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Columnista - 12 diciembre, 2012

Políticamente, vivimos en tiempos paralelos

Por Silvia Betancourt Alliegro ¿Qué será mejor, tener buenas intenciones con planes específicos para alcanzar metas, sin dinero; o, tener suficiente capital y ninguna idea altruista para invertirlo? Los políticos no pueden improvisar, es más, pecan si lo hacen; si se acogen a los caprichos del instante no fabrican felicidad, por el contrario, engendran un […]

Por Silvia Betancourt Alliegro

¿Qué será mejor, tener buenas intenciones con planes específicos para alcanzar metas, sin dinero; o, tener suficiente capital y ninguna idea altruista para invertirlo?

Los políticos no pueden improvisar, es más, pecan si lo hacen; si se acogen a los caprichos del instante no fabrican felicidad, por el contrario, engendran un monstruo que devora todo lo bueno que encuentra a su paso, son vampiros que gravitan en su órbita y se encargan de mantenerlo en la oscuridad, porque así podrán seguir depredando y chupando de la fuente que es de todos y ellos desean solo para sí.

El que gobierna debe ser ¡sin ninguna excusa! un estudioso de las leyes, que son la historia de la civilización, para que no incurra en la procacidad o el prevaricato.

Debe saber escoger  sus servidores, pues de su elección depende el acierto de sus planes, que no deben ser, jamás, de tipo personal o familiar.  Un asesor o un secretario debe conocer de filosofía, derecho, idiomas, elocuencia e historia, para que su ánimo reaccione con donosura y acierto en las adversidades, destacándose por justo y ecuánime; que propicie la clemencia y la justicia para que se extinga la sedición.  Y por sobre todo lo anterior, debe hacer ver la importancia de la opinión pública, porque el pueblo obedece mejor siendo conducido por seres cultivados, que entiendan que existen las diferencias ideológicas y de casta, que guíen con criterio histórico.

En los departamentos colombianos hay una gran lucha entre los principios de la revolución liberal, y los de la tradición monárquica; lo que quiere decir que aún no hemos recorrido las experiencias, necesarias, vividas por la civilización occidental durante el siglo XIX.

Somos todavía un pueblo de bajo perfil, inmensamente rico, delimitado geográficamente por ríos, montañas y mares, con un único y poderosísimo vínculo (menos mal): el idioma.

Carecemos de unidad y solidaridad con la totalidad, que es lo que quiere decir la palabra nación, de vínculos ideológicos sólidos y constantes, porque los partidos adolecen de imparcialidad, que es la característica de los científicos.  Están divididos, por tanto, son transitorios, pero defienden el régimen que dé la mano a las gentes ricas por tradición, así empieza cualquier movimiento separatista.

Tenemos que asumir que aquí, en las regiones que conforman “la patria” ni siquiera se ha llegado (exceptuando el Valle del Cauca y Antioquia), a la plutocracia: mando económico de los grandes industriales.

Como no analizamos, no entendemos qué son las situaciones vitales como la conciencia, la idea de seguridad, y la de crisis.  Contemplamos el mundo como si flotáramos en un tiempo paralelo: vivimos en 1850 y los de allá en el 2012; y cuando se desplazan desde su era, llegan, saquean y se van, con nuestras materias primas y los conocimientos científicos de los ancestros, y para explicárnoslo lo hacen con siglas sonoras: TLC  y otras, que tratan de entender nuestros estudiantes de comercio internacional desde un ambiente aldeano.
[email protected]    @yastao

Columnista
12 diciembre, 2012

Políticamente, vivimos en tiempos paralelos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Por Silvia Betancourt Alliegro ¿Qué será mejor, tener buenas intenciones con planes específicos para alcanzar metas, sin dinero; o, tener suficiente capital y ninguna idea altruista para invertirlo? Los políticos no pueden improvisar, es más, pecan si lo hacen; si se acogen a los caprichos del instante no fabrican felicidad, por el contrario, engendran un […]


Por Silvia Betancourt Alliegro

¿Qué será mejor, tener buenas intenciones con planes específicos para alcanzar metas, sin dinero; o, tener suficiente capital y ninguna idea altruista para invertirlo?

Los políticos no pueden improvisar, es más, pecan si lo hacen; si se acogen a los caprichos del instante no fabrican felicidad, por el contrario, engendran un monstruo que devora todo lo bueno que encuentra a su paso, son vampiros que gravitan en su órbita y se encargan de mantenerlo en la oscuridad, porque así podrán seguir depredando y chupando de la fuente que es de todos y ellos desean solo para sí.

El que gobierna debe ser ¡sin ninguna excusa! un estudioso de las leyes, que son la historia de la civilización, para que no incurra en la procacidad o el prevaricato.

Debe saber escoger  sus servidores, pues de su elección depende el acierto de sus planes, que no deben ser, jamás, de tipo personal o familiar.  Un asesor o un secretario debe conocer de filosofía, derecho, idiomas, elocuencia e historia, para que su ánimo reaccione con donosura y acierto en las adversidades, destacándose por justo y ecuánime; que propicie la clemencia y la justicia para que se extinga la sedición.  Y por sobre todo lo anterior, debe hacer ver la importancia de la opinión pública, porque el pueblo obedece mejor siendo conducido por seres cultivados, que entiendan que existen las diferencias ideológicas y de casta, que guíen con criterio histórico.

En los departamentos colombianos hay una gran lucha entre los principios de la revolución liberal, y los de la tradición monárquica; lo que quiere decir que aún no hemos recorrido las experiencias, necesarias, vividas por la civilización occidental durante el siglo XIX.

Somos todavía un pueblo de bajo perfil, inmensamente rico, delimitado geográficamente por ríos, montañas y mares, con un único y poderosísimo vínculo (menos mal): el idioma.

Carecemos de unidad y solidaridad con la totalidad, que es lo que quiere decir la palabra nación, de vínculos ideológicos sólidos y constantes, porque los partidos adolecen de imparcialidad, que es la característica de los científicos.  Están divididos, por tanto, son transitorios, pero defienden el régimen que dé la mano a las gentes ricas por tradición, así empieza cualquier movimiento separatista.

Tenemos que asumir que aquí, en las regiones que conforman “la patria” ni siquiera se ha llegado (exceptuando el Valle del Cauca y Antioquia), a la plutocracia: mando económico de los grandes industriales.

Como no analizamos, no entendemos qué son las situaciones vitales como la conciencia, la idea de seguridad, y la de crisis.  Contemplamos el mundo como si flotáramos en un tiempo paralelo: vivimos en 1850 y los de allá en el 2012; y cuando se desplazan desde su era, llegan, saquean y se van, con nuestras materias primas y los conocimientos científicos de los ancestros, y para explicárnoslo lo hacen con siglas sonoras: TLC  y otras, que tratan de entender nuestros estudiantes de comercio internacional desde un ambiente aldeano.
[email protected]    @yastao