Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 22 marzo, 2013

Pico y Placa en el Valle

Nunca pensamos que Valledupar crecería en esa forma tan desbordada como está ocurriendo. La oferta de vivienda es insuficiente, la capacidad hotelera es poca, los servicios públicos tratan de mejorar, el transporte urbano quedó obsoleto, hasta el Old Parr se escasea

Por Julio C. Oñate Martínez

Nunca pensamos que Valledupar crecería en esa forma tan desbordada como está ocurriendo. La oferta de vivienda es insuficiente, la capacidad hotelera es poca, los servicios públicos tratan de mejorar, el transporte urbano quedó obsoleto, hasta el Old Parr se escasea, pero nos asfixian los ‘zapaticos’ amarillos y las motocicletas, porque todo aquel que se liquida o pensiona en el sector libre o privado solo ve como buena inversión un taxi de los de Marautos o una moto. En algunos sectores y a ciertas horas el tráfico se congestiona, pero la Dr. Oriana Urón en la Secretaría de Tránsito lúcidamente con su equipo de trabajo realiza ingentes esfuerzos para ir solucionando estos pequeños impases propios de una ciudad que eclosiona en todas sus áreas, pero que afortunadamente tiene al frente un alcalde que conoce su pueblo, quiere a su pueblo y no descansa un segundo por darle lo mejor.

Un grupo de amigos aquí en el Valle decidieron darle una mano a nuestro querido Moisés Perea por su constante afán de alegrarnos siempre la vida, aún a costa de sus tropiezos y descalabros en este borbollón de gente.

José Rodríguez “la Urraca” compró moto nueva y la motico vieja se la entregó en arriendo para trabajarla de Pescaito a Zapato en Mano. El Quinqui a paso lento pero seguro resolvió obsequiarle su vieja bicicleta, nueva por estar guardada por más de diez años, para cualquier maraña que se presente y finalmente doña Lola la prestamista, le facilitó por una semana y sin intereses doscientos mil pesos para ir a Chimichagua y traer pescado para el rebusque en Semana Santa.

La cosa pintaba bien pero la motoneta de José, la Urraca, tenía el seguro vencido y cayó en el retén de la cuarta yendo a parar a la chivera sin que hasta hoy haya podido rescatarla puesto que la multa es de alto calibre y para rematar, de la cicla lo bajaron a punta de puñal en una incursión que hizo Moisés a la invasión del aeropuerto pendiente de coger un lote de esos que ahora algunos políticos ofrecen alegremente.

Este oscuro panorama se le ha ensombrecido mucho más a Perea al cumplirse ya un mes y sin poderle cumplir Doña Lola quien lo llamó muy disgustada. El cortésmente él le prometió que el día siguiente lo esperara con la plata. El plazo se cumplió sin ninguna novedad y ella algo alterada le dijo telefónicamente: “me quedé todo el día esperándote, necesito el dinero de inmediato!. Imagínese mi querida doña! que por querer llegar carrera a carrera a llevarle el billete le pedí el carro prestado a Wicho Sánchez, y le fregué la biela del radiador y con semejante embolate la verdad es que le quedé mal. Pero no se preocupe que aquí tengo la moto y mañana bien temprano le llego a su casa con Simón Bolívar ‘prendío’ de los gañotes.

Otro día sin que Moi apareciera y ante el tono destemplao’ de su acreedora le juró que sin falta lo esperara tempranito que para eso tenía la cicla que el Quinqui le había regalado.

Un día más y Moisés con el teléfono apagado. En la tardecita llamó a Doña Lola para comentarle que en un atraco le habían quitado la bicicleta y hasta una cadenita que estaba debiendo en el Callejón de Pedro Rizo. No me va a creer doña Lola! me la pasé todo el día de inspección en inspección tratando de poner el denuncio que finalmente no pude realizar porque la factura de la cicla se le perdió al Quinqui hace treinta años cuando la compró. Pero le aseguro Doña Lola que mañana, ojalá y sea a pie, espéreme, que le devolveré su dinero.

Bien entrada la mañana la doña le timbró a Moi y ya montada en cólera le reprochó: Ajá sinvergüenza, pícaro y ahora con que me vas a salir?. En el tono mas amable Perea le respondió: imagínese doña Lola que tuve la mejor intención de salir a pagarle, pero es que me cogió el pico y placa. Cual pico y placa? Disparó ella, si el carro lo tenei varao, la moto está en la chivera y la bicicleta te la robaron, de que carajo me hablas tu?. Lo que ocurre doña Lola es que aquí en el Valle desde hoy el pico y placa es con la cédula y aquí estoy embromao sin podé salí. Ella iracunda le espetó: mañana temprano esperame en tu casa, pícaro e’ los diablos. Respondiéndole entonces Moisés: mire doña Lola, mañana el pico y placa es moral y solamente pueden salir a la calle las libertinas, las facilitas y las rebusconas, así que por favor no se vaya a exponer que la confundan y vayan a perjudiquen su imagen por una pendejada de estas que no la vale la pena. No se preocupe que algún día le pago.

 

Columnista
22 marzo, 2013

Pico y Placa en el Valle

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Nunca pensamos que Valledupar crecería en esa forma tan desbordada como está ocurriendo. La oferta de vivienda es insuficiente, la capacidad hotelera es poca, los servicios públicos tratan de mejorar, el transporte urbano quedó obsoleto, hasta el Old Parr se escasea


Por Julio C. Oñate Martínez

Nunca pensamos que Valledupar crecería en esa forma tan desbordada como está ocurriendo. La oferta de vivienda es insuficiente, la capacidad hotelera es poca, los servicios públicos tratan de mejorar, el transporte urbano quedó obsoleto, hasta el Old Parr se escasea, pero nos asfixian los ‘zapaticos’ amarillos y las motocicletas, porque todo aquel que se liquida o pensiona en el sector libre o privado solo ve como buena inversión un taxi de los de Marautos o una moto. En algunos sectores y a ciertas horas el tráfico se congestiona, pero la Dr. Oriana Urón en la Secretaría de Tránsito lúcidamente con su equipo de trabajo realiza ingentes esfuerzos para ir solucionando estos pequeños impases propios de una ciudad que eclosiona en todas sus áreas, pero que afortunadamente tiene al frente un alcalde que conoce su pueblo, quiere a su pueblo y no descansa un segundo por darle lo mejor.

Un grupo de amigos aquí en el Valle decidieron darle una mano a nuestro querido Moisés Perea por su constante afán de alegrarnos siempre la vida, aún a costa de sus tropiezos y descalabros en este borbollón de gente.

José Rodríguez “la Urraca” compró moto nueva y la motico vieja se la entregó en arriendo para trabajarla de Pescaito a Zapato en Mano. El Quinqui a paso lento pero seguro resolvió obsequiarle su vieja bicicleta, nueva por estar guardada por más de diez años, para cualquier maraña que se presente y finalmente doña Lola la prestamista, le facilitó por una semana y sin intereses doscientos mil pesos para ir a Chimichagua y traer pescado para el rebusque en Semana Santa.

La cosa pintaba bien pero la motoneta de José, la Urraca, tenía el seguro vencido y cayó en el retén de la cuarta yendo a parar a la chivera sin que hasta hoy haya podido rescatarla puesto que la multa es de alto calibre y para rematar, de la cicla lo bajaron a punta de puñal en una incursión que hizo Moisés a la invasión del aeropuerto pendiente de coger un lote de esos que ahora algunos políticos ofrecen alegremente.

Este oscuro panorama se le ha ensombrecido mucho más a Perea al cumplirse ya un mes y sin poderle cumplir Doña Lola quien lo llamó muy disgustada. El cortésmente él le prometió que el día siguiente lo esperara con la plata. El plazo se cumplió sin ninguna novedad y ella algo alterada le dijo telefónicamente: “me quedé todo el día esperándote, necesito el dinero de inmediato!. Imagínese mi querida doña! que por querer llegar carrera a carrera a llevarle el billete le pedí el carro prestado a Wicho Sánchez, y le fregué la biela del radiador y con semejante embolate la verdad es que le quedé mal. Pero no se preocupe que aquí tengo la moto y mañana bien temprano le llego a su casa con Simón Bolívar ‘prendío’ de los gañotes.

Otro día sin que Moi apareciera y ante el tono destemplao’ de su acreedora le juró que sin falta lo esperara tempranito que para eso tenía la cicla que el Quinqui le había regalado.

Un día más y Moisés con el teléfono apagado. En la tardecita llamó a Doña Lola para comentarle que en un atraco le habían quitado la bicicleta y hasta una cadenita que estaba debiendo en el Callejón de Pedro Rizo. No me va a creer doña Lola! me la pasé todo el día de inspección en inspección tratando de poner el denuncio que finalmente no pude realizar porque la factura de la cicla se le perdió al Quinqui hace treinta años cuando la compró. Pero le aseguro Doña Lola que mañana, ojalá y sea a pie, espéreme, que le devolveré su dinero.

Bien entrada la mañana la doña le timbró a Moi y ya montada en cólera le reprochó: Ajá sinvergüenza, pícaro y ahora con que me vas a salir?. En el tono mas amable Perea le respondió: imagínese doña Lola que tuve la mejor intención de salir a pagarle, pero es que me cogió el pico y placa. Cual pico y placa? Disparó ella, si el carro lo tenei varao, la moto está en la chivera y la bicicleta te la robaron, de que carajo me hablas tu?. Lo que ocurre doña Lola es que aquí en el Valle desde hoy el pico y placa es con la cédula y aquí estoy embromao sin podé salí. Ella iracunda le espetó: mañana temprano esperame en tu casa, pícaro e’ los diablos. Respondiéndole entonces Moisés: mire doña Lola, mañana el pico y placa es moral y solamente pueden salir a la calle las libertinas, las facilitas y las rebusconas, así que por favor no se vaya a exponer que la confundan y vayan a perjudiquen su imagen por una pendejada de estas que no la vale la pena. No se preocupe que algún día le pago.