Uno, dos y más ciudadanos pensantes de este país, hasta llegar a la totalidad de ellos, han aceptado la realidad sabida pero no aceptada, de existir una actuación contraria a la debida, haciendo lo contrario de lo que se debe hacer
Por: Nurys Esther Pardo Conrado
Uno, dos y más ciudadanos pensantes de este país, hasta llegar a la totalidad de ellos, han aceptado la realidad sabida pero no aceptada, de existir una actuación contraria a la debida, haciendo lo contrario de lo que se debe hacer, con el fin de enderezar al país a su actuar normal y más que ello deseada. Sabemos que el gobierno en todos sus roles ha perdido el rumbo, un clima de insatisfacción aflora por doquier, nada se salva desde las relaciones con la comunidad internacional, hasta el más ínfimo actuar del Estado, conllevando este asunto a un desgobierno y una situación caótica para decir lo menor.
Desde la posesión del hoy presidente, se avizoró un clima de inconformidad amigable, el mayor soporte para la elección del hoy mandatario, como lo fue el ex Álvaro Uribe Vélez, indignado y a punto de infartar, declaró un Estado incomodo, su apoyo vital y definitivo había sido desconocido, hasta el punto de ver con sorpresa, cómo sus impíos enemigos llegaron a los mejores cargos y desde ellos implementar una política de difamación en su contra, después de haber utilizado el poderío que nadie le puede arrebatar.
El doctor Santos descuidó la seguridad democrática, nada encontramos de esa otrora tenaza, para preservar el orden interno, la economía atraviesa una época aciaga cada vez más reducida a bajos niveles, el sector agropecuario sumido en una crisis estructural, la rama jurisdiccional del poder público insatisfecho y casi semiparalizado, atendiendo la indignidad salarial a los que están sometidos.
La política de empleo abandonada, los TLC estancados y sin esperanzas de dinamizarse, una reforma tributaria desarticulada, jamás coincidente con lo específico, que decir de las reformas tramitadas en el Congreso o de obras que se ventilan, a cuyo futuro se les viene una suerte nefasta, la minería como renglón del desarrollo está estigmatizado por imperantes posición dominante que ejercen, hasta el punto de endilgarles ser causante del desastre ambiental de todo orden.
Acerca de las regalías que en el pasado recibíamos por la explotación del carbón y su impacto en el sector, nuestros municipios del corredor minero, se optó por reformar la manera de distribuirlas, se irrigó el recurso para toda la nación, con el prurito de evitar la corrupción sobre ellas, pero el colmo de todo esto, es el resultado de ello, se llevaron el dinero correspondiente al índice presupuestal asignado, pero nos dejaron a los cleptómanos, a esos personajes habidos de riquezas, los mismos que cambian cárceles por bienestar dinerario, permutan prontuario a cambio de estrato, modo de vida indigno pero para ellos altruistas, porque lo primero que pierde el delincuente es el pudor y la honradez.
Hoy el actual Presidente está a merced del vaivén electorero, nada tiene ganado, la pérdida de confiabilidad de sus conciudadanos le augura una derrota, pero el país parece levantarse en su contra, sino miremos como señal la reciente huelga en el Cerrejón, paro de cafeteros y la inconformidad del transporte de carga que seguro lo pondrán en riesgo, mientras tanto, Uribe y su discurso, encaminan la voluntad popular a su favor.
Estamos a un año y meses de la elección presidencial y el presidente Santos, ha bajado tanto, pero tanto su popularidad, resultado de su actuar inadecuado, el cual ha sido inferior a su compromiso con las necesidades que tiene este país.
Uno, dos y más ciudadanos pensantes de este país, hasta llegar a la totalidad de ellos, han aceptado la realidad sabida pero no aceptada, de existir una actuación contraria a la debida, haciendo lo contrario de lo que se debe hacer
Por: Nurys Esther Pardo Conrado
Uno, dos y más ciudadanos pensantes de este país, hasta llegar a la totalidad de ellos, han aceptado la realidad sabida pero no aceptada, de existir una actuación contraria a la debida, haciendo lo contrario de lo que se debe hacer, con el fin de enderezar al país a su actuar normal y más que ello deseada. Sabemos que el gobierno en todos sus roles ha perdido el rumbo, un clima de insatisfacción aflora por doquier, nada se salva desde las relaciones con la comunidad internacional, hasta el más ínfimo actuar del Estado, conllevando este asunto a un desgobierno y una situación caótica para decir lo menor.
Desde la posesión del hoy presidente, se avizoró un clima de inconformidad amigable, el mayor soporte para la elección del hoy mandatario, como lo fue el ex Álvaro Uribe Vélez, indignado y a punto de infartar, declaró un Estado incomodo, su apoyo vital y definitivo había sido desconocido, hasta el punto de ver con sorpresa, cómo sus impíos enemigos llegaron a los mejores cargos y desde ellos implementar una política de difamación en su contra, después de haber utilizado el poderío que nadie le puede arrebatar.
El doctor Santos descuidó la seguridad democrática, nada encontramos de esa otrora tenaza, para preservar el orden interno, la economía atraviesa una época aciaga cada vez más reducida a bajos niveles, el sector agropecuario sumido en una crisis estructural, la rama jurisdiccional del poder público insatisfecho y casi semiparalizado, atendiendo la indignidad salarial a los que están sometidos.
La política de empleo abandonada, los TLC estancados y sin esperanzas de dinamizarse, una reforma tributaria desarticulada, jamás coincidente con lo específico, que decir de las reformas tramitadas en el Congreso o de obras que se ventilan, a cuyo futuro se les viene una suerte nefasta, la minería como renglón del desarrollo está estigmatizado por imperantes posición dominante que ejercen, hasta el punto de endilgarles ser causante del desastre ambiental de todo orden.
Acerca de las regalías que en el pasado recibíamos por la explotación del carbón y su impacto en el sector, nuestros municipios del corredor minero, se optó por reformar la manera de distribuirlas, se irrigó el recurso para toda la nación, con el prurito de evitar la corrupción sobre ellas, pero el colmo de todo esto, es el resultado de ello, se llevaron el dinero correspondiente al índice presupuestal asignado, pero nos dejaron a los cleptómanos, a esos personajes habidos de riquezas, los mismos que cambian cárceles por bienestar dinerario, permutan prontuario a cambio de estrato, modo de vida indigno pero para ellos altruistas, porque lo primero que pierde el delincuente es el pudor y la honradez.
Hoy el actual Presidente está a merced del vaivén electorero, nada tiene ganado, la pérdida de confiabilidad de sus conciudadanos le augura una derrota, pero el país parece levantarse en su contra, sino miremos como señal la reciente huelga en el Cerrejón, paro de cafeteros y la inconformidad del transporte de carga que seguro lo pondrán en riesgo, mientras tanto, Uribe y su discurso, encaminan la voluntad popular a su favor.
Estamos a un año y meses de la elección presidencial y el presidente Santos, ha bajado tanto, pero tanto su popularidad, resultado de su actuar inadecuado, el cual ha sido inferior a su compromiso con las necesidades que tiene este país.