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Columnista - 3 octubre, 2022

Pobreza y desempleo en el Cesar: un lastre a superar

La pobreza y el desempleo campean actualmente en el Cesar, tanto en la zona rural como urbana, debido a los efectos de la pandemia por covid-19, la crisis económica sobreviviente y la falta de una política pública nacional y departamental para incentivar la economía, generar empleo y apoyar a los microempresarios.

La pobreza y el desempleo campean actualmente en el Cesar, tanto en la zona rural como urbana, debido a los efectos de la pandemia por covid-19, la crisis económica sobreviviente y la falta de una política pública nacional y departamental para incentivar la economía, generar empleo y apoyar a los microempresarios.

El desempleo y la falta de oportunidades generan pobreza, malas condiciones de vida para los ciudadanos, y se constituyen en factores que retrasan el desarrollo y pueden generar deserción escolar, inseguridad y negación de un futuro mejor a miles de jóvenes, madres y padres que anhelan conseguir su sustento diario.

Por lo cual, es necesario desarrollar un programa incluyente en materia de empleo, generando oportunidades para todos, desde el sector público y en sinergia con el privado, para lo cual se pueden apoyar proyectos de microempresarios, que susciten nuevos puestos de trabajo, así como reducir impuestos a quienes contraten personal, incentivar el comercio y atraer la inversión privada. 

Otra forma de combatir el desempleo y generar progreso es incentivar el turismo, potenciando la gastronomía, eventos culturales y artísticos, congresos de profesionales, gremios y académicos, etc., de tal suerte que el Cesar sea epicentro cultural de Colombia y en él concurran numerosas personas deseosas de presenciar dichos eventos y conocer nuestro bello departamento. 

En el mismo sentido, es necesario implementar programas que incentiven la economía del agro, el cual es la despensa del Cesar. Lo anterior implica apoyar los proyectos productivos de los campesinos, para que puedan cultivar la tierra y así proporcionen el alimento que necesitamos en las ciudades, para lo cual no se puede dejar solo al campesinado, sino ayudarles con materias primas, créditos blandos, tecnificación, vías y transporte, de tal forma que les genere rentabilidad la producción agrícola y puedan cubrir su mínimo vital.

Bajo el mismo orden de ideas, es necesario apoyar otros proyectos productivos rurales como la piscicultura y la pesca artesanal, los cuales no pueden estar relegados a un segundo plano, pues constituyen un trabajo digno del cual viven muchas familias cesarenses y de cuya labor nos beneficiamos porque nos abastecen de productos necesarios para nuestra óptima alimentación.

Es por ello que se deben reconocer los derechos colectivos y humanos de los pescadores artesanales y las comunidades que viven en las zonas ribereñas y costeras, así como sus territorios, tales como el trabajo, el mínimo vital, la igualdad, la vida, la salud y la vivienda digna, entre otros, reivindicando sus derechos y el de la mujer que vive en estos territorios como cabeza importante de dichos proyectos productivos.

De la misma forma, es menester apoyarlos con sistemas de créditos flexibles, e incluso subsidios otorgados por el Estado, así como infraestructura y herramientas necesarias para que puedan hacer de su labor una actividad rentable que les permita vivir en condiciones justas y dignas.

El departamento del Cesar tiene zonas fértiles en muchas de sus latitudes (como la zona norte, donde también se da la ganadería), y gracias a los afluentes que lo atraviesan e irrigan, es propicio para la pesca, en zonas como en la margen del río Magdalena y el complejo cenagoso, incluyendo la ciénaga de Zapatosa; mientras que en otras como el centro, se ha establecido la minería (Chiriguaná, El Paso, Becerril, La Jagua de Ibirico, etc.), la cual no ha mejorado las condiciones de vida de sus habitantes, por lo cual también precisan de acciones pragmáticas por parte del gobierno departamental que generen oportunidades para la población.

Sin embargo, para que todas estas propuestas se puedan materializar, se requiere de un nuevo liderazgo transparente, que combata la corrupción y el clientelismo político, y que tenga como norte mejorar las condiciones de vida de la población urbana y rural del Cesar.

Sólo así se podrán concebir, implementar y desarrollar programas productivos en la ciudad y el campo, favoreciendo a los pequeños y medianos productores, microempresarios, campesinos, pescadores y artesanos, como también a los gremios e industriales que generen empleo para la población agobiada por años de pandemia, crisis económica, corrupción y falta de voluntad política. 

Jhon Flórez Jiménez

Columnista
3 octubre, 2022

Pobreza y desempleo en el Cesar: un lastre a superar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jhon Flórez Jiménez

La pobreza y el desempleo campean actualmente en el Cesar, tanto en la zona rural como urbana, debido a los efectos de la pandemia por covid-19, la crisis económica sobreviviente y la falta de una política pública nacional y departamental para incentivar la economía, generar empleo y apoyar a los microempresarios.


La pobreza y el desempleo campean actualmente en el Cesar, tanto en la zona rural como urbana, debido a los efectos de la pandemia por covid-19, la crisis económica sobreviviente y la falta de una política pública nacional y departamental para incentivar la economía, generar empleo y apoyar a los microempresarios.

El desempleo y la falta de oportunidades generan pobreza, malas condiciones de vida para los ciudadanos, y se constituyen en factores que retrasan el desarrollo y pueden generar deserción escolar, inseguridad y negación de un futuro mejor a miles de jóvenes, madres y padres que anhelan conseguir su sustento diario.

Por lo cual, es necesario desarrollar un programa incluyente en materia de empleo, generando oportunidades para todos, desde el sector público y en sinergia con el privado, para lo cual se pueden apoyar proyectos de microempresarios, que susciten nuevos puestos de trabajo, así como reducir impuestos a quienes contraten personal, incentivar el comercio y atraer la inversión privada. 

Otra forma de combatir el desempleo y generar progreso es incentivar el turismo, potenciando la gastronomía, eventos culturales y artísticos, congresos de profesionales, gremios y académicos, etc., de tal suerte que el Cesar sea epicentro cultural de Colombia y en él concurran numerosas personas deseosas de presenciar dichos eventos y conocer nuestro bello departamento. 

En el mismo sentido, es necesario implementar programas que incentiven la economía del agro, el cual es la despensa del Cesar. Lo anterior implica apoyar los proyectos productivos de los campesinos, para que puedan cultivar la tierra y así proporcionen el alimento que necesitamos en las ciudades, para lo cual no se puede dejar solo al campesinado, sino ayudarles con materias primas, créditos blandos, tecnificación, vías y transporte, de tal forma que les genere rentabilidad la producción agrícola y puedan cubrir su mínimo vital.

Bajo el mismo orden de ideas, es necesario apoyar otros proyectos productivos rurales como la piscicultura y la pesca artesanal, los cuales no pueden estar relegados a un segundo plano, pues constituyen un trabajo digno del cual viven muchas familias cesarenses y de cuya labor nos beneficiamos porque nos abastecen de productos necesarios para nuestra óptima alimentación.

Es por ello que se deben reconocer los derechos colectivos y humanos de los pescadores artesanales y las comunidades que viven en las zonas ribereñas y costeras, así como sus territorios, tales como el trabajo, el mínimo vital, la igualdad, la vida, la salud y la vivienda digna, entre otros, reivindicando sus derechos y el de la mujer que vive en estos territorios como cabeza importante de dichos proyectos productivos.

De la misma forma, es menester apoyarlos con sistemas de créditos flexibles, e incluso subsidios otorgados por el Estado, así como infraestructura y herramientas necesarias para que puedan hacer de su labor una actividad rentable que les permita vivir en condiciones justas y dignas.

El departamento del Cesar tiene zonas fértiles en muchas de sus latitudes (como la zona norte, donde también se da la ganadería), y gracias a los afluentes que lo atraviesan e irrigan, es propicio para la pesca, en zonas como en la margen del río Magdalena y el complejo cenagoso, incluyendo la ciénaga de Zapatosa; mientras que en otras como el centro, se ha establecido la minería (Chiriguaná, El Paso, Becerril, La Jagua de Ibirico, etc.), la cual no ha mejorado las condiciones de vida de sus habitantes, por lo cual también precisan de acciones pragmáticas por parte del gobierno departamental que generen oportunidades para la población.

Sin embargo, para que todas estas propuestas se puedan materializar, se requiere de un nuevo liderazgo transparente, que combata la corrupción y el clientelismo político, y que tenga como norte mejorar las condiciones de vida de la población urbana y rural del Cesar.

Sólo así se podrán concebir, implementar y desarrollar programas productivos en la ciudad y el campo, favoreciendo a los pequeños y medianos productores, microempresarios, campesinos, pescadores y artesanos, como también a los gremios e industriales que generen empleo para la población agobiada por años de pandemia, crisis económica, corrupción y falta de voluntad política. 

Jhon Flórez Jiménez