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Columnista - 27 marzo, 2010

Por la dignidad de Sucre

Por: Antonio Hernandez Gamarra Los estudiosos de la realidad  del Departamento de Sucre concluyen, inequívocamente, que la nuestra es una sociedad mucho más pobre que la colombiana como conjunto. Desdicha que tiene múltiples caras por el empleo precario, los bajos ingresos, la masiva indigencia, el desamparo de la población campesina desplazada e innumerables etcéteras que […]

Por: Antonio Hernandez Gamarra

Los estudiosos de la realidad  del Departamento de Sucre concluyen, inequívocamente, que la nuestra es una sociedad mucho más pobre que la colombiana como conjunto. Desdicha que tiene múltiples caras por el empleo precario, los bajos ingresos, la masiva indigencia, el desamparo de la población campesina desplazada e innumerables etcéteras que se deberían agregar si el propósito de esta columna fuera enumerar las dolencias de la sociedad sucreña.

Que no es el caso, pues otra es mi intención. Lo que pretendo es poner de presente las causas profundas de ese estado de cosas y con ello hacer  hincapié en lo que habrá de hacerse para superar tan calamitosa situación.

No es pobre Sucre por designio divino ni por intención expresa del centralismo, como a veces se piensa. Ello se puede afirmar porque es de recordar que sus tierras son más fértiles que las de Colombia y porque nada indica que el gasto público nacional discrimina adversamente a Sucre, más allá  de lo que lo hace con otras regiones de la periferia a la cuales no les va tan mal como a nosotros cuando se evalúan sus condiciones sociales.

Las verdaderas causas de la pobreza de Sucre se encuentran en nuestra estructura productiva y en la indeseable institucionalidad que hemos tolerado, a lo largo de muchos años.

Sobre lo primero es de señalar que la economía sucreña está basada en actividades que como los servicios gubernamentales y la ganadería generan escaso valor agregado y muy pocos encadenamientos productivos. Por ello mismo son actividades que no amplían la capacidad de compra de los sucreños. Por lo que hace a la institucionalidad, ciertos grupos políticos sucreños, de tiempo atrás, han venido practicando el “todo vale para hacerse elegir y gobernar”  y  “el todo se puede  para apropiarse de los recursos públicos”.

El resultado es que la ética dejó de ser hace rato guía para la conducción de la ciudadanía y que la política se convirtió en un mezquino ejercicio electoral  en procura de beneficios particulares y no en la preocupación por el cuidado y acrecentamiento de los bienes colectivos. Lo cual se corroboró con más oprobio en las elecciones del pasado 14 de marzo.

Porque ese estigma es ahora mayor, a los sucreños nos resultan esperanzadoras las  acciones que para crear una ciudadanía mejor formada y más informada, en procura de la dignidad de Sucre,  viene haciendo Monseñor Nel Beltrán. Acciones que, como en todo el Caribe, deben tener como finalidad última la búsqueda de la equidad, mayor competitividad  y la probidad en el manejo de los recursos públicos.

Equidad para que el gasto público contribuya a disminuir aceleradamente la pobreza y se mejoren las condiciones de la salud y de la educación de la población; más competitividad para que la base productiva ofrezca empleos mejor remunerados que los actuales; y, probidad en el manejo de los bienes colectivos porque de esa forma- sin excepción- quienes nos representen en el Congreso de la República no nos harán avergonzar antes nuestros conciudadanos del resto de Colombia.

Columnista
27 marzo, 2010

Por la dignidad de Sucre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio Hernandez Gamarra

Por: Antonio Hernandez Gamarra Los estudiosos de la realidad  del Departamento de Sucre concluyen, inequívocamente, que la nuestra es una sociedad mucho más pobre que la colombiana como conjunto. Desdicha que tiene múltiples caras por el empleo precario, los bajos ingresos, la masiva indigencia, el desamparo de la población campesina desplazada e innumerables etcéteras que […]


Por: Antonio Hernandez Gamarra

Los estudiosos de la realidad  del Departamento de Sucre concluyen, inequívocamente, que la nuestra es una sociedad mucho más pobre que la colombiana como conjunto. Desdicha que tiene múltiples caras por el empleo precario, los bajos ingresos, la masiva indigencia, el desamparo de la población campesina desplazada e innumerables etcéteras que se deberían agregar si el propósito de esta columna fuera enumerar las dolencias de la sociedad sucreña.

Que no es el caso, pues otra es mi intención. Lo que pretendo es poner de presente las causas profundas de ese estado de cosas y con ello hacer  hincapié en lo que habrá de hacerse para superar tan calamitosa situación.

No es pobre Sucre por designio divino ni por intención expresa del centralismo, como a veces se piensa. Ello se puede afirmar porque es de recordar que sus tierras son más fértiles que las de Colombia y porque nada indica que el gasto público nacional discrimina adversamente a Sucre, más allá  de lo que lo hace con otras regiones de la periferia a la cuales no les va tan mal como a nosotros cuando se evalúan sus condiciones sociales.

Las verdaderas causas de la pobreza de Sucre se encuentran en nuestra estructura productiva y en la indeseable institucionalidad que hemos tolerado, a lo largo de muchos años.

Sobre lo primero es de señalar que la economía sucreña está basada en actividades que como los servicios gubernamentales y la ganadería generan escaso valor agregado y muy pocos encadenamientos productivos. Por ello mismo son actividades que no amplían la capacidad de compra de los sucreños. Por lo que hace a la institucionalidad, ciertos grupos políticos sucreños, de tiempo atrás, han venido practicando el “todo vale para hacerse elegir y gobernar”  y  “el todo se puede  para apropiarse de los recursos públicos”.

El resultado es que la ética dejó de ser hace rato guía para la conducción de la ciudadanía y que la política se convirtió en un mezquino ejercicio electoral  en procura de beneficios particulares y no en la preocupación por el cuidado y acrecentamiento de los bienes colectivos. Lo cual se corroboró con más oprobio en las elecciones del pasado 14 de marzo.

Porque ese estigma es ahora mayor, a los sucreños nos resultan esperanzadoras las  acciones que para crear una ciudadanía mejor formada y más informada, en procura de la dignidad de Sucre,  viene haciendo Monseñor Nel Beltrán. Acciones que, como en todo el Caribe, deben tener como finalidad última la búsqueda de la equidad, mayor competitividad  y la probidad en el manejo de los recursos públicos.

Equidad para que el gasto público contribuya a disminuir aceleradamente la pobreza y se mejoren las condiciones de la salud y de la educación de la población; más competitividad para que la base productiva ofrezca empleos mejor remunerados que los actuales; y, probidad en el manejo de los bienes colectivos porque de esa forma- sin excepción- quienes nos representen en el Congreso de la República no nos harán avergonzar antes nuestros conciudadanos del resto de Colombia.