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Columnista - 9 diciembre, 2013

Puro tilín y nada de paletas

Por Darío Arregoces  A raíz del sonado caso del senador atlanticense Merlano Morales y el trágico accidente de Salamanca, el país salió de su letargo en materia de seguridad vial. Se creó la conciencia de  castigar ejemplarmente a quienes mezclan gasolina con licor. Surgieron todo tipo de iniciativas contra los  “borrachos al volante”. Se habló […]

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Por Darío Arregoces 

A raíz del sonado caso del senador atlanticense Merlano Morales y el trágico accidente de Salamanca, el país salió de su letargo en materia de seguridad vial. Se creó la conciencia de  castigar ejemplarmente a quienes mezclan gasolina con licor. Surgieron todo tipo de iniciativas contra los  “borrachos al volante”. Se habló de la teoría del dolo eventual, descartando la benigna  modalidad culposa, en  la adecuación típica de la conducta punible, con la finalidad de hacer recaer sobre el victimario todo el peso de la ley.

Tal como lo advertí en otra columna, considero que el tratamiento que deben recibir estas personas, deben ir enfocadas a la reparación del daño, pues nada hay más ejemplarizante que meterse con el bolsillo del  infractor y  me sostengo en el hecho que desde el punto de vista probatorio es casi imposible demostrar el Dolo Eventual, salvo que el sujeto agente confiese la intención de causar el daño y su total indiferencia frente al resultado lesivo, lo que es muy difícil que ocurra.  

Pero pasado un tiempo, decayó el entusiasmo inicial y del  proyecto de ley de más  20 artículos, que pretendía poner en cintura a los conductores irresponsables, poco a poco fue sufriendo recortes en los  debates  en las comisiones de Senado y Cámara de Representantes, hasta quedar reducido vergonzosamente a dos modificaciones, al  Código Penal, en lo que hace a las circunstancias de agravación punitiva para el homicidio culposo y lesiones personales, cuando  el sujeto agente se encuentre bajo la influencia de bebidas alcohólicas o sustancias sicotrópicas. 

Queda claro entonces que nuestros congresistas no tienen voluntad política de tratar estos asuntos, pues no desean para ellos lo que  aconteció con su colega, el senador Merlano. Entonces habrá que pensar en la iniciativa legislativa popular, pues a través de un referendo, se le preguntaría al elector sí estaría o no de acuerdo en modificar el Código Nacional de Tránsito, para sancionar ejemplarmente  a quien conduzca bajo la influencia de bebidas alcohólicas o sustancias sicotrópicas.

Los ciudadanos de bien, debemos tomar con mayor seriedad  el tema de la alta accidentabilidad vial, que ha cobrado, tantas víctimas humanas inocentes y no esperar “milagritos legislativos” que son puro tilín y nada de paletas.

NOTA DE CIERRE: Quiero desearles a mis amables lectores(as) una Feliz Navidad y un venturoso año nuevo. Esta columna reaparecerá en Enero/2014 si Dios así lo quiere.

[email protected]

 

Columnista
9 diciembre, 2013

Puro tilín y nada de paletas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

Por Darío Arregoces  A raíz del sonado caso del senador atlanticense Merlano Morales y el trágico accidente de Salamanca, el país salió de su letargo en materia de seguridad vial. Se creó la conciencia de  castigar ejemplarmente a quienes mezclan gasolina con licor. Surgieron todo tipo de iniciativas contra los  “borrachos al volante”. Se habló […]


Por Darío Arregoces 

A raíz del sonado caso del senador atlanticense Merlano Morales y el trágico accidente de Salamanca, el país salió de su letargo en materia de seguridad vial. Se creó la conciencia de  castigar ejemplarmente a quienes mezclan gasolina con licor. Surgieron todo tipo de iniciativas contra los  “borrachos al volante”. Se habló de la teoría del dolo eventual, descartando la benigna  modalidad culposa, en  la adecuación típica de la conducta punible, con la finalidad de hacer recaer sobre el victimario todo el peso de la ley.

Tal como lo advertí en otra columna, considero que el tratamiento que deben recibir estas personas, deben ir enfocadas a la reparación del daño, pues nada hay más ejemplarizante que meterse con el bolsillo del  infractor y  me sostengo en el hecho que desde el punto de vista probatorio es casi imposible demostrar el Dolo Eventual, salvo que el sujeto agente confiese la intención de causar el daño y su total indiferencia frente al resultado lesivo, lo que es muy difícil que ocurra.  

Pero pasado un tiempo, decayó el entusiasmo inicial y del  proyecto de ley de más  20 artículos, que pretendía poner en cintura a los conductores irresponsables, poco a poco fue sufriendo recortes en los  debates  en las comisiones de Senado y Cámara de Representantes, hasta quedar reducido vergonzosamente a dos modificaciones, al  Código Penal, en lo que hace a las circunstancias de agravación punitiva para el homicidio culposo y lesiones personales, cuando  el sujeto agente se encuentre bajo la influencia de bebidas alcohólicas o sustancias sicotrópicas. 

Queda claro entonces que nuestros congresistas no tienen voluntad política de tratar estos asuntos, pues no desean para ellos lo que  aconteció con su colega, el senador Merlano. Entonces habrá que pensar en la iniciativa legislativa popular, pues a través de un referendo, se le preguntaría al elector sí estaría o no de acuerdo en modificar el Código Nacional de Tránsito, para sancionar ejemplarmente  a quien conduzca bajo la influencia de bebidas alcohólicas o sustancias sicotrópicas.

Los ciudadanos de bien, debemos tomar con mayor seriedad  el tema de la alta accidentabilidad vial, que ha cobrado, tantas víctimas humanas inocentes y no esperar “milagritos legislativos” que son puro tilín y nada de paletas.

NOTA DE CIERRE: Quiero desearles a mis amables lectores(as) una Feliz Navidad y un venturoso año nuevo. Esta columna reaparecerá en Enero/2014 si Dios así lo quiere.

[email protected]