Es inconcebible que haya zonas vedadas para el libre tránsito de cualquier ciudadano y mucho menos para los comerciantes impulsan la economía abasteciendo los diferentes negocios de Valledupar. Sin embargo, hay sectores en la ciudad a los que solo entran a negociar los valientes. Así se pudo evidenciar la semana anterior, luego de conocer la […]
Es inconcebible que haya zonas vedadas para el libre tránsito de cualquier ciudadano y mucho menos para los comerciantes impulsan la economía abasteciendo los diferentes negocios de Valledupar. Sin embargo, hay sectores en la ciudad a los que solo entran a negociar los valientes.
Así se pudo evidenciar la semana anterior, luego de conocer la lamentable versión de que hombres armados serían quienes incineraron un camión repartidor de cervezas en el barrio Francisco Javier, cerca de La Nevada, pero es más grave aún que los testigos del hecho, en vez ayudar, hayan optado por saquear el vehículo. Esas cervezas que se tomaron los vándalos deberían darles un guayabo moral por tan repudiable comportamiento; nula solidaridad o más bien absoluta delincuencia que estigmatiza a la gente honrada y trabajadora que allí reside.
El riesgo que se corre con hechos como ese es que los distribuidores opten por declarar las zonas periféricas como vedadas y no sigan arriesgando sus bienes y las vidas de sus trabajadores. De masificarse ese temor podría generarse una gran afectación a las tiendas de barrio, tan necesarias para las comunidades menos favorecidas, lo cual repercutiría en el bolsillo de los más pobres, porque ante la falta de distribuidores directos se aumentaría el costo de los productos, según advirtió el director de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, seccional Cesar, Octavio Pico Malaver.
Aunque Fenalco reconoce que la Policía indiscutiblemente está trabajando para brindarles garantías a los transportadores de mercancía, los esfuerzos no son suficientes. Con patrullas de los cuadrantes se les brinda apoyo a las rutas de camiones repartidores, pero resulta imposible ponerle un escolta a cada vehículo y se presentan casos de extorsiones, atracos y saqueos, como el ocurrido en Francisco Javier.
El azote de la delincuencia hacia los vehículos del comercio no solo se presenta en ese sector de la Comuna Cinco de Valledupar, también ocurre en Mareigua y otros barrios de la Comuna Tres; al igual que en los asentamientos de la margen derecha del río Guatapurí, donde los residentes y visitantes tampoco han estado exentos de ser víctimas de los dueño de lo ajeno.
La semana pasada ocurrieron varios hechos delincuenciales que demuestran que las cosas
no andan bien en Valledupar; asaltantes mataron a un taxista de un tiro en la cabeza para quitarle un celular y al día siguiente la comunidad intentó ajusticiar a un ladrón que fue sorprendido en el mismo sector, casi lo matan a pedradas. Con estos casos se reflejan problemas de autoridad, pero sobre todo falta de valores éticos y morales en ciudadanos que no le dan la verdadera valía a la vida.
Si bien es cierto, las cifras de seguridad ciudadana en la capital del Cesar no son tan escandalosas, en comparación con otras ciudades, todas tienden a bajar a excepción del hurto, no deja de preocupar que haya hechos tan graves como los anteriormente expuesto, que desdibujen la imagen nuestra acogedora ciudad.
Consideramos que para mejorar la situación debe haber más compromiso y sentido de pertenencia por parte de los funcionarios de los organismos de seguridad del Estado, de las autoridades administrativas locales, pero sobre todo de cada uno de los habitantes de Valledupar, sin distingo de estrato, raza, sexo o religión, porque el problema de seguridad nos incumbe a todos.
Es inconcebible que haya zonas vedadas para el libre tránsito de cualquier ciudadano y mucho menos para los comerciantes impulsan la economía abasteciendo los diferentes negocios de Valledupar. Sin embargo, hay sectores en la ciudad a los que solo entran a negociar los valientes. Así se pudo evidenciar la semana anterior, luego de conocer la […]
Es inconcebible que haya zonas vedadas para el libre tránsito de cualquier ciudadano y mucho menos para los comerciantes impulsan la economía abasteciendo los diferentes negocios de Valledupar. Sin embargo, hay sectores en la ciudad a los que solo entran a negociar los valientes.
Así se pudo evidenciar la semana anterior, luego de conocer la lamentable versión de que hombres armados serían quienes incineraron un camión repartidor de cervezas en el barrio Francisco Javier, cerca de La Nevada, pero es más grave aún que los testigos del hecho, en vez ayudar, hayan optado por saquear el vehículo. Esas cervezas que se tomaron los vándalos deberían darles un guayabo moral por tan repudiable comportamiento; nula solidaridad o más bien absoluta delincuencia que estigmatiza a la gente honrada y trabajadora que allí reside.
El riesgo que se corre con hechos como ese es que los distribuidores opten por declarar las zonas periféricas como vedadas y no sigan arriesgando sus bienes y las vidas de sus trabajadores. De masificarse ese temor podría generarse una gran afectación a las tiendas de barrio, tan necesarias para las comunidades menos favorecidas, lo cual repercutiría en el bolsillo de los más pobres, porque ante la falta de distribuidores directos se aumentaría el costo de los productos, según advirtió el director de la Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, seccional Cesar, Octavio Pico Malaver.
Aunque Fenalco reconoce que la Policía indiscutiblemente está trabajando para brindarles garantías a los transportadores de mercancía, los esfuerzos no son suficientes. Con patrullas de los cuadrantes se les brinda apoyo a las rutas de camiones repartidores, pero resulta imposible ponerle un escolta a cada vehículo y se presentan casos de extorsiones, atracos y saqueos, como el ocurrido en Francisco Javier.
El azote de la delincuencia hacia los vehículos del comercio no solo se presenta en ese sector de la Comuna Cinco de Valledupar, también ocurre en Mareigua y otros barrios de la Comuna Tres; al igual que en los asentamientos de la margen derecha del río Guatapurí, donde los residentes y visitantes tampoco han estado exentos de ser víctimas de los dueño de lo ajeno.
La semana pasada ocurrieron varios hechos delincuenciales que demuestran que las cosas
no andan bien en Valledupar; asaltantes mataron a un taxista de un tiro en la cabeza para quitarle un celular y al día siguiente la comunidad intentó ajusticiar a un ladrón que fue sorprendido en el mismo sector, casi lo matan a pedradas. Con estos casos se reflejan problemas de autoridad, pero sobre todo falta de valores éticos y morales en ciudadanos que no le dan la verdadera valía a la vida.
Si bien es cierto, las cifras de seguridad ciudadana en la capital del Cesar no son tan escandalosas, en comparación con otras ciudades, todas tienden a bajar a excepción del hurto, no deja de preocupar que haya hechos tan graves como los anteriormente expuesto, que desdibujen la imagen nuestra acogedora ciudad.
Consideramos que para mejorar la situación debe haber más compromiso y sentido de pertenencia por parte de los funcionarios de los organismos de seguridad del Estado, de las autoridades administrativas locales, pero sobre todo de cada uno de los habitantes de Valledupar, sin distingo de estrato, raza, sexo o religión, porque el problema de seguridad nos incumbe a todos.