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Editorial - 13 noviembre, 2018

Que el ELN no nos dañe las fiestas

La confianza de los colombianos en poder viajar tranquilos por las carreteras sin miedo a caer en una pesca milagrosa, sin miedo a quedar en el fuego cruzado durante enfrentamientos entre el Ejército Nacional y la guerrilla, sin miedo a quedar a mitad de camino por la voladura de un puente, no puede perderse en […]

La confianza de los colombianos en poder viajar tranquilos por las carreteras sin miedo a caer en una pesca milagrosa, sin miedo a quedar en el fuego cruzado durante enfrentamientos entre el Ejército Nacional y la guerrilla, sin miedo a quedar a mitad de camino por la voladura de un puente, no puede perderse en nuestro país.

Son lamentables los atentados que empañaron el puente festivo que acabó de pasar. El ELN se hizo sentir con actos terroristas en el sur del Cesar, donde en una misma madrugada cometieron tres hechos en los que quemaron vehículos de carga, hirieron a seis personas en enfrentamiento con la Policía y pintaron varios carros con mensajes alusivos al grupo armado.

No se trata de un hecho aislado, son constantes los ataques de esa guerrilla contra la fuerza pública y la infraestructura vial. Recordemos que el 10 de febrero varias cargas explosivas destruyeron parcialmente un puente y un pequeño tramo de carretera en jurisdicción del municipio de Curumaní, acto que coincidió en su momento con el inicio del “paro armado” anunciado para la fecha por el ELN para presionar al Gobierno a reiniciar los diálogos de paz en Quito.

El caso del fin de semana, coincidencia o no, se presentó cuando el proceso con el actual gobierno no pasa por su mejor momento. El presidente Iván Duque Márquez aseveró que “si el ELN quiere hablar de paz que libere los secuestrados y les ponga fin a los actos criminales, sino ahí estará el Estado con su capacidad ofensiva disuasiva”.

Solo hay mensajes de guerra de parte y parte. Es lamentable que a través de un comunicado enviado por el Frente de Guerra Nororiental del ELN, el grupo armado informara que continuarán los ataques contra las bandas criminales que operan en zonas como el Catatumbo, donde hacen presencia los Pelusos en una disputa por las rutas del narcotráfico.

En esa confrontación siempre lleva la peor parte la población civil en las zonas de injerencia del Catatumbo, porque se repliegan los grupos armados por Norte de Santander, Cesar y sur de Bolívar.

Aunque las autoridades aseguran que en el Cesar no hay bases guerrilleras, no pueden desconocer que el ELN tiene constante presencia en los municipios de Pelaya, Pailitas, Curumaní, González, Río de Oro, San Alberto y San Martín. Las redes de apoyo al terrorismo con personal civil trabajan en fincas y apoyan con labores de inteligencia, logística, transporte y víveres. También fortalecen las finanzas del grupo con las extorsiones y el tráfico de insumos para el procesamiento de base de coca.

El panorama no es bueno, por lo que esperamos que la Policía y Ejército corten esas rutas de desplazamiento de quienes realizan los actos delictivos en territorio cesarense y retornan a su centro de operaciones en el Catatumbo, muy cerca de la frontera con Venezuela.

En la actualidad hay seis batallones haciendo frente a todas las actividades delictivas en el departamento del Cesar, pero están faltando mejores estrategias para que los grupos armados nos dejen de sorprender como lo hicieron el pasado fin de semana.

Se acerca una de las épocas más bonitas del año y los colombianos no queremos que el ELN nos dañe la Navidad ni ninguna otra fiesta. Urge el cese al fuego y disposición para que haya una salida al conflicto a través del diálogo.

 

Editorial
13 noviembre, 2018

Que el ELN no nos dañe las fiestas

La confianza de los colombianos en poder viajar tranquilos por las carreteras sin miedo a caer en una pesca milagrosa, sin miedo a quedar en el fuego cruzado durante enfrentamientos entre el Ejército Nacional y la guerrilla, sin miedo a quedar a mitad de camino por la voladura de un puente, no puede perderse en […]


La confianza de los colombianos en poder viajar tranquilos por las carreteras sin miedo a caer en una pesca milagrosa, sin miedo a quedar en el fuego cruzado durante enfrentamientos entre el Ejército Nacional y la guerrilla, sin miedo a quedar a mitad de camino por la voladura de un puente, no puede perderse en nuestro país.

Son lamentables los atentados que empañaron el puente festivo que acabó de pasar. El ELN se hizo sentir con actos terroristas en el sur del Cesar, donde en una misma madrugada cometieron tres hechos en los que quemaron vehículos de carga, hirieron a seis personas en enfrentamiento con la Policía y pintaron varios carros con mensajes alusivos al grupo armado.

No se trata de un hecho aislado, son constantes los ataques de esa guerrilla contra la fuerza pública y la infraestructura vial. Recordemos que el 10 de febrero varias cargas explosivas destruyeron parcialmente un puente y un pequeño tramo de carretera en jurisdicción del municipio de Curumaní, acto que coincidió en su momento con el inicio del “paro armado” anunciado para la fecha por el ELN para presionar al Gobierno a reiniciar los diálogos de paz en Quito.

El caso del fin de semana, coincidencia o no, se presentó cuando el proceso con el actual gobierno no pasa por su mejor momento. El presidente Iván Duque Márquez aseveró que “si el ELN quiere hablar de paz que libere los secuestrados y les ponga fin a los actos criminales, sino ahí estará el Estado con su capacidad ofensiva disuasiva”.

Solo hay mensajes de guerra de parte y parte. Es lamentable que a través de un comunicado enviado por el Frente de Guerra Nororiental del ELN, el grupo armado informara que continuarán los ataques contra las bandas criminales que operan en zonas como el Catatumbo, donde hacen presencia los Pelusos en una disputa por las rutas del narcotráfico.

En esa confrontación siempre lleva la peor parte la población civil en las zonas de injerencia del Catatumbo, porque se repliegan los grupos armados por Norte de Santander, Cesar y sur de Bolívar.

Aunque las autoridades aseguran que en el Cesar no hay bases guerrilleras, no pueden desconocer que el ELN tiene constante presencia en los municipios de Pelaya, Pailitas, Curumaní, González, Río de Oro, San Alberto y San Martín. Las redes de apoyo al terrorismo con personal civil trabajan en fincas y apoyan con labores de inteligencia, logística, transporte y víveres. También fortalecen las finanzas del grupo con las extorsiones y el tráfico de insumos para el procesamiento de base de coca.

El panorama no es bueno, por lo que esperamos que la Policía y Ejército corten esas rutas de desplazamiento de quienes realizan los actos delictivos en territorio cesarense y retornan a su centro de operaciones en el Catatumbo, muy cerca de la frontera con Venezuela.

En la actualidad hay seis batallones haciendo frente a todas las actividades delictivas en el departamento del Cesar, pero están faltando mejores estrategias para que los grupos armados nos dejen de sorprender como lo hicieron el pasado fin de semana.

Se acerca una de las épocas más bonitas del año y los colombianos no queremos que el ELN nos dañe la Navidad ni ninguna otra fiesta. Urge el cese al fuego y disposición para que haya una salida al conflicto a través del diálogo.