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Columnista - 31 marzo, 2017

Plantados

“Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán”: Salmos 92,13. Frecuentemente me encuentro con personas negativas y desalentadas porque no les gusta el lugar donde están. No les gusta su casa, su pareja, su empleo, sus amigos, etc. Siempre están luchando contra algo e intentando estar en otro lugar. No […]

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“Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán”: Salmos 92,13.

Frecuentemente me encuentro con personas negativas y desalentadas porque no les gusta el lugar donde están.

No les gusta su casa, su pareja, su empleo, sus amigos, etc. Siempre están luchando contra algo e intentando estar en otro lugar.

No estoy hablando del deseo natural de progresar y avanzar, mejorado nuestra calidad de vida, sino a la inconformidad permanente, al sentimiento de rechazo con todo aquello que tengo hoy. Creo que antes de cambiar las circunstancias que rodean mi vida, Dios está más interesado en cambiarme a mí.

Mientras permanezcamos amargados porque las cosas no salen a nuestra manera, nos estamos perdiendo de disfrutar el cambio y sus momentos. Si queremos ver cambios y ver a Dios abrir nuevas puertas, debemos desarrollarnos justo ahí donde estamos plantados. No podemos esperar hasta que todo mejore antes de decidir tener una buena actitud. Tenemos que ser lo mejor que podamos, allí donde estamos ahora. El mejor funcionario, esposo, padre, hermano, amigo.

Muchas veces intentamos llegar a otro lugar para ser felices: sí pudiéramos… sí tuviéramos… este tipo de pensamientos nos aleja de la felicidad. Mejor pensar: Aquí es donde Dios me puso ahora, y hasta que me pueda mover, estaré feliz y daré lo mejor de mí.

Amados amigos, debemos asumir la responsabilidad de ser felices donde estamos ahora. Cuando nos desarrollamos donde estamos plantados y mantenemos una buena actitud, aunque no tengamos ganas de hacerlo; cuando mantenemos la calma aunque las cosas no salgan como esperamos; cuando honramos la autoridad a pesar que no estemos de acuerdo… estaremos sembrando semillas para que Dios nos dé una gran cosecha de sueños e ilusiones cumplidos.

Somos responsables los unos de los otros, debemos ayudar y alentar a otros, debemos motivarlos y guiarlos para que avancen, pero no somos responsables de sus decisiones. Y la verdad franca y directa es que no todos quieren ser felices. Algunas personas disfrutan más con la queja, la crítica y la auto conmiseración, sintiendo lástima por ellos mismo y echándole a otros la culpa de sus desgracias. Estos nunca saldrán del pozo de la desesperación y del lodo cenagoso.

Puede ser que tengamos un entorno negativo. Que las personas de nuestra vida no vayan a ninguna parte y que carezcan de metas, sueños, visión y entusiasmo. Pero no podemos quedarnos allí, debemos desarrollarnos donde estamos, lo que nos toca es sobresalir, avanzar, marcar la diferencia. Levantarnos confiados en Dios que poseemos una dosis de grandeza, y que podemos elevarnos hasta dar lo mejor que podamos aquí, sabiendo que Dios nos llevará a donde debamos ir.

Cuando nosotros hacemos lo que podemos, Dios intervendrá y hará lo que no podemos.

Desarrollémonos donde estamos plantados. Desechemos todo pensamiento de derrota, saquemos de nuestros esquemas mentales lo negativo y esperemos de Dios, lo mejor. Esperemos que las cosas cambien a favor nuestro.

Sembremos semillas de esperanza y seamos felices donde estamos ahora.

Por supuesto, es lícito querer mudarnos de lugar y progresar; pero antes, dejemos huella donde estamos ahora.

Hagamos lo mejor que podamos donde estemos.

Si tomamos la decisión de desarrollarnos donde estamos plantados, Dios derramará su favor y no solamente viviremos felices, sino que también Dios nos abrirá puertas de oportunidades para ir a los lugares con los que habíamos soñado.

¡Disfruta y desarróllate donde estés ahora! Abrazos y bendiciones.

Por Valerio Mejía Araujo

Columnista
31 marzo, 2017

Plantados

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán”: Salmos 92,13. Frecuentemente me encuentro con personas negativas y desalentadas porque no les gusta el lugar donde están. No les gusta su casa, su pareja, su empleo, sus amigos, etc. Siempre están luchando contra algo e intentando estar en otro lugar. No […]


“Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán”: Salmos 92,13.

Frecuentemente me encuentro con personas negativas y desalentadas porque no les gusta el lugar donde están.

No les gusta su casa, su pareja, su empleo, sus amigos, etc. Siempre están luchando contra algo e intentando estar en otro lugar.

No estoy hablando del deseo natural de progresar y avanzar, mejorado nuestra calidad de vida, sino a la inconformidad permanente, al sentimiento de rechazo con todo aquello que tengo hoy. Creo que antes de cambiar las circunstancias que rodean mi vida, Dios está más interesado en cambiarme a mí.

Mientras permanezcamos amargados porque las cosas no salen a nuestra manera, nos estamos perdiendo de disfrutar el cambio y sus momentos. Si queremos ver cambios y ver a Dios abrir nuevas puertas, debemos desarrollarnos justo ahí donde estamos plantados. No podemos esperar hasta que todo mejore antes de decidir tener una buena actitud. Tenemos que ser lo mejor que podamos, allí donde estamos ahora. El mejor funcionario, esposo, padre, hermano, amigo.

Muchas veces intentamos llegar a otro lugar para ser felices: sí pudiéramos… sí tuviéramos… este tipo de pensamientos nos aleja de la felicidad. Mejor pensar: Aquí es donde Dios me puso ahora, y hasta que me pueda mover, estaré feliz y daré lo mejor de mí.

Amados amigos, debemos asumir la responsabilidad de ser felices donde estamos ahora. Cuando nos desarrollamos donde estamos plantados y mantenemos una buena actitud, aunque no tengamos ganas de hacerlo; cuando mantenemos la calma aunque las cosas no salgan como esperamos; cuando honramos la autoridad a pesar que no estemos de acuerdo… estaremos sembrando semillas para que Dios nos dé una gran cosecha de sueños e ilusiones cumplidos.

Somos responsables los unos de los otros, debemos ayudar y alentar a otros, debemos motivarlos y guiarlos para que avancen, pero no somos responsables de sus decisiones. Y la verdad franca y directa es que no todos quieren ser felices. Algunas personas disfrutan más con la queja, la crítica y la auto conmiseración, sintiendo lástima por ellos mismo y echándole a otros la culpa de sus desgracias. Estos nunca saldrán del pozo de la desesperación y del lodo cenagoso.

Puede ser que tengamos un entorno negativo. Que las personas de nuestra vida no vayan a ninguna parte y que carezcan de metas, sueños, visión y entusiasmo. Pero no podemos quedarnos allí, debemos desarrollarnos donde estamos, lo que nos toca es sobresalir, avanzar, marcar la diferencia. Levantarnos confiados en Dios que poseemos una dosis de grandeza, y que podemos elevarnos hasta dar lo mejor que podamos aquí, sabiendo que Dios nos llevará a donde debamos ir.

Cuando nosotros hacemos lo que podemos, Dios intervendrá y hará lo que no podemos.

Desarrollémonos donde estamos plantados. Desechemos todo pensamiento de derrota, saquemos de nuestros esquemas mentales lo negativo y esperemos de Dios, lo mejor. Esperemos que las cosas cambien a favor nuestro.

Sembremos semillas de esperanza y seamos felices donde estamos ahora.

Por supuesto, es lícito querer mudarnos de lugar y progresar; pero antes, dejemos huella donde estamos ahora.

Hagamos lo mejor que podamos donde estemos.

Si tomamos la decisión de desarrollarnos donde estamos plantados, Dios derramará su favor y no solamente viviremos felices, sino que también Dios nos abrirá puertas de oportunidades para ir a los lugares con los que habíamos soñado.

¡Disfruta y desarróllate donde estés ahora! Abrazos y bendiciones.

Por Valerio Mejía Araujo