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Columnista - 15 septiembre, 2021

Pulso entre la sensatez y la desfachatez

Veinte y treinta años atrás los gobernantes no esperaban que un paro nacional se alargara tanto y durara hasta dos meses y más de ese tiempo, lo conjuraban rápido, en fracción de horas, a lo sumo, de días. Hoy es diametralmente diferente. Los mandatarios aplican una especie de capacidad de aguante, de desgaste de las […]

Veinte y treinta años atrás los gobernantes no esperaban que un paro nacional se alargara tanto y durara hasta dos meses y más de ese tiempo, lo conjuraban rápido, en fracción de horas, a lo sumo, de días. Hoy es diametralmente diferente. Los mandatarios aplican una especie de capacidad de aguante, de desgaste de las fuerzas sociales, cuando la peor parte la lleva es el mismo Estado por cuenta de la crisis que implica la parálisis de su aparato productivo, pero como no es el bolsillo particular, lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta.

El menor asomo de corrupción se castigaba en un santiamén con destitución fulminante, hoy los implicados en un desfalco, detrimento patrimonial, fraude, peculado por apropiación y en favor de terceros, contratación irregular y en general cualquier entramado judicial, verbigracia de provocar una crisis social, reciben el espaldarazo institucional y hasta se les premia.

Es patético el panorama con la renuncia de la ministra de las TIC, Karen Abudinen, forzada a renunciar por la moción de censura y la reforma tributaria en ciernes, que condicionó al primer mandatario de la nación a prescindir de los servicios de la jefe de las tecnologías de la información y las comunicaciones, para no cargar nuestros legisladores con más estigmas de corrupción, como si no fuera suficiente el descrédito ganado por el Congreso de la República.

También causa indignación el reciente nombramiento del exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla en la codirección del Banco de la República, sin inmutarse por el estallido social que desencadenó su fallida reforma tributaria, sarcásticamente llamada “por los más pobres”.

El saqueo al erario junto a los escándalos de corrupción ya no sorprenden, ni ruborizan, porque estamos inmunizados, lo que motiva a los candidatos a cargos ejecutivos de elección popular y corporaciones públicas a buscar la reelección, porque en Colombia la mejor vaca es el gobierno, la de mayor ordeño (Eduardo Caballero Calderón).

Pero miremos con visión y acción, para no llover sobre la leche derramada, y enfoquémonos en la región Caribe, que tiene como horizonte de desarrollo a la Universidad Nacional, llamada a convertir al municipio de La Paz en ciudadela universitaria, dinámica que se extenderá al Área Metropolitana de Valledupar, con desafíos de transparencia y eficiencia para los alcaldes que elijamos, donde el mérito sea la premisa en el devenir histórico del Cesar, premiada con la mejor universidad pública del país, por su acreditación de alta calidad.

“La gente educada es fácil de gobernar, pero difícil de esclavizar”: Henry Brougham, Lord canciller de Gran Bretaña, proceso que nos llevará a la excelencia, que es la mejor ideología para predicar el voto electoral espontáneo y la misma abstención, que refleja más opinión cuando se cierran los espacios de participación democrática.

Columnista
15 septiembre, 2021

Pulso entre la sensatez y la desfachatez

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Miguel Aroca Yepez

Veinte y treinta años atrás los gobernantes no esperaban que un paro nacional se alargara tanto y durara hasta dos meses y más de ese tiempo, lo conjuraban rápido, en fracción de horas, a lo sumo, de días. Hoy es diametralmente diferente. Los mandatarios aplican una especie de capacidad de aguante, de desgaste de las […]


Veinte y treinta años atrás los gobernantes no esperaban que un paro nacional se alargara tanto y durara hasta dos meses y más de ese tiempo, lo conjuraban rápido, en fracción de horas, a lo sumo, de días. Hoy es diametralmente diferente. Los mandatarios aplican una especie de capacidad de aguante, de desgaste de las fuerzas sociales, cuando la peor parte la lleva es el mismo Estado por cuenta de la crisis que implica la parálisis de su aparato productivo, pero como no es el bolsillo particular, lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta.

El menor asomo de corrupción se castigaba en un santiamén con destitución fulminante, hoy los implicados en un desfalco, detrimento patrimonial, fraude, peculado por apropiación y en favor de terceros, contratación irregular y en general cualquier entramado judicial, verbigracia de provocar una crisis social, reciben el espaldarazo institucional y hasta se les premia.

Es patético el panorama con la renuncia de la ministra de las TIC, Karen Abudinen, forzada a renunciar por la moción de censura y la reforma tributaria en ciernes, que condicionó al primer mandatario de la nación a prescindir de los servicios de la jefe de las tecnologías de la información y las comunicaciones, para no cargar nuestros legisladores con más estigmas de corrupción, como si no fuera suficiente el descrédito ganado por el Congreso de la República.

También causa indignación el reciente nombramiento del exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla en la codirección del Banco de la República, sin inmutarse por el estallido social que desencadenó su fallida reforma tributaria, sarcásticamente llamada “por los más pobres”.

El saqueo al erario junto a los escándalos de corrupción ya no sorprenden, ni ruborizan, porque estamos inmunizados, lo que motiva a los candidatos a cargos ejecutivos de elección popular y corporaciones públicas a buscar la reelección, porque en Colombia la mejor vaca es el gobierno, la de mayor ordeño (Eduardo Caballero Calderón).

Pero miremos con visión y acción, para no llover sobre la leche derramada, y enfoquémonos en la región Caribe, que tiene como horizonte de desarrollo a la Universidad Nacional, llamada a convertir al municipio de La Paz en ciudadela universitaria, dinámica que se extenderá al Área Metropolitana de Valledupar, con desafíos de transparencia y eficiencia para los alcaldes que elijamos, donde el mérito sea la premisa en el devenir histórico del Cesar, premiada con la mejor universidad pública del país, por su acreditación de alta calidad.

“La gente educada es fácil de gobernar, pero difícil de esclavizar”: Henry Brougham, Lord canciller de Gran Bretaña, proceso que nos llevará a la excelencia, que es la mejor ideología para predicar el voto electoral espontáneo y la misma abstención, que refleja más opinión cuando se cierran los espacios de participación democrática.