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Editorial - 5 febrero, 2024

Política nacional: mucho ruido y pocas nueces 

El periodista líder de W Radio Julio Sánchez Cristo escribió en la plataforma X ayer temprano: “El ajuste, para bajar la temperatura, está en manos del presidente Petro y de nadie más. Él es el único que puede ordenar la casa, rearmar su equipo y lo más importante tranquilizar a la opinión pública y recuperar confianza. Dejemos los […]

El periodista líder de W Radio Julio Sánchez Cristo escribió en la plataforma X ayer temprano: “El ajuste, para bajar la temperatura, está en manos del presidente Petro y de nadie más. Él es el único que puede ordenar la casa, rearmar su equipo y lo más importante tranquilizar a la opinión pública y recuperar confianza. Dejemos los golpes blandos, la calle, izquierdas o derechas. Es la hora de poner en blanco y negro el país y unidos empujar”.

La responsabilidad constitucional de representarnos a todos y procurar la unidad nacional, juntarnos a todos los colombianos, es del Presidente de la República. 

No es del fiscal, la procuradora o el contralor, aunque bien harían en contribuir al enfriamiento. Tampoco es función  de las cortes de justicia ni del propio Congreso de la República que es órgano por excelencia de la pluralidad y la diversidad. 

Las manifestaciones irrespetuosas a la figura presidencial que ha hecho Francisco Barbosa han dado pie para enturbiar sus decisiones y las actuaciones del cuerpo de fiscales que bien hace su labor. Además, ciertos de que adelanta una causa contra el hijo del primer mandatario, en la que se tienen conocidas pruebas, no debería  dejar un manto de duda sobre esa investigación; tampoco en la que envuelve la financiación de la campaña, pues  dejó el mensaje de que lo pudiera motivar más su animadversión que la aplicación de la ley penal.  

La Procuraduría General, de quien hemos leído,  de un sobresaliente jurista, el coterráneo vicecontralor Silvano Gómez Strauch, los fundamentos de la suspensión contra el canciller Álvaro Leyva Durán, debe mantener el respeto de los funcionarios por muy connotados que sean. Pues tendrán la oportunidad del debido proceso en las instancias del proceso disciplinario. Así lo recordó hace dos días el Editorial que El Espectador produjo en la pluma  de su director Fidel Cano. 

Frente a un momento político difícil para el gobierno del presidente Petro y de cuestionamientos a su desempeño, no deseamos que se distraiga la opinión pública, y en lugar de desarrollarse las tareas de gobernar y administrar -y darle cumplimiento al Plan Nacional de Desarrollo, para su propio bien-, se entre en desgastantes  altercados desesperanzadores para millones de colombianos que votaron mayoritariamente a su favor en las elecciones presidenciales. 

Cuando el presidente dice que hay una ruptura institucional y la oposición dice que la provoca el presidente, es cuando con cabeza fría hay que atemperar los ánimos, pues hay ruido y pocas nueces: siempre ha habido polarización, dificultades y fuerte oposición, es común en nuestra historia y debemos entenderlo como el juego democrático: si fueron duros en  gobiernos republicanos -oligárquicos, liberal y conservadores,  diría Petro- más se han acentuado  cuando se trata de un experimento de gobierno de una izquierda democrática,  como que fue coautora de la Constitución Política de 1991, que merecía la oportunidad de gobernar a Colombia, y que le fuera bien. El país entonces,  en las elecciones, le dará continuidad política o decidirá la alternación (cambio de gobierno), en medio del marco que tenemos de binomio gobierno-oposición.

Editorial
5 febrero, 2024

Política nacional: mucho ruido y pocas nueces 

El periodista líder de W Radio Julio Sánchez Cristo escribió en la plataforma X ayer temprano: “El ajuste, para bajar la temperatura, está en manos del presidente Petro y de nadie más. Él es el único que puede ordenar la casa, rearmar su equipo y lo más importante tranquilizar a la opinión pública y recuperar confianza. Dejemos los […]


El periodista líder de W Radio Julio Sánchez Cristo escribió en la plataforma X ayer temprano: “El ajuste, para bajar la temperatura, está en manos del presidente Petro y de nadie más. Él es el único que puede ordenar la casa, rearmar su equipo y lo más importante tranquilizar a la opinión pública y recuperar confianza. Dejemos los golpes blandos, la calle, izquierdas o derechas. Es la hora de poner en blanco y negro el país y unidos empujar”.

La responsabilidad constitucional de representarnos a todos y procurar la unidad nacional, juntarnos a todos los colombianos, es del Presidente de la República. 

No es del fiscal, la procuradora o el contralor, aunque bien harían en contribuir al enfriamiento. Tampoco es función  de las cortes de justicia ni del propio Congreso de la República que es órgano por excelencia de la pluralidad y la diversidad. 

Las manifestaciones irrespetuosas a la figura presidencial que ha hecho Francisco Barbosa han dado pie para enturbiar sus decisiones y las actuaciones del cuerpo de fiscales que bien hace su labor. Además, ciertos de que adelanta una causa contra el hijo del primer mandatario, en la que se tienen conocidas pruebas, no debería  dejar un manto de duda sobre esa investigación; tampoco en la que envuelve la financiación de la campaña, pues  dejó el mensaje de que lo pudiera motivar más su animadversión que la aplicación de la ley penal.  

La Procuraduría General, de quien hemos leído,  de un sobresaliente jurista, el coterráneo vicecontralor Silvano Gómez Strauch, los fundamentos de la suspensión contra el canciller Álvaro Leyva Durán, debe mantener el respeto de los funcionarios por muy connotados que sean. Pues tendrán la oportunidad del debido proceso en las instancias del proceso disciplinario. Así lo recordó hace dos días el Editorial que El Espectador produjo en la pluma  de su director Fidel Cano. 

Frente a un momento político difícil para el gobierno del presidente Petro y de cuestionamientos a su desempeño, no deseamos que se distraiga la opinión pública, y en lugar de desarrollarse las tareas de gobernar y administrar -y darle cumplimiento al Plan Nacional de Desarrollo, para su propio bien-, se entre en desgastantes  altercados desesperanzadores para millones de colombianos que votaron mayoritariamente a su favor en las elecciones presidenciales. 

Cuando el presidente dice que hay una ruptura institucional y la oposición dice que la provoca el presidente, es cuando con cabeza fría hay que atemperar los ánimos, pues hay ruido y pocas nueces: siempre ha habido polarización, dificultades y fuerte oposición, es común en nuestra historia y debemos entenderlo como el juego democrático: si fueron duros en  gobiernos republicanos -oligárquicos, liberal y conservadores,  diría Petro- más se han acentuado  cuando se trata de un experimento de gobierno de una izquierda democrática,  como que fue coautora de la Constitución Política de 1991, que merecía la oportunidad de gobernar a Colombia, y que le fuera bien. El país entonces,  en las elecciones, le dará continuidad política o decidirá la alternación (cambio de gobierno), en medio del marco que tenemos de binomio gobierno-oposición.