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Editorial - 5 marzo, 2022

¿Por qué no creen en los políticos?

Es una historia recurrente de una actividad, como la política, que debería desarrollarse con decencia, protegiendo los recursos públicos y pensando en los intereses de la comunidad, pero muchos hacen de ella un medio de enriquecimiento personal, de obtener poder sobre los demás y de darle alimento a su vanidad y ego.

Es una historia recurrente de una actividad, como la política, que debería desarrollarse con decencia, protegiendo los recursos públicos y pensando en los intereses de la comunidad, pero muchos hacen de ella un medio de enriquecimiento personal, de obtener poder sobre los demás y de darle alimento a su vanidad y ego. Triste es está historia de la Revista Semana en la que roban y se jactan: “Una conversación entre el senador Mario Castaño y Juan Carlos Martínez, su hombre de confianza.

Los investigadores, interceptaron las llamadas telefónicas de Castaño y sus presuntos cómplices, donde se evidencia un interés indebido por todo tipo de contratación con entidades locales, regionales y nacionales. Los hechos vendrían ocurriendo desde 2018.

Según los cálculos preliminares, la banda habría desfalcado al Estado en por lo menos 60.000 millones. (…) En una comunicación entre Castaño y Juan Carlos Martínez, a quien los investigadores señalan como su hombre de confianza, ambos se jactan delante de dos mujeres porque se apropiaron de la prórroga de un contrato de licores en el Chocó que, según confiesan, les dejaría utilidades anuales por 15.000 millones de pesos y durante 15 años.

En la llamada, Martínez les cuenta a las mujeres, a petición del senador, anécdotas en torno a cómo se concretó ese negocio. “Este hijueputa llega, y se va hacer un negocio, y le digo: Mario, ¿y qué va hacer? Dijo: no, voy a prolongar lo de licores, eso me deja por ahí de 15 a 20 mil millones por año, y yo: ah hp, ¿y eso por cuánto? Dijo: por 15 años… no, pues… y sale de allá y le digo: ¿cómo le fue? Y me dijo: bien, hermanito. ¿Y le renovaron eso? Dijo: sí, me renovaron eso y me dieron el tránsito, y yo: eh no joda hijueputa, o sea que usted queda lleno y pide postre”.

“Muy descarado, ¿no?”, dice una de las mujeres que participaban en la conversación, luego de lo cual todos sueltan la risa.

“Ese hijueputa va por un negocio, le queda arreglada la vida por 15 años y dice dizque: venga, ¿y no tiene encimita por ahí”, interpela Martínez, quien agrega que “este de bobo no tiene nada”, en referencia al senador Mario Castaño. Y nuevamente todos sueltan la risa”. Real y triste condición del ser humano.

LA ‘TIRADERA’ DE LAS ESTRELLAS

Los enfrentamientos entre Residente y J Balvin, figuras latinoamericanas de la música urbana recurriendo a un subgénero de esos ritmos, conocido como la tiradera, es en otro contexto y tiempo la reproducción de las viejas piquerias de nuestra música tradicional en que el músico para llamar la atención y saciar su orgullo, destreza y capacidad atacaba, casi siempre ofendiendo, a su rival del arte musical.

Hoy es Residente, un cantante apetecido por los públicos contestatarios, especialmente las masas afines a la política, que tira contra la gran estrella musical J. Balvin, el genio paisa del llamado reguetón.

El origen fue cuando Balvin llamó a boicotear a los premios Grammy y Residente, que ha ganado una treintena, lo contrastó con la buena energía de nuestro paisano cuando tenía muchas nominaciones. Célebres ataques: “una cosa es ser artista, otra ser famoso” “tu música es como el hot dog que todo el mundo lo come pero cuando tiene la oportunidad se va para un restaurante” . La pelea continúa.

Editorial
5 marzo, 2022

¿Por qué no creen en los políticos?

Es una historia recurrente de una actividad, como la política, que debería desarrollarse con decencia, protegiendo los recursos públicos y pensando en los intereses de la comunidad, pero muchos hacen de ella un medio de enriquecimiento personal, de obtener poder sobre los demás y de darle alimento a su vanidad y ego.


Es una historia recurrente de una actividad, como la política, que debería desarrollarse con decencia, protegiendo los recursos públicos y pensando en los intereses de la comunidad, pero muchos hacen de ella un medio de enriquecimiento personal, de obtener poder sobre los demás y de darle alimento a su vanidad y ego. Triste es está historia de la Revista Semana en la que roban y se jactan: “Una conversación entre el senador Mario Castaño y Juan Carlos Martínez, su hombre de confianza.

Los investigadores, interceptaron las llamadas telefónicas de Castaño y sus presuntos cómplices, donde se evidencia un interés indebido por todo tipo de contratación con entidades locales, regionales y nacionales. Los hechos vendrían ocurriendo desde 2018.

Según los cálculos preliminares, la banda habría desfalcado al Estado en por lo menos 60.000 millones. (…) En una comunicación entre Castaño y Juan Carlos Martínez, a quien los investigadores señalan como su hombre de confianza, ambos se jactan delante de dos mujeres porque se apropiaron de la prórroga de un contrato de licores en el Chocó que, según confiesan, les dejaría utilidades anuales por 15.000 millones de pesos y durante 15 años.

En la llamada, Martínez les cuenta a las mujeres, a petición del senador, anécdotas en torno a cómo se concretó ese negocio. “Este hijueputa llega, y se va hacer un negocio, y le digo: Mario, ¿y qué va hacer? Dijo: no, voy a prolongar lo de licores, eso me deja por ahí de 15 a 20 mil millones por año, y yo: ah hp, ¿y eso por cuánto? Dijo: por 15 años… no, pues… y sale de allá y le digo: ¿cómo le fue? Y me dijo: bien, hermanito. ¿Y le renovaron eso? Dijo: sí, me renovaron eso y me dieron el tránsito, y yo: eh no joda hijueputa, o sea que usted queda lleno y pide postre”.

“Muy descarado, ¿no?”, dice una de las mujeres que participaban en la conversación, luego de lo cual todos sueltan la risa.

“Ese hijueputa va por un negocio, le queda arreglada la vida por 15 años y dice dizque: venga, ¿y no tiene encimita por ahí”, interpela Martínez, quien agrega que “este de bobo no tiene nada”, en referencia al senador Mario Castaño. Y nuevamente todos sueltan la risa”. Real y triste condición del ser humano.

LA ‘TIRADERA’ DE LAS ESTRELLAS

Los enfrentamientos entre Residente y J Balvin, figuras latinoamericanas de la música urbana recurriendo a un subgénero de esos ritmos, conocido como la tiradera, es en otro contexto y tiempo la reproducción de las viejas piquerias de nuestra música tradicional en que el músico para llamar la atención y saciar su orgullo, destreza y capacidad atacaba, casi siempre ofendiendo, a su rival del arte musical.

Hoy es Residente, un cantante apetecido por los públicos contestatarios, especialmente las masas afines a la política, que tira contra la gran estrella musical J. Balvin, el genio paisa del llamado reguetón.

El origen fue cuando Balvin llamó a boicotear a los premios Grammy y Residente, que ha ganado una treintena, lo contrastó con la buena energía de nuestro paisano cuando tenía muchas nominaciones. Célebres ataques: “una cosa es ser artista, otra ser famoso” “tu música es como el hot dog que todo el mundo lo come pero cuando tiene la oportunidad se va para un restaurante” . La pelea continúa.