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Editorial - 21 octubre, 2012

¿Qué hacer con las motos?

Las imágenes son dramáticas: una mujer joven tendida en el suelo y sus sesos prácticamente esparcidos por el pavimento. Otra imagen: un muchacho joven está en el piso con el rostro desfigurado también por un accidente en motocicleta, y así sucesivamente. El hecho se repite dos y hasta cinco veces por semana en Valledupar y […]

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Las imágenes son dramáticas: una mujer joven tendida en el suelo y sus sesos prácticamente esparcidos por el pavimento. Otra imagen: un muchacho joven está en el piso con el rostro desfigurado también por un accidente en motocicleta, y así sucesivamente. El hecho se repite dos y hasta cinco veces por semana en Valledupar y todo el Cesar, al igual que en muchas poblaciones del país donde viene aumentando la compra y el uso de las motos como vehículos de transporte popular. El asunto es un drama nacional que hoy enluta la vida de miles de hogares en toda Colombia: los accidentes en motos.
La avalancha de las motos en las calles de toda Colombia llegó sin avisar, y cogió a todo el mundo con los calzones abajo, como se dice popularmente. Esa realidad se debe a que es un vehículo versátil y muy económico. Para cualquier familia es mejor negocio comprar una moto y pagarla con cómodas y cuotas, que sacar – diariamente- para el transporte diario en bus o en buseta, en las ciudades que tienen sistemas de transporte público colectivo.
Y si esa es la situación en esas ciudades, las que tienen transporte público, imagínense ustedes lo que está pasando en Valledupar, donde no hay, prácticamente, transporte colectivo y la única opción, para amplios sectores de la población son las motos.
Lamentablemente el auge del motociclismo y el mototaxismo cogió a Colombia sin ninguna reglamentación y sin políticas claras frente al tema. El año pasado el diario EL PILÓN y la organización Diálogos de Ciudad promovieron un conversatorio sobre el tema, se hicieron anuncios y el problema sigue creciendo…
Las motos cambiaron la vida urbana y el panorama de nuestras ciudades y ni el gobierno nacional, ni el Congreso de la República reglamentaron el tema. Hoy cualquier persona puede comprar una moto y no necesita sino la plata y la cédula. No hay ninguna instrucción, capacitación o adiestramiento para manejar un vehículo que requiere mucho cuidado y que es tan peligros tanto para su conductor, como para los pasajeros, peatones y automovilistas.
Se trata, en efecto, de un problema nacional que se le ha dejado a los alcaldes, para que estos se defiendan como pueda. En algunas partes se les ha impuesto pico y placa, en otras restricciones del parrillero, como acá en Valledupar, pero el problema de la falta de cumplimiento a las normas de tránsito sigue, el abuso de conducir las motos consumiendo licor sigue y con ellos, también, lamentablemente el problema de la accidentalidad.
En el país, según las mismas autoridades de tránsito, se encuentran matriculadas y en circulación más de cuatro millones y medio de motos. Están por el todo el país, y no es sólo un problema de la Costa Atlántica, como algunos pensaban; también afecta a Bogotá. Antioquia es el departamento con más motos en circulación y Medellín, la ciudad con más proliferación de este vehículo. En el caso de la Costa Atlántica, departamentos como el Atlántico tienen 138.552 motos registradas y Magdalena tiene 102.096. El Cesar debe tener una cifra similar.
Las cifras confirman lo que vemos a diario en las calles de las principales ciudades del país, incluyendo las intermedias como Valledupar, se trata de un fenómeno general y complejo que requiere una acción conjunta del gobierno nacional y los gobiernos municipales para reglamentar su uso y capacita y adiestrar a conductores y pasajeros sobre el buen uso de las motos, con precaución, atendiendo las señales de tránsito, sin abusar de su velocidad y no utilizarla, al igual que los carros, cuando se esté consumiendo licor.
Se requiere una política general que reglamente el uso de estos vehículos, pero mientras esto sucede la administraciones municipales en el Cesar puede ayudar a controlar su uso, buscando un manejo racional de las mismas, estableciendo más controles y normas para reducir la accidentalidad, drama que hoy enluta a miles de hogares en Valledupar y el Cesar, al igual que en otras zonas del país.

Editorial
21 octubre, 2012

¿Qué hacer con las motos?

Las imágenes son dramáticas: una mujer joven tendida en el suelo y sus sesos prácticamente esparcidos por el pavimento. Otra imagen: un muchacho joven está en el piso con el rostro desfigurado también por un accidente en motocicleta, y así sucesivamente. El hecho se repite dos y hasta cinco veces por semana en Valledupar y […]


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Las imágenes son dramáticas: una mujer joven tendida en el suelo y sus sesos prácticamente esparcidos por el pavimento. Otra imagen: un muchacho joven está en el piso con el rostro desfigurado también por un accidente en motocicleta, y así sucesivamente. El hecho se repite dos y hasta cinco veces por semana en Valledupar y todo el Cesar, al igual que en muchas poblaciones del país donde viene aumentando la compra y el uso de las motos como vehículos de transporte popular. El asunto es un drama nacional que hoy enluta la vida de miles de hogares en toda Colombia: los accidentes en motos.
La avalancha de las motos en las calles de toda Colombia llegó sin avisar, y cogió a todo el mundo con los calzones abajo, como se dice popularmente. Esa realidad se debe a que es un vehículo versátil y muy económico. Para cualquier familia es mejor negocio comprar una moto y pagarla con cómodas y cuotas, que sacar – diariamente- para el transporte diario en bus o en buseta, en las ciudades que tienen sistemas de transporte público colectivo.
Y si esa es la situación en esas ciudades, las que tienen transporte público, imagínense ustedes lo que está pasando en Valledupar, donde no hay, prácticamente, transporte colectivo y la única opción, para amplios sectores de la población son las motos.
Lamentablemente el auge del motociclismo y el mototaxismo cogió a Colombia sin ninguna reglamentación y sin políticas claras frente al tema. El año pasado el diario EL PILÓN y la organización Diálogos de Ciudad promovieron un conversatorio sobre el tema, se hicieron anuncios y el problema sigue creciendo…
Las motos cambiaron la vida urbana y el panorama de nuestras ciudades y ni el gobierno nacional, ni el Congreso de la República reglamentaron el tema. Hoy cualquier persona puede comprar una moto y no necesita sino la plata y la cédula. No hay ninguna instrucción, capacitación o adiestramiento para manejar un vehículo que requiere mucho cuidado y que es tan peligros tanto para su conductor, como para los pasajeros, peatones y automovilistas.
Se trata, en efecto, de un problema nacional que se le ha dejado a los alcaldes, para que estos se defiendan como pueda. En algunas partes se les ha impuesto pico y placa, en otras restricciones del parrillero, como acá en Valledupar, pero el problema de la falta de cumplimiento a las normas de tránsito sigue, el abuso de conducir las motos consumiendo licor sigue y con ellos, también, lamentablemente el problema de la accidentalidad.
En el país, según las mismas autoridades de tránsito, se encuentran matriculadas y en circulación más de cuatro millones y medio de motos. Están por el todo el país, y no es sólo un problema de la Costa Atlántica, como algunos pensaban; también afecta a Bogotá. Antioquia es el departamento con más motos en circulación y Medellín, la ciudad con más proliferación de este vehículo. En el caso de la Costa Atlántica, departamentos como el Atlántico tienen 138.552 motos registradas y Magdalena tiene 102.096. El Cesar debe tener una cifra similar.
Las cifras confirman lo que vemos a diario en las calles de las principales ciudades del país, incluyendo las intermedias como Valledupar, se trata de un fenómeno general y complejo que requiere una acción conjunta del gobierno nacional y los gobiernos municipales para reglamentar su uso y capacita y adiestrar a conductores y pasajeros sobre el buen uso de las motos, con precaución, atendiendo las señales de tránsito, sin abusar de su velocidad y no utilizarla, al igual que los carros, cuando se esté consumiendo licor.
Se requiere una política general que reglamente el uso de estos vehículos, pero mientras esto sucede la administraciones municipales en el Cesar puede ayudar a controlar su uso, buscando un manejo racional de las mismas, estableciendo más controles y normas para reducir la accidentalidad, drama que hoy enluta a miles de hogares en Valledupar y el Cesar, al igual que en otras zonas del país.