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Columnista - 21 marzo, 2012

¿Qué les parece Valledupar?

Por: Basilio Padilla En su recorrido por Valledupar, dos jóvenes profesionales del exterior, dieron respuestas precisas, que coinciden con las ideas de este servidor: “En cuanto al tránsito, la ciudad es un caos completo. No se cumplen los reglamentos, no se respeta al transeúnte y milagrosamente los accidentes no son más de lo que actualmente […]

Por: Basilio Padilla

En su recorrido por Valledupar, dos jóvenes profesionales del exterior, dieron respuestas precisas, que coinciden con las ideas de este servidor: “En cuanto al tránsito, la ciudad es un caos completo. No se cumplen los reglamentos, no se respeta al transeúnte y milagrosamente los accidentes no son más de lo que actualmente son”.
El fenómeno de “las motos” lo calificaron como muy serio en la ciudad y de urgente atención por parte de las autoridades municipales. Mientras ellos abordaban este problema, yo les hablé de uno que concierne a la falta de oportunidades, a la presencia de muchos jóvenes desempleados y al flujo de personas de otras partes de la región y el país que también buscan algo qué hacer en la ciudad a medida que se les cierran las puertas en sus lugares de origen.

Piensan mis amigos que una de las soluciones al problema de tránsito es tener una mayor presencia de patrulleros, mejor si son motorizados, dedicados a hacer cumplir las reglas de tránsito y a imponer el respeto y la disciplina ciudadana, especialmente lo que tiene que ver con la obstrucción de la circulación. Otra, es la existencia de cámaras de seguridad que realmente funcionen, no como están hoy día, como objetos decorativos, y que gracias a ello se puedan imponer las correspondientes multas a los infractores.
Para agravar el sistema de circulación en las calles de Valledupar están también las bicicletas y carros de mula, cuyos conductores tampoco respetan regla alguna de tránsito y en su mayoría son ellos personas humildes, con bajo nivel de formación que no piensan en el riesgo en que ponen a los demás y a ellos mismos.

Ya lo sabemos: en las “horas pico” la situación es aún peor. Se agrava la falta de movilidad ante un número creciente de vehículos en la vía, siendo más evidente el problema en las glorietas, colapsadas totalmente donde a veces el conductor tiene que esperar un largo tiempo para el cruce, antes de aventurarse a pasar, bajo la creciente amenaza de motos, vehículos, bicicletas y carros de mula.

Otro tema de discusión fue el crecimiento desorganizado de la ciudad. Aquel tiempo en que Valledupar se vanagloriaba de tener el mejor POT del país quedó atrás. En consecuencia, los servicios públicos, especialmente el de acueducto, cada vez se hace más difícil de manejar. Numerosas calles, incluyendo vías principales, están en  precaria situación, llenas de huecos y con reparaciones que duran una eternidad. Este problema es aún más notorio con la transición de los trabajos que fueron iniciados por la administración pasada y que en alguna forma necesitan ser inventariados por la nueva. En una breve visita al barrio La Nevada, mis acompañantes quedaron impresionados por la  cantidad de personas atendiendo múltiples “negocitos” ubicados en la calle donde todo mundo trata de hacer o vender algo en medio de la mayor improvisación e informalidad.
“La pobreza es enorme en estos barrios que son verdaderas ciudadelas alrededor del casco urbano”- comentan- y sugieren que una de las soluciones es, en primer lugar, crear fuentes de trabajo, y en segundo lugar, instituir las subalcaldías o alcaldías menores, desde las cuales se les otorguen a los vecinos mayores responsabilidades en el manejo de sus comunidades.
“El municipio ha crecido tanto que este crecimiento lo hace inmanejable, a pesar de lo que hagan sus administradores”. La economía informal se ve por todas partes en la ciudad, lo cual es un índice del bajo nivel de existencia de un empleo calificado, de la falta de capacitación, de la ausencia de una educación laboral eficaz y del desigual reparto de oportunidades.

De acuerdo a estos amigos, la ciudad refleja una dicotomía extraordinariamente clara: opulencia y carros de lujo en algunas partes y pobreza extrema en otras. Esto, por supuesto, crea un conflicto de clases ante la ausencia de  términos medios y espacios de acercamiento y entendimiento. La clase política – generalmente- tiene muchas oportunidades y el resto del pueblo continúa en una lucha constante por su supervivencia, enfrentado como está a los altos costos de los servicios públicos, la construcción y los alimentos que se incrementan cada vez más con profundas variaciones en distintos sectores.
Es así como en este caos económico, un bien o un producto que en un sector cuesta $50.000, en otro lugar puede costar $100.000 o más. Como grave también notaron la situación de la salud y los servicios en las clínicas y hospitales, con largas demoras, falta de coordinación, falta de equipos especializados. Esta situación es peor en los centros de salud periféricos. Por supuesto, también les explique que la situación de las EPS es cada día más crítica, haciéndose necesaria la reestructuración de estas entidades que tienen como socios y dueños a influyentes personas de nuestra sociedad.

Columnista
21 marzo, 2012

¿Qué les parece Valledupar?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Basilio Padilla

Por: Basilio Padilla En su recorrido por Valledupar, dos jóvenes profesionales del exterior, dieron respuestas precisas, que coinciden con las ideas de este servidor: “En cuanto al tránsito, la ciudad es un caos completo. No se cumplen los reglamentos, no se respeta al transeúnte y milagrosamente los accidentes no son más de lo que actualmente […]


Por: Basilio Padilla

En su recorrido por Valledupar, dos jóvenes profesionales del exterior, dieron respuestas precisas, que coinciden con las ideas de este servidor: “En cuanto al tránsito, la ciudad es un caos completo. No se cumplen los reglamentos, no se respeta al transeúnte y milagrosamente los accidentes no son más de lo que actualmente son”.
El fenómeno de “las motos” lo calificaron como muy serio en la ciudad y de urgente atención por parte de las autoridades municipales. Mientras ellos abordaban este problema, yo les hablé de uno que concierne a la falta de oportunidades, a la presencia de muchos jóvenes desempleados y al flujo de personas de otras partes de la región y el país que también buscan algo qué hacer en la ciudad a medida que se les cierran las puertas en sus lugares de origen.

Piensan mis amigos que una de las soluciones al problema de tránsito es tener una mayor presencia de patrulleros, mejor si son motorizados, dedicados a hacer cumplir las reglas de tránsito y a imponer el respeto y la disciplina ciudadana, especialmente lo que tiene que ver con la obstrucción de la circulación. Otra, es la existencia de cámaras de seguridad que realmente funcionen, no como están hoy día, como objetos decorativos, y que gracias a ello se puedan imponer las correspondientes multas a los infractores.
Para agravar el sistema de circulación en las calles de Valledupar están también las bicicletas y carros de mula, cuyos conductores tampoco respetan regla alguna de tránsito y en su mayoría son ellos personas humildes, con bajo nivel de formación que no piensan en el riesgo en que ponen a los demás y a ellos mismos.

Ya lo sabemos: en las “horas pico” la situación es aún peor. Se agrava la falta de movilidad ante un número creciente de vehículos en la vía, siendo más evidente el problema en las glorietas, colapsadas totalmente donde a veces el conductor tiene que esperar un largo tiempo para el cruce, antes de aventurarse a pasar, bajo la creciente amenaza de motos, vehículos, bicicletas y carros de mula.

Otro tema de discusión fue el crecimiento desorganizado de la ciudad. Aquel tiempo en que Valledupar se vanagloriaba de tener el mejor POT del país quedó atrás. En consecuencia, los servicios públicos, especialmente el de acueducto, cada vez se hace más difícil de manejar. Numerosas calles, incluyendo vías principales, están en  precaria situación, llenas de huecos y con reparaciones que duran una eternidad. Este problema es aún más notorio con la transición de los trabajos que fueron iniciados por la administración pasada y que en alguna forma necesitan ser inventariados por la nueva. En una breve visita al barrio La Nevada, mis acompañantes quedaron impresionados por la  cantidad de personas atendiendo múltiples “negocitos” ubicados en la calle donde todo mundo trata de hacer o vender algo en medio de la mayor improvisación e informalidad.
“La pobreza es enorme en estos barrios que son verdaderas ciudadelas alrededor del casco urbano”- comentan- y sugieren que una de las soluciones es, en primer lugar, crear fuentes de trabajo, y en segundo lugar, instituir las subalcaldías o alcaldías menores, desde las cuales se les otorguen a los vecinos mayores responsabilidades en el manejo de sus comunidades.
“El municipio ha crecido tanto que este crecimiento lo hace inmanejable, a pesar de lo que hagan sus administradores”. La economía informal se ve por todas partes en la ciudad, lo cual es un índice del bajo nivel de existencia de un empleo calificado, de la falta de capacitación, de la ausencia de una educación laboral eficaz y del desigual reparto de oportunidades.

De acuerdo a estos amigos, la ciudad refleja una dicotomía extraordinariamente clara: opulencia y carros de lujo en algunas partes y pobreza extrema en otras. Esto, por supuesto, crea un conflicto de clases ante la ausencia de  términos medios y espacios de acercamiento y entendimiento. La clase política – generalmente- tiene muchas oportunidades y el resto del pueblo continúa en una lucha constante por su supervivencia, enfrentado como está a los altos costos de los servicios públicos, la construcción y los alimentos que se incrementan cada vez más con profundas variaciones en distintos sectores.
Es así como en este caos económico, un bien o un producto que en un sector cuesta $50.000, en otro lugar puede costar $100.000 o más. Como grave también notaron la situación de la salud y los servicios en las clínicas y hospitales, con largas demoras, falta de coordinación, falta de equipos especializados. Esta situación es peor en los centros de salud periféricos. Por supuesto, también les explique que la situación de las EPS es cada día más crítica, haciéndose necesaria la reestructuración de estas entidades que tienen como socios y dueños a influyentes personas de nuestra sociedad.