar y cuestionar en voz alta por las posibilidades reales de fortalecimiento de las instituciones para que puedan cumplir con su papel. A veces parecemos tan solo una masa de angustiados. Y es fácil ver el vacío en el estómago por no saber a dónde vamos a ir a parar. Y luego da grima ver a los populistas meterle cualquier cosa a los estómagos y hurgarlos. Frente a esto la resistencia consiste en saber que no todo está ya jugado, que hay exigencias posibles, que nada está escrito y que bien podemos movernos desde un voto de confianza y de conciencia.
Chomsky dice que lo que más le conviene a las élites e imponer la idea de que el Estado es el enemigo y que por tanto hay que resolver lo que pueda resolver cada uno. No hay que caer en la trampa, hay que saberse el constituyente primario de ese Estado y desde allí seguir haciendo las exigencias por su buen funcionamiento, por el que mejor nos sirva a todos.
La entrevista realizada por Babelia a Noam Chomsky en su nuevo despacho en la Universidad de Arizona nos deja frente a muchos interrogantes sobre el comportamiento de la sociedad actual. No podemos escapar al pensamiento del mayor lingüista vivo, quien no pierde oportunidad para reiterar el daño del neoliberalismo y la crudeza que impone a […]
La entrevista realizada por Babelia a Noam Chomsky en su nuevo despacho en la Universidad de Arizona nos deja frente a muchos interrogantes sobre el comportamiento de la sociedad actual. No podemos escapar al pensamiento del mayor lingüista vivo, quien no pierde oportunidad para reiterar el daño del neoliberalismo y la crudeza que impone a la mayoría el capitalismo rampante con su concentración de la riqueza. En esta ocasión habló de un fenómeno cuya expresión son los resultados del Brexit o del plebiscito por la paz en Colombia.
Lo que dice Chomsky es que una de las consecuencias a la concentración de la riqueza, a este modelo neoliberal, es que la gente se siente cada vez menos representada, con trabajos peores y una vida precaria. La situación, dice, trae como resultado, “una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien le llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones” Pues bien, nada más cercano en esta época electoral, en la cual los colombianos estamos frente a un ejercicio de confianza no ya frente a los candidatos ni a los partidos, sino personal, a ver si somos capaces de hacer una elección que restaure la confianza en las instituciones porque el efecto de su descredito es sin duda el peligro del populismo. Y los hay de derecha y de izquierda. De hecho, esta campaña política parece en sus extremos de derecha e izquierda alinearse desde el populismo, que tiene la particularidad de anular las instituciones y sobreponer al líder por encima de las mismas, como si todo lo que no se ha podido hacer desde ellas, le fuera posible hacerlo a él. Y eso, no es cierto.
Bastante complicado está este país como para inventarnos magos. Es necesario sobreponerse a la desesperanza, al hastío y al descreimiento y más bien preguntar y cuestionar en voz alta por las posibilidades reales de fortalecimiento de las instituciones para que puedan cumplir con su papel. A veces parecemos tan solo una masa de angustiados. Y es fácil ver el vacío en el estómago por no saber a dónde vamos a ir a parar. Y luego da grima ver a los populistas meterle cualquier cosa a los estómagos y hurgarlos. Frente a esto la resistencia consiste en saber que no todo está ya jugado, que hay exigencias posibles, que nada está escrito y que bien podemos movernos desde un voto de confianza y de conciencia.
Chomsky dice que lo que más le conviene a las élites e imponer la idea de que el Estado es el enemigo y que por tanto hay que resolver lo que pueda resolver cada uno. No hay que caer en la trampa, hay que saberse el constituyente primario de ese Estado y desde allí seguir haciendo las exigencias por su buen funcionamiento, por el que mejor nos sirva a todos.