EL TINAJERO Por José Atuesta Mindiola El profesor Edgardo Calderón Fuentes ha experimentado en sus largas horas de trabajo literario el placer por narrar una nueva historia y el dolor por tener que cerrar la hoja por no encontrar en ese instante el suceso deseado o el lenguaje preciso. En este proceso de premio y […]
EL TINAJERO
Por José Atuesta Mindiola
El profesor Edgardo Calderón Fuentes ha experimentado en sus largas horas de trabajo literario el placer por narrar una nueva historia y el dolor por tener que cerrar la hoja por no encontrar en ese instante el suceso deseado o el lenguaje preciso. En este proceso de premio y derrota temporal, el escritor recupera la plena lucidez para develar las atalayas de su creación literaria, por eso hoy nos presenta su primer libro de cuentos: “El niño que levantó la bandera”.
En cada uno de los cuentos del libro, el argumento de la narración se centra en un único suceso, es decir, se ocupa de un solo acontecimiento. Y además, podemos resaltar las siguientes características: El cuento no conoce tiempos muertos, porque la tensión debe sentirse de principio a fin. El cuento exige del lector una lectura de un tirón, de una sola vez, si no queremos que el efecto y la tensión se diluyan. El cuento narra un suceso acabado y por tanto se sitúa siempre en el pasado; inclusive en los de ciencia ficción, que si bien hablan del futuro, están escritos como si los hechos allí contados estuviesen sucediendo o hubiesen sucedido ya. El auténtico personaje del cuento es, deber ser, el acontecimiento mismo que se constituye en su protagonista. Los personajes carecen de relieve propio y deben estar concebidos en función del suceso central. Todo personaje que quiera alcanzar un protagonismo en el cuento o una caracterización psicológica, social o política muy marcadas, estará impidiendo la viabilidad efectiva del hecho contado.
El primer cuento que le da el título al libro, “El niño que levantó la bandera”, quiso el autor escribir un cuento de cinco a diez páginas, pero la historia reveladora y fascinante le ganó a la brevedad, el resultado fue un cuento extenso de 74 páginas; sin embargo logra que los personajes y lugares tratados alcance un nivel óptimo semejante con la realidad. Es una historia tejida en un contexto escolar, cuyo personaje es Esteban, un niño de quinto de primaria que tiene una deformación en un pie, y se convierte en el centro de las miradas fisgonas de sus compañeros y en ocasiones en el aislamiento de las prácticas deportivas. Un día, como suele suceder en las historias, Esteban encontró la amistad de una compañera y la comprensión de sus profesores para desarrollar las potencialidades intelectuales y artísticas que lo hicieron merecedor del respeto y el reconocimiento de la comunidad. A primera vista puede parecer una historia trivial de auto superación, pero es una historia bien contada, el espejo en que se mira, nuestro Joven escritor tiene el brillo natural que comunica la fluidez del lenguaje, y la tensión y efecto de los elementos y sucesos narrados parecen verídicos.
El segundo cuento es “Seykaringumú”, un relato fantástico, un niño como Moisés en del río Nilo, fue encontrado a orilla de un lago por los indígenas que se lo llevaron a su tribu y los Mamos lo bautizaron con el nombre de Seykaringumú, que en lengua arhuaca se significa Joven Promesa. Pronto se convierte en un líder guerrero que luchó para liberar a su pueblo de la opresión de los invasores. El tercer cuento, “Los sueños de un héroe”, para saber de qué se trata los invito a leer el libro.
EL TINAJERO Por José Atuesta Mindiola El profesor Edgardo Calderón Fuentes ha experimentado en sus largas horas de trabajo literario el placer por narrar una nueva historia y el dolor por tener que cerrar la hoja por no encontrar en ese instante el suceso deseado o el lenguaje preciso. En este proceso de premio y […]
EL TINAJERO
Por José Atuesta Mindiola
El profesor Edgardo Calderón Fuentes ha experimentado en sus largas horas de trabajo literario el placer por narrar una nueva historia y el dolor por tener que cerrar la hoja por no encontrar en ese instante el suceso deseado o el lenguaje preciso. En este proceso de premio y derrota temporal, el escritor recupera la plena lucidez para develar las atalayas de su creación literaria, por eso hoy nos presenta su primer libro de cuentos: “El niño que levantó la bandera”.
En cada uno de los cuentos del libro, el argumento de la narración se centra en un único suceso, es decir, se ocupa de un solo acontecimiento. Y además, podemos resaltar las siguientes características: El cuento no conoce tiempos muertos, porque la tensión debe sentirse de principio a fin. El cuento exige del lector una lectura de un tirón, de una sola vez, si no queremos que el efecto y la tensión se diluyan. El cuento narra un suceso acabado y por tanto se sitúa siempre en el pasado; inclusive en los de ciencia ficción, que si bien hablan del futuro, están escritos como si los hechos allí contados estuviesen sucediendo o hubiesen sucedido ya. El auténtico personaje del cuento es, deber ser, el acontecimiento mismo que se constituye en su protagonista. Los personajes carecen de relieve propio y deben estar concebidos en función del suceso central. Todo personaje que quiera alcanzar un protagonismo en el cuento o una caracterización psicológica, social o política muy marcadas, estará impidiendo la viabilidad efectiva del hecho contado.
El primer cuento que le da el título al libro, “El niño que levantó la bandera”, quiso el autor escribir un cuento de cinco a diez páginas, pero la historia reveladora y fascinante le ganó a la brevedad, el resultado fue un cuento extenso de 74 páginas; sin embargo logra que los personajes y lugares tratados alcance un nivel óptimo semejante con la realidad. Es una historia tejida en un contexto escolar, cuyo personaje es Esteban, un niño de quinto de primaria que tiene una deformación en un pie, y se convierte en el centro de las miradas fisgonas de sus compañeros y en ocasiones en el aislamiento de las prácticas deportivas. Un día, como suele suceder en las historias, Esteban encontró la amistad de una compañera y la comprensión de sus profesores para desarrollar las potencialidades intelectuales y artísticas que lo hicieron merecedor del respeto y el reconocimiento de la comunidad. A primera vista puede parecer una historia trivial de auto superación, pero es una historia bien contada, el espejo en que se mira, nuestro Joven escritor tiene el brillo natural que comunica la fluidez del lenguaje, y la tensión y efecto de los elementos y sucesos narrados parecen verídicos.
El segundo cuento es “Seykaringumú”, un relato fantástico, un niño como Moisés en del río Nilo, fue encontrado a orilla de un lago por los indígenas que se lo llevaron a su tribu y los Mamos lo bautizaron con el nombre de Seykaringumú, que en lengua arhuaca se significa Joven Promesa. Pronto se convierte en un líder guerrero que luchó para liberar a su pueblo de la opresión de los invasores. El tercer cuento, “Los sueños de un héroe”, para saber de qué se trata los invito a leer el libro.