Publicidad
Categorías
Categorías
Sin categoría - 26 enero, 2018

¿Qué hacer para componer a nuestro país?

A veces me preguntan, ¿Qué hacer para componer a nuestro país?, tal cuestionamiento me hace recordar al célebre John Fitzgerald Kennedy, quien con extraordinaria elocuencia cuando tomo posesión como el 35º presidente de los Estados Unidos, aconsejó: ‘No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tú país’. […]

Boton Wpp

A veces me preguntan, ¿Qué hacer para componer a nuestro país?, tal cuestionamiento me hace recordar al célebre John Fitzgerald Kennedy, quien con extraordinaria elocuencia cuando tomo posesión como el 35º presidente de los Estados Unidos, aconsejó: ‘No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tú país’.

Tan ejemplar exhortación grabada en la historia universal, muy a menudo es ignorada por la mayoría de la dirigencia mundial, también por la gente común y corriente. Aunque la humanidad siempre busca mejorar sus condiciones de vida, su cotidiana convivencia, por múltiples circunstancias no deja de ser conflictiva, sobre todo por las violaciones de los derechos humanos, las desigualdades y discriminaciones sociales, exabruptos ampliamente proscritos en las constituciones políticas de los países libres y democráticos, reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La verdad verdadera es que todo el mundo ambiciona vivir bien, que per se, no es malo. Sin embargo, en la consecución de lo que nos permite vivir la vida lo más placenteramente posible, cometemos acciones indebidas sin respetar las necesidades, malestares, libertades y derechos de nuestros semejantes. Por ende, el bienestar social concierne a la adquisición, conservación, aumento y distribución de la riqueza, que ha generado la terrible polarización entre las ideologías de izquierda y derecha, cuyos extremos a la postre convergen a lo mismo; es decir, al exterminio de los respectivos militantes.

En nuestro país, en más de 50 años de conflicto armado interno, tal radicalización ha sido demasiado cruel y mortífera, ya que ha dejado millones y millones de víctimas, entre genocidios, torturas, discapacitados, desplazados, viudez, niños huérfanos, además, rezago del progreso, de la educación y de las oportunidades laborales, deterioro del medio ambiente y un profundo odio que perdurará muchísimo tiempo, después de acabar la guerra fratricida en la cual aún estamos inmolándonos.

Muchos preguntan ¿Cuándo se corrompió nuestro país? Para responder no es necesario ser erudito, ya que es suficiente la información de los diferentes medios de comunicación, a los cuales, toda la población tiene fácil acceso. Sin más rodeo, la corrupción desmedida la heredamos de nuestros conquistadores usurpadores, que sus descendientes en las sucesivas administraciones del país han seguido con la misma codicia. Y la ciudadanía decente que siempre hay en gran cantidad en todas las latitudes, ha sido indulgente con este flagelo social que continúa causando muchos perjuicios y creando problemas de diversas índoles.

Un ejemplo es el narcotráfico que en nuestro país como negocio ilícito organiza otros delitos perversos, como el lavado de activos, el soborno que incluye compra de conciencias en todos los ámbitos sociales, y en nuestra región la más usual es la comercialización del voto electoral para entrar al poder gubernamental que, hoy en día, es el gran manipulador de todas las actividades, tanto públicas como privadas, en realidad manejada por los más ricos y no por los más ilustrados.

En fin, la anhelada composición de nuestro país no depende de la derecha ni de la izquierda, pues en ambas vertientes pululan arribistas y orates con ínfulas o delirios de grandeza.

La solución del dilema de Colombia tiene que asumirla su ciudadanía honrada, cuya mayoría se abstiene de votar y aquellos capacitados no se postulan como candidatos a ocupar los puestos de elección popular. Todavía es tiempo de reaccionar y sacar al país de tan asfixiante putrefacción.

Sin categoría
26 enero, 2018

¿Qué hacer para componer a nuestro país?

A veces me preguntan, ¿Qué hacer para componer a nuestro país?, tal cuestionamiento me hace recordar al célebre John Fitzgerald Kennedy, quien con extraordinaria elocuencia cuando tomo posesión como el 35º presidente de los Estados Unidos, aconsejó: ‘No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tú país’. […]


Boton Wpp

A veces me preguntan, ¿Qué hacer para componer a nuestro país?, tal cuestionamiento me hace recordar al célebre John Fitzgerald Kennedy, quien con extraordinaria elocuencia cuando tomo posesión como el 35º presidente de los Estados Unidos, aconsejó: ‘No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tú país’.

Tan ejemplar exhortación grabada en la historia universal, muy a menudo es ignorada por la mayoría de la dirigencia mundial, también por la gente común y corriente. Aunque la humanidad siempre busca mejorar sus condiciones de vida, su cotidiana convivencia, por múltiples circunstancias no deja de ser conflictiva, sobre todo por las violaciones de los derechos humanos, las desigualdades y discriminaciones sociales, exabruptos ampliamente proscritos en las constituciones políticas de los países libres y democráticos, reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La verdad verdadera es que todo el mundo ambiciona vivir bien, que per se, no es malo. Sin embargo, en la consecución de lo que nos permite vivir la vida lo más placenteramente posible, cometemos acciones indebidas sin respetar las necesidades, malestares, libertades y derechos de nuestros semejantes. Por ende, el bienestar social concierne a la adquisición, conservación, aumento y distribución de la riqueza, que ha generado la terrible polarización entre las ideologías de izquierda y derecha, cuyos extremos a la postre convergen a lo mismo; es decir, al exterminio de los respectivos militantes.

En nuestro país, en más de 50 años de conflicto armado interno, tal radicalización ha sido demasiado cruel y mortífera, ya que ha dejado millones y millones de víctimas, entre genocidios, torturas, discapacitados, desplazados, viudez, niños huérfanos, además, rezago del progreso, de la educación y de las oportunidades laborales, deterioro del medio ambiente y un profundo odio que perdurará muchísimo tiempo, después de acabar la guerra fratricida en la cual aún estamos inmolándonos.

Muchos preguntan ¿Cuándo se corrompió nuestro país? Para responder no es necesario ser erudito, ya que es suficiente la información de los diferentes medios de comunicación, a los cuales, toda la población tiene fácil acceso. Sin más rodeo, la corrupción desmedida la heredamos de nuestros conquistadores usurpadores, que sus descendientes en las sucesivas administraciones del país han seguido con la misma codicia. Y la ciudadanía decente que siempre hay en gran cantidad en todas las latitudes, ha sido indulgente con este flagelo social que continúa causando muchos perjuicios y creando problemas de diversas índoles.

Un ejemplo es el narcotráfico que en nuestro país como negocio ilícito organiza otros delitos perversos, como el lavado de activos, el soborno que incluye compra de conciencias en todos los ámbitos sociales, y en nuestra región la más usual es la comercialización del voto electoral para entrar al poder gubernamental que, hoy en día, es el gran manipulador de todas las actividades, tanto públicas como privadas, en realidad manejada por los más ricos y no por los más ilustrados.

En fin, la anhelada composición de nuestro país no depende de la derecha ni de la izquierda, pues en ambas vertientes pululan arribistas y orates con ínfulas o delirios de grandeza.

La solución del dilema de Colombia tiene que asumirla su ciudadanía honrada, cuya mayoría se abstiene de votar y aquellos capacitados no se postulan como candidatos a ocupar los puestos de elección popular. Todavía es tiempo de reaccionar y sacar al país de tan asfixiante putrefacción.