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Columnista - 7 diciembre, 2013

Pide a Dios que el valor sea siempre mayor que el miedo

  Por Leonardo José Maya Viajeros del viento Soy un viajero de caminos que he inventado en mis ratos de soledad, con el impulso del viento navego cada día a los confines de la memoria,  a veces me cruzo con viajeros que vuelan caminos distintos tripulando cometas siderales.  Ellos me miran sin decir nada. ¡Hey […]

 

Por Leonardo José Maya

Viajeros del viento

Soy un viajero de caminos que he inventado en mis ratos de soledad, con el impulso del viento navego cada día a los confines de la memoria,  a veces me cruzo con viajeros que vuelan caminos distintos tripulando cometas siderales. 

Ellos me miran sin decir nada. ¡Hey viajero! detén tu vuelo, les digo, somos pasajeros del viento. Juntemos nuestros caminos para crear uno solo  que nos conduzca a un mundo  mejor, para que los que nos han de seguir, sepan de una vez y para siempre que fuimos capaces de imaginar un mundo de amor y felicidad infinita, que tuvimos la valentía de ir a buscarlo y que en el camino de su encuentro lo fuimos construyendo tal como lo imaginamos.

El paisaje

Un indio de la tribu aimara, asolado por la deforestación, llegó una tarde a un almacén. Sé quedó extasiado mirando un enorme televisor que mostraba un paisaje del río donde aprendió a pescar, una impresionante cascada de espumas blancas se veía caer a lo profundo mientras una bandada de papagayos coloridos cruzaba sus  viejos caminos del aire sobre la espesa vegetación, estaba absorto mirando el hermoso paisaje que ya no existía .

– ¿Qué es? preguntó.
– Es un Samsung, le dijeron.

A los pocos días nacería su primer hijo, no sabía el sexo, pero ya le tenía el nombre. Lo llamó Samsung. El quería que su hijo llevara el nombre del paisaje más hermoso que sus ojos habían visto jamás.

La oración

Mi tío Caturo conocía los secretos de todas las plantas medicinales: sabía curar el insomnio, los calambres y la desdicha con plantas de las montañas. Conocía también los secretos de los pájaros y dicen que tenia secretos para hablar con ellos, podía curar el mal de ojos –y de amores que son muy parecidos-  con plantas ocultas de los indios. 

Tenía una oración secreta para hacer regresar a un amor lejano y  de acuerdo a la posición de los astros, con esa misma oración podía desterrarlo para siempre. Esta oración me la enseñó con esmero y yo la aprendí desde muy chico con ese  frenesí temerario que me daba el poseer un arma tan poderosa a temprana edad, pero  en realidad precisamente esa ha sido mi tragedia.

Amores extraordinarios que me llevaron hasta el delirio después se alejaron sin motivo y sin razón  aparente y otros que no quisiera volver a ver nunca más se me aparecen  de nuevo en mis caminos a revivirme viejas heridas mal cicatrizadas.

Desde siempre mi vida sentimental ha estado ligada a una oración impredecible y unos amores contrarios, ¿la razón? Mi tío nunca quiso enseñarme la relación entre la posición de los astros y el  amor, me entregó el arma sin enseñarme a disparar, me dejó como un marinero en medio del inmenso océano con una brújula de altísima precisión solo que no sabe donde está realmente el norte. 

 

Columnista
7 diciembre, 2013

Pide a Dios que el valor sea siempre mayor que el miedo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

  Por Leonardo José Maya Viajeros del viento Soy un viajero de caminos que he inventado en mis ratos de soledad, con el impulso del viento navego cada día a los confines de la memoria,  a veces me cruzo con viajeros que vuelan caminos distintos tripulando cometas siderales.  Ellos me miran sin decir nada. ¡Hey […]


 

Por Leonardo José Maya

Viajeros del viento

Soy un viajero de caminos que he inventado en mis ratos de soledad, con el impulso del viento navego cada día a los confines de la memoria,  a veces me cruzo con viajeros que vuelan caminos distintos tripulando cometas siderales. 

Ellos me miran sin decir nada. ¡Hey viajero! detén tu vuelo, les digo, somos pasajeros del viento. Juntemos nuestros caminos para crear uno solo  que nos conduzca a un mundo  mejor, para que los que nos han de seguir, sepan de una vez y para siempre que fuimos capaces de imaginar un mundo de amor y felicidad infinita, que tuvimos la valentía de ir a buscarlo y que en el camino de su encuentro lo fuimos construyendo tal como lo imaginamos.

El paisaje

Un indio de la tribu aimara, asolado por la deforestación, llegó una tarde a un almacén. Sé quedó extasiado mirando un enorme televisor que mostraba un paisaje del río donde aprendió a pescar, una impresionante cascada de espumas blancas se veía caer a lo profundo mientras una bandada de papagayos coloridos cruzaba sus  viejos caminos del aire sobre la espesa vegetación, estaba absorto mirando el hermoso paisaje que ya no existía .

– ¿Qué es? preguntó.
– Es un Samsung, le dijeron.

A los pocos días nacería su primer hijo, no sabía el sexo, pero ya le tenía el nombre. Lo llamó Samsung. El quería que su hijo llevara el nombre del paisaje más hermoso que sus ojos habían visto jamás.

La oración

Mi tío Caturo conocía los secretos de todas las plantas medicinales: sabía curar el insomnio, los calambres y la desdicha con plantas de las montañas. Conocía también los secretos de los pájaros y dicen que tenia secretos para hablar con ellos, podía curar el mal de ojos –y de amores que son muy parecidos-  con plantas ocultas de los indios. 

Tenía una oración secreta para hacer regresar a un amor lejano y  de acuerdo a la posición de los astros, con esa misma oración podía desterrarlo para siempre. Esta oración me la enseñó con esmero y yo la aprendí desde muy chico con ese  frenesí temerario que me daba el poseer un arma tan poderosa a temprana edad, pero  en realidad precisamente esa ha sido mi tragedia.

Amores extraordinarios que me llevaron hasta el delirio después se alejaron sin motivo y sin razón  aparente y otros que no quisiera volver a ver nunca más se me aparecen  de nuevo en mis caminos a revivirme viejas heridas mal cicatrizadas.

Desde siempre mi vida sentimental ha estado ligada a una oración impredecible y unos amores contrarios, ¿la razón? Mi tío nunca quiso enseñarme la relación entre la posición de los astros y el  amor, me entregó el arma sin enseñarme a disparar, me dejó como un marinero en medio del inmenso océano con una brújula de altísima precisión solo que no sabe donde está realmente el norte.