Tengo 50 años de estar viajando a Pueblo Bello, que de bello tenía el nombre y el clima, la carretera era un camino de herraduras ampliando que en invierno era una hazaña subir y en verano un poco más fácil pero en 4×4; la luz era con una planta hasta las 10 de la noche, […]
Tengo 50 años de estar viajando a Pueblo Bello, que de bello tenía el nombre y el clima, la carretera era un camino de herraduras ampliando que en invierno era una hazaña subir y en verano un poco más fácil pero en 4×4; la luz era con una planta hasta las 10 de la noche, el agua deficiente y sin calentadores y los hoteles no existían, solo Alvernia con unos servicios deficientes salvaba la patria, era imposible un restaurante y si se contaba con suerte, después de mucho rogar, en una casa de familia le “acomodaban un bocaíto”, el comercio era pésimo no se conseguía nada; no era pueblo, era una aldea y no era bello sino feo, pero frío.
Hoy la cosa es distinta, Pueblo Bello, es un pueblo bello, da gusto ir en menos de una hora por una carretera pavimentada y amplia, que hay que conservar bien pintada para evitar accidentes, pues ya comienza a no verse en partes, hay buena luz aunque están pidiendo una subestación para mejorarla, el agua es de buena calidad, pero a veces deficiente que se puede mejorar y me cuenta mi buen amigo el exalcalde Guille Castro Mejía quien resolvió olvidarse del mundanal ruido y en su hermosa residencia gozar de la tranquilidad y el silencio del campo que el internet es lento y deficiente, por lo que le aconsejo a su dinámico alcalde ponerse en contacto con El Mello quien me han han dicho que en esa materia tiene muy buena asesoría, sus antiguas calles pedregosa y sucias, lucen limpias, iluminadas y pavimentadas, aunque hay lunarcitos, la carrera 15 creo, que da acceso al bello conjunto residencial “Pomarrosa” que está muy malo y casi rompo el carro al cruzar para entrar; el comercio es organizado y muy completo y se consigue de todo, no hay que llevar nada, pues los vallenatos residentes en Novalito, aquí y allá, pues también hay un barrio con ese aristocrático nombre al igual que algunas Unidades Residenciales de esta ciudad que unos sectores son Novalito y otros La Nevada, tienen la gracia de llevar desde el agua hasta el carbón y las gaseosas y cervezas, la carne y la leche y cuanta vaina hay después dejan los desperdicios y el pocón de basuras pareciéndose a los barranquilleros que llegan al Rodadero y no dejan un chavo.
Lo que sí hace falta a gritos, urgente e inaplazable es el gas domiciliario, eso no da espera Alcalde y señores concejales, acudan al señor Gobernador Luis Monsalvo, que con seguridad le jala al gobierno central; aprovechen a nuestros altos dignatarios y vayan a Barranquilla a hablar con el dinámico y buen amigo de la región, Ramón Dávila Martínez, gerente de Gases del Caribe, el popular Monche y juntos traten de resolver el problema con las etnias indígenas, pero con el billete en las manos, nada de fiaos ni de vacilón, porque es que a nadie le gusta que se le metan en su casa sin permiso y sin comprarles.
Que rico es ir a Pueblo Bello y encontrarse amigos como Jaime Muñoz y ser atendidos por El Calvo en su Verdulería El Payaso y por Blanco, un arhuaco muy atento en nuestra residencia, voy a ver si vuelvo en diciembre con mi tribu, si Toño Mayame lo permite y me presta otra vez su hermosa y cómoda residencia y para ello tengo que torearlo y amansar mandándole cajas de cebollitas rojas traídas de Ocaña, gentilmente enviadas por mi hermano Manuel Ángel Osorio que son afrodisíacas y le encantan.
Tengo 50 años de estar viajando a Pueblo Bello, que de bello tenía el nombre y el clima, la carretera era un camino de herraduras ampliando que en invierno era una hazaña subir y en verano un poco más fácil pero en 4×4; la luz era con una planta hasta las 10 de la noche, […]
Tengo 50 años de estar viajando a Pueblo Bello, que de bello tenía el nombre y el clima, la carretera era un camino de herraduras ampliando que en invierno era una hazaña subir y en verano un poco más fácil pero en 4×4; la luz era con una planta hasta las 10 de la noche, el agua deficiente y sin calentadores y los hoteles no existían, solo Alvernia con unos servicios deficientes salvaba la patria, era imposible un restaurante y si se contaba con suerte, después de mucho rogar, en una casa de familia le “acomodaban un bocaíto”, el comercio era pésimo no se conseguía nada; no era pueblo, era una aldea y no era bello sino feo, pero frío.
Hoy la cosa es distinta, Pueblo Bello, es un pueblo bello, da gusto ir en menos de una hora por una carretera pavimentada y amplia, que hay que conservar bien pintada para evitar accidentes, pues ya comienza a no verse en partes, hay buena luz aunque están pidiendo una subestación para mejorarla, el agua es de buena calidad, pero a veces deficiente que se puede mejorar y me cuenta mi buen amigo el exalcalde Guille Castro Mejía quien resolvió olvidarse del mundanal ruido y en su hermosa residencia gozar de la tranquilidad y el silencio del campo que el internet es lento y deficiente, por lo que le aconsejo a su dinámico alcalde ponerse en contacto con El Mello quien me han han dicho que en esa materia tiene muy buena asesoría, sus antiguas calles pedregosa y sucias, lucen limpias, iluminadas y pavimentadas, aunque hay lunarcitos, la carrera 15 creo, que da acceso al bello conjunto residencial “Pomarrosa” que está muy malo y casi rompo el carro al cruzar para entrar; el comercio es organizado y muy completo y se consigue de todo, no hay que llevar nada, pues los vallenatos residentes en Novalito, aquí y allá, pues también hay un barrio con ese aristocrático nombre al igual que algunas Unidades Residenciales de esta ciudad que unos sectores son Novalito y otros La Nevada, tienen la gracia de llevar desde el agua hasta el carbón y las gaseosas y cervezas, la carne y la leche y cuanta vaina hay después dejan los desperdicios y el pocón de basuras pareciéndose a los barranquilleros que llegan al Rodadero y no dejan un chavo.
Lo que sí hace falta a gritos, urgente e inaplazable es el gas domiciliario, eso no da espera Alcalde y señores concejales, acudan al señor Gobernador Luis Monsalvo, que con seguridad le jala al gobierno central; aprovechen a nuestros altos dignatarios y vayan a Barranquilla a hablar con el dinámico y buen amigo de la región, Ramón Dávila Martínez, gerente de Gases del Caribe, el popular Monche y juntos traten de resolver el problema con las etnias indígenas, pero con el billete en las manos, nada de fiaos ni de vacilón, porque es que a nadie le gusta que se le metan en su casa sin permiso y sin comprarles.
Que rico es ir a Pueblo Bello y encontrarse amigos como Jaime Muñoz y ser atendidos por El Calvo en su Verdulería El Payaso y por Blanco, un arhuaco muy atento en nuestra residencia, voy a ver si vuelvo en diciembre con mi tribu, si Toño Mayame lo permite y me presta otra vez su hermosa y cómoda residencia y para ello tengo que torearlo y amansar mandándole cajas de cebollitas rojas traídas de Ocaña, gentilmente enviadas por mi hermano Manuel Ángel Osorio que son afrodisíacas y le encantan.