Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 26 octubre, 2015

Procuraduría, un fortín político

Actualmente se ha vuelto tan convencionalista que la institucionalidad en Colombia sea utilizada como ficha de juego, que esa misma sirva para impulsar, eliminar, distraer y aventajar cuando las situaciones lo requieran, inclusive se llega a distorsionar la función pública con estrategias de bandos políticos ceñidos a la competencia, al duelo y a gestar rivalidad. […]

Actualmente se ha vuelto tan convencionalista que la institucionalidad en Colombia sea utilizada como ficha de juego, que esa misma sirva para impulsar, eliminar, distraer y aventajar cuando las situaciones lo requieran, inclusive se llega a distorsionar la función pública con estrategias de bandos políticos ceñidos a la competencia, al duelo y a gestar rivalidad.

El cargo de procurador es uno de los oficios más insignes y representativos del país por considerarse un custodio de los derechos individuales y colectivos de la sociedad bajo una idea figurativa de héroe defensor que se convierte en una tentación para quien tenga la mente viciada de artimañas, y así se ha presenciado en el obrar de quien hoy ostenta dicho puesto.

El proceder de uno de los portavoces del Ministerio Público ha sido reprobado con justa causa enésimas veces, sus declaraciones que evidencian su voluntad partidista, lejos de su funciones, son fiel muestra de sus intenciones políticas tan calculadoras y oportunistas.

La exposición de su gestión difundida y propagada como cual justiciero, al exhibir resultados de miles de sancionados en su regencia, demuestra el ofrecimiento de su perfil, que a mi parecer no estaría mal, siempre y cuando no dispusiera de sus atribuciones a perseguir futuros contendores, a opinar de temas en conveniencia de su sectarismo, a habilitar un organismo como sede política, y reproducir posiciones de partido en contra del estado.

Un hombre que se escuda en su condición de funcionario especialísimo y singular, al ser el que inhabilita o exime de culpa, potestades que serían perjudiciales al concedérselas a un individuo tan metódico como el sujeto en mención, se deberían revaluar, a pesar de que antes no se observaba con tanta alarma, pues ahora se percibe con temor, no tanto para quien actúa de mala fe sino por aquel que sea un obstáculo en sus aspiraciones.

Algo que no debe pasar inadvertido, es el embrollo que existe con respecto a su reelección, muchos han descalificado este tipo de decisión, por no tener piso legal, es decir una norma expresa que lo permita, sin embargo en nuestra patria en donde a lo incomprensible se le da cabida, pasará a ser este acto otro remendón. Se torna desalentador ver cómo esta entidad, marcha bajo órdenes de un señor con complejos de César, que dispone de su jerarquía para cumplir sus cometidos, esos mismos que refleja con cada uno de sus pronunciamientos y actuaciones propias de un persecutor.

Finalmente, es conveniente que se analice este escenario, por las circunstancias anteriormente expuestas, que pueden empeorar por culpa de un hábil y mañoso jugador que ha demostrado lo nocivo de despachar sin una verdadera supervisión o vigilancia, aprovechándose de su estatus, y fraccionando la estructura de estado, sin importarle la labor que en esta le compete.

Columnista
26 octubre, 2015

Procuraduría, un fortín político

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Sergio Barranco

Actualmente se ha vuelto tan convencionalista que la institucionalidad en Colombia sea utilizada como ficha de juego, que esa misma sirva para impulsar, eliminar, distraer y aventajar cuando las situaciones lo requieran, inclusive se llega a distorsionar la función pública con estrategias de bandos políticos ceñidos a la competencia, al duelo y a gestar rivalidad. […]


Actualmente se ha vuelto tan convencionalista que la institucionalidad en Colombia sea utilizada como ficha de juego, que esa misma sirva para impulsar, eliminar, distraer y aventajar cuando las situaciones lo requieran, inclusive se llega a distorsionar la función pública con estrategias de bandos políticos ceñidos a la competencia, al duelo y a gestar rivalidad.

El cargo de procurador es uno de los oficios más insignes y representativos del país por considerarse un custodio de los derechos individuales y colectivos de la sociedad bajo una idea figurativa de héroe defensor que se convierte en una tentación para quien tenga la mente viciada de artimañas, y así se ha presenciado en el obrar de quien hoy ostenta dicho puesto.

El proceder de uno de los portavoces del Ministerio Público ha sido reprobado con justa causa enésimas veces, sus declaraciones que evidencian su voluntad partidista, lejos de su funciones, son fiel muestra de sus intenciones políticas tan calculadoras y oportunistas.

La exposición de su gestión difundida y propagada como cual justiciero, al exhibir resultados de miles de sancionados en su regencia, demuestra el ofrecimiento de su perfil, que a mi parecer no estaría mal, siempre y cuando no dispusiera de sus atribuciones a perseguir futuros contendores, a opinar de temas en conveniencia de su sectarismo, a habilitar un organismo como sede política, y reproducir posiciones de partido en contra del estado.

Un hombre que se escuda en su condición de funcionario especialísimo y singular, al ser el que inhabilita o exime de culpa, potestades que serían perjudiciales al concedérselas a un individuo tan metódico como el sujeto en mención, se deberían revaluar, a pesar de que antes no se observaba con tanta alarma, pues ahora se percibe con temor, no tanto para quien actúa de mala fe sino por aquel que sea un obstáculo en sus aspiraciones.

Algo que no debe pasar inadvertido, es el embrollo que existe con respecto a su reelección, muchos han descalificado este tipo de decisión, por no tener piso legal, es decir una norma expresa que lo permita, sin embargo en nuestra patria en donde a lo incomprensible se le da cabida, pasará a ser este acto otro remendón. Se torna desalentador ver cómo esta entidad, marcha bajo órdenes de un señor con complejos de César, que dispone de su jerarquía para cumplir sus cometidos, esos mismos que refleja con cada uno de sus pronunciamientos y actuaciones propias de un persecutor.

Finalmente, es conveniente que se analice este escenario, por las circunstancias anteriormente expuestas, que pueden empeorar por culpa de un hábil y mañoso jugador que ha demostrado lo nocivo de despachar sin una verdadera supervisión o vigilancia, aprovechándose de su estatus, y fraccionando la estructura de estado, sin importarle la labor que en esta le compete.