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Columnista - 12 febrero, 2021

¡Qué indiferencia, Dios mío!

En una de mis columnas anteriores invitaba a todo mundo a vacunarse y le pedí a mis compañeros columnistas, que no periodistas, esa es otra vaina más compleja y de otro calibre, su solidaridad, haciendo lo mismo en sus artículos, pero parece que no leen los míos, pero yo no creo eso, sí me leen, […]

En una de mis columnas anteriores invitaba a todo mundo a vacunarse y le pedí a mis compañeros columnistas, que no periodistas, esa es otra vaina más compleja y de otro calibre, su solidaridad, haciendo lo mismo en sus artículos, pero parece que no leen los míos, pero yo no creo eso, sí me leen, pero fueron indiferentes a mi clamor y poco les importó porque o ya pasaron el mal y se brindaron, o que son jóvenes llenos de vida a los cuales les pica el bicho y no les pasa nada.

En todo caso, por lo que sea, por indiferentes y casi indolentes, por lo que sea repito, nuevamente les suplico que lo hagan, pues insisto, todos tenemos nuestros lectores, muchos o pocos, pero ninguno, ninguno; les ruego, ayúdenme, de pronto, nadie sabe, miren que el mundo da vueltas, no para y de pronto, mejor no digo, pero de pronto…

Yo soy un opositor radical y decidido de la apertura de los entes educativos de manera presencial; no veo razón de ser valedera para hacerlo cuando ya estamos tan cerca de estirar el brazo y recibir la vacuna que nos blindará y no permitirá la ingrata visita del bicho que nos tiene arrodillados, encerrados e impotentes para echarle bala o meterle una puñalada trapera. La única manera de atacarlo, vencerlo y desaparecerlo, es vacunándose y eso ya está a la vuelta de la esquina.

Qué necesidad tienen de abrir los colegios, para que un hijo o un nieto, a quienes no les pasa nada, vengan “puyaos” a contagiar a sus padres, o más grave, a los abuelos que como Mercy y yo, hemos sorteado la situación por espacio de un año. Eso no tiene sentido y me parece una locura que lo hagan. ¿Quién o quiénes presionan para tomar tan absurda determinación? ¿Los maestros?  No creo, a ellos también les duele morirse. ¿Fecode? Menos. ¿Los dueños y directivos de las universidades y colegios? Menos, para qué, están bien y economizando plata. Se me ocurre, ¿será el diligente Congreso? Me da risa, a los honorables esa tragedia no los inmuta ni trasnocha. Y entonces ¿quién? ¿Nadie? Y si nadie está interesado para qué exponer nuestras vidas y no esperar un ratico más cuando hemos esperado tanto.

Señor presidente Iván Duque, mi presidente, atécese los pantalones y diga que no habrá clases presenciales hasta cuando, al menos, los médicos y todas sus dependencias, y la población más vulnerable, esté vacunada en su totalidad. Lástima que estos periódicos de provincia no lleguen a sus manos, pero tenga la seguridad que voy a hacer todo lo posible para que este artículo sí llegue  y de pronto acceda a este clamor y tengamos la satisfacción de oírlo en la televisión decir que la idea de José Aponte en EL PILÓN es buena y que accede a ella. Déjelo al menos para abril y así evitará muchos muertos.

ADENDA: Emdupar agoniza, esa agonía es larga. Está en cuidados intensivos, grave, muy grave y necesita transfusiones a chorro. Qué dice su Junta Directiva o no tiene, o es de bolsillo. Qué ideas tienen para salvarla, primera vez que entra en coma, me acuerdo que tuvimos que cambiarle el  nombre, antes era Empodupar, para operarla de un cáncer terminal y se salvó, eso hace como 40 años.

Por qué no piensan en darle a los morosos 2 o 3 años de gracia pero que paguen el recibo del mes. En algún momento manifesté querer ser miembro de su Junta pero al alcalde Mello Castro no le sonó.

Columnista
12 febrero, 2021

¡Qué indiferencia, Dios mío!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

En una de mis columnas anteriores invitaba a todo mundo a vacunarse y le pedí a mis compañeros columnistas, que no periodistas, esa es otra vaina más compleja y de otro calibre, su solidaridad, haciendo lo mismo en sus artículos, pero parece que no leen los míos, pero yo no creo eso, sí me leen, […]


En una de mis columnas anteriores invitaba a todo mundo a vacunarse y le pedí a mis compañeros columnistas, que no periodistas, esa es otra vaina más compleja y de otro calibre, su solidaridad, haciendo lo mismo en sus artículos, pero parece que no leen los míos, pero yo no creo eso, sí me leen, pero fueron indiferentes a mi clamor y poco les importó porque o ya pasaron el mal y se brindaron, o que son jóvenes llenos de vida a los cuales les pica el bicho y no les pasa nada.

En todo caso, por lo que sea, por indiferentes y casi indolentes, por lo que sea repito, nuevamente les suplico que lo hagan, pues insisto, todos tenemos nuestros lectores, muchos o pocos, pero ninguno, ninguno; les ruego, ayúdenme, de pronto, nadie sabe, miren que el mundo da vueltas, no para y de pronto, mejor no digo, pero de pronto…

Yo soy un opositor radical y decidido de la apertura de los entes educativos de manera presencial; no veo razón de ser valedera para hacerlo cuando ya estamos tan cerca de estirar el brazo y recibir la vacuna que nos blindará y no permitirá la ingrata visita del bicho que nos tiene arrodillados, encerrados e impotentes para echarle bala o meterle una puñalada trapera. La única manera de atacarlo, vencerlo y desaparecerlo, es vacunándose y eso ya está a la vuelta de la esquina.

Qué necesidad tienen de abrir los colegios, para que un hijo o un nieto, a quienes no les pasa nada, vengan “puyaos” a contagiar a sus padres, o más grave, a los abuelos que como Mercy y yo, hemos sorteado la situación por espacio de un año. Eso no tiene sentido y me parece una locura que lo hagan. ¿Quién o quiénes presionan para tomar tan absurda determinación? ¿Los maestros?  No creo, a ellos también les duele morirse. ¿Fecode? Menos. ¿Los dueños y directivos de las universidades y colegios? Menos, para qué, están bien y economizando plata. Se me ocurre, ¿será el diligente Congreso? Me da risa, a los honorables esa tragedia no los inmuta ni trasnocha. Y entonces ¿quién? ¿Nadie? Y si nadie está interesado para qué exponer nuestras vidas y no esperar un ratico más cuando hemos esperado tanto.

Señor presidente Iván Duque, mi presidente, atécese los pantalones y diga que no habrá clases presenciales hasta cuando, al menos, los médicos y todas sus dependencias, y la población más vulnerable, esté vacunada en su totalidad. Lástima que estos periódicos de provincia no lleguen a sus manos, pero tenga la seguridad que voy a hacer todo lo posible para que este artículo sí llegue  y de pronto acceda a este clamor y tengamos la satisfacción de oírlo en la televisión decir que la idea de José Aponte en EL PILÓN es buena y que accede a ella. Déjelo al menos para abril y así evitará muchos muertos.

ADENDA: Emdupar agoniza, esa agonía es larga. Está en cuidados intensivos, grave, muy grave y necesita transfusiones a chorro. Qué dice su Junta Directiva o no tiene, o es de bolsillo. Qué ideas tienen para salvarla, primera vez que entra en coma, me acuerdo que tuvimos que cambiarle el  nombre, antes era Empodupar, para operarla de un cáncer terminal y se salvó, eso hace como 40 años.

Por qué no piensan en darle a los morosos 2 o 3 años de gracia pero que paguen el recibo del mes. En algún momento manifesté querer ser miembro de su Junta pero al alcalde Mello Castro no le sonó.