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Columnista - 13 agosto, 2018

Puentes de motivación y vida

Una dama joven, amiga de caminatas en el parque, estaba afligida, sus pasos eran lentos, como sí sus pies pesaran demasiado. En su rostro se leían nubarrones de tristezas, y dominada por molestias y agotamientos decidió sentarse en una banca. Me acerqué y después de un afable saludo le regalé estos versos: Esa mujer hermosa […]

Una dama joven, amiga de caminatas en el parque, estaba afligida, sus pasos eran lentos, como sí sus pies pesaran demasiado. En su rostro se leían nubarrones de tristezas, y dominada por molestias y agotamientos decidió sentarse en una banca.

Me acerqué y después de un afable saludo le regalé estos versos: Esa mujer hermosa que por el parque camina /con su sonrisa de rosa, y a las miradas cautiva/. Esa mujer es bendita, su diadema es un laurel/ y cuando pasa cerquita siento música en su piel/: como si por dentro sonaran las cuerdas de una guitarra o las notas de un violín/; hasta siento en sus palabras el aroma de un jardín.

Suspira profundo, mira al cielo dando gracias a la vida, cambia de semblante, la alegría vuelve a brillar en sus ojos y su cuerpo recobra las energías del movimiento. Me hizo recordar a Wilma Rudolph, corriendo en las Olimpiadas de Roma.

El diálogo, la poesía, la música y el deporte son puentes de motivación y vida. El deporte renueva la plasticidad muscular y estimula las secreciones de endorfinas, hormonas que producen sensación de placer, felicidad y tienen un efecto analgésico natural.

La música es medicina para el alma. La canción ‘El camino de la vida’, del antioqueño, Héctor Ochoa, seleccionada con la mejor en el siglo XX en Colombia, es un tesoro en melodía y poesía, quien la escucha siente en su alma una ensoñación sonora: “De prisa como el viento van pasando/ los días y las noches de la infancia/…Después llegan los años juveniles/ los juegos, los amigos, el colegio/ el alma ya define sus perfiles/ y empieza el corazón a cultivar un sueño…”.

Esta canción es un himno a la vida, y en todas fiestas de familiares se escucha. En las instituciones educativas, desde la primaria deberían enseñársela a los niños para que se apropien y valoren su mensaje. Con expresiones que enaltecen la vida, todos aprendemos a valorar y amar más la vida.

La vida es una peregrinación permanente por caminos de luz y de sombra; pero siempre hay más luz que oscuridad. Existen dificultades, pero hay más oportunidades y soluciones. Siempre hay más personas que nos quieren, que nos comprenden, que reconocen nuestro trabajo y estimulan el talento. Nada es fácil, pero hay que tener serenidad y persistencia.

Es importante hacer conexiones afectivas y cultivar buenas relaciones con la familia, amistades y otras personas relevantes. Cuando los relámpagos y agitados cohetes cruzan por el cielo; hay que tener calma para esperar el final de la tormenta. No debemos levantar murallas, hay que abrir las puertas para que Dios entre en nuestra madriguera.

Por: José Atuesta Mindiola

Columnista
13 agosto, 2018

Puentes de motivación y vida

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

Una dama joven, amiga de caminatas en el parque, estaba afligida, sus pasos eran lentos, como sí sus pies pesaran demasiado. En su rostro se leían nubarrones de tristezas, y dominada por molestias y agotamientos decidió sentarse en una banca. Me acerqué y después de un afable saludo le regalé estos versos: Esa mujer hermosa […]


Una dama joven, amiga de caminatas en el parque, estaba afligida, sus pasos eran lentos, como sí sus pies pesaran demasiado. En su rostro se leían nubarrones de tristezas, y dominada por molestias y agotamientos decidió sentarse en una banca.

Me acerqué y después de un afable saludo le regalé estos versos: Esa mujer hermosa que por el parque camina /con su sonrisa de rosa, y a las miradas cautiva/. Esa mujer es bendita, su diadema es un laurel/ y cuando pasa cerquita siento música en su piel/: como si por dentro sonaran las cuerdas de una guitarra o las notas de un violín/; hasta siento en sus palabras el aroma de un jardín.

Suspira profundo, mira al cielo dando gracias a la vida, cambia de semblante, la alegría vuelve a brillar en sus ojos y su cuerpo recobra las energías del movimiento. Me hizo recordar a Wilma Rudolph, corriendo en las Olimpiadas de Roma.

El diálogo, la poesía, la música y el deporte son puentes de motivación y vida. El deporte renueva la plasticidad muscular y estimula las secreciones de endorfinas, hormonas que producen sensación de placer, felicidad y tienen un efecto analgésico natural.

La música es medicina para el alma. La canción ‘El camino de la vida’, del antioqueño, Héctor Ochoa, seleccionada con la mejor en el siglo XX en Colombia, es un tesoro en melodía y poesía, quien la escucha siente en su alma una ensoñación sonora: “De prisa como el viento van pasando/ los días y las noches de la infancia/…Después llegan los años juveniles/ los juegos, los amigos, el colegio/ el alma ya define sus perfiles/ y empieza el corazón a cultivar un sueño…”.

Esta canción es un himno a la vida, y en todas fiestas de familiares se escucha. En las instituciones educativas, desde la primaria deberían enseñársela a los niños para que se apropien y valoren su mensaje. Con expresiones que enaltecen la vida, todos aprendemos a valorar y amar más la vida.

La vida es una peregrinación permanente por caminos de luz y de sombra; pero siempre hay más luz que oscuridad. Existen dificultades, pero hay más oportunidades y soluciones. Siempre hay más personas que nos quieren, que nos comprenden, que reconocen nuestro trabajo y estimulan el talento. Nada es fácil, pero hay que tener serenidad y persistencia.

Es importante hacer conexiones afectivas y cultivar buenas relaciones con la familia, amistades y otras personas relevantes. Cuando los relámpagos y agitados cohetes cruzan por el cielo; hay que tener calma para esperar el final de la tormenta. No debemos levantar murallas, hay que abrir las puertas para que Dios entre en nuestra madriguera.

Por: José Atuesta Mindiola