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Columnista - 23 abril, 2022

Petro y sus 40 ladrones

Petro le debe su libertad y el hecho de hoy estar aspirando a la Presidencia de la República a una amnistía que lo favoreció con perdón y olvido. Algo muy similar a lo que sucedió con sus camaradas de las FARC gracias al mal llamado Proceso de Paz. 

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Definitivamente Gustavo Petro y sus secuaces no tienen vergüenza. Cada vez que proponen una nueva idea para implementar en un posible gobierno suyo se desatan polémicas por lo absurdas que son. Ahora nos sorprende con un concepto sacado de la manga que él denomina “perdón social” pero que no es más que impunidad para quienes han delinquido y de quienes requiere apoyo electoral. Se ve derrotado y actúa con el desespero electoral de Samper 28 años atrás.

Petro le debe su libertad y el hecho de hoy estar aspirando a la Presidencia de la República a una amnistía que lo favoreció con perdón y olvido. Algo muy similar a lo que sucedió con sus camaradas de las FARC gracias al mal llamado Proceso de Paz. 

Bien difícil resulta poner tras las rejas a los corruptos en este país, como para que ahora el señor de las bolsas venga a convencernos de que a angelitos como los hermanos Moreno, los del carrusel de la contratación que desangró a Bogotá, les perdonemos sus fechorías y los regresemos a la casita sin problema, para que después los admiremos y hasta los apoyemos en posibles intentos por recuperar el poder. La misma historia de Petro, el ‘Cacas’, alias ‘Aureliano’, favorecido con el proceso de desmovilización del M-19 durante el gobierno de Virgilio Barco.

En Colombia se ha vuelto común que los delincuentes no paguen sus culpas, no le responden a la sociedad, no la indemnizan y, por el contrario, se erigen como bastiones de la lucha contra la corrupción. Señores, un bandido nunca deja de serlo; no es conocida la figura de exbandido o de bandido retirado; Petro fue, es y seguirá siendo eso: un bandido.

Cada vez que este tipo de procesos se adelanta, los colombianos de bien, que somos la mayoría, los que siempre hemos actuado dentro de la institucionalidad, los que no hemos cometido un delito, nos sentimos estúpidos, indefensos ante semejantes atropellos. Esta sociedad estimula así ese dicho que dice que “el vivo vive del bobo”.

Aquí los que cumplimos con la ley nos vemos en desventaja. Por eso no debemos sorprendernos cuando la juventud de hoy no quiere madrugar a estudiar y menos a trabajar; quiere disfrutar de la pomposa vida que muestran las narconovelas del Senador Bolívar, esas que han dejado muy en alto el nombre de nuestro país. ¿Qué podemos esperar?

Constantemente el Pacto Histórico nos sorprende con una desfachatez que socialmente genera rechazo y sobre la que después de un par de días no se vuelve a hablar. Poco a poco nos han ido mostrando con esas ideas absurdas lo que debe ser la vida en sociedad, lo que sucederá cuando, como ellos sueñan, lleguen al poder para nunca más dejarlo. Lo que pasa es que todo se supo, se les embolató la cosa y su descaro ahora les pasó factura.

Hay que desenmascarar a quien se muestra como un salvador cuando realmente no ha dejado de ser el mismo guerrillero, secuestrador y terrorista que se alió con Pablo Escobar para tomarse el Palacio de Justicia, asesinar a los magistrados y quemar los archivos donde se encontraban las pruebas que incriminaban al líder de los extraditables. 

Ese mismo modus operandi lo usan para proteger a los Moreno, a Roy, a Benedetti, a Prada, a Piedad Córdoba, a Timochenko y a las FARC, para que sigan delinquiendo por medio de sus disidencias sin reparar a las víctimas. La lista es larga. ¡Delincuentes con Petro! Por eso escribimos estas líneas. No nos cansaremos de dejar al descubierto estas sinvergüencerías que a Dios gracias nos alejan del abismo.

Con la polémica que ha despertado esta curiosa propuesta ahora Petro nos cree pendejos y dice que su hermano no lo representó en las conversaciones con presos de La Picota; y luego de jalarle las orejas por dejarse coger en esas andanzas, le pasó lo mismo a Piedad Córdoba: la cogieron negociando con hampones en las cárceles. También lo niegan. Lo mismo de siempre, le hacen conejo a la verdad, no dan la cara, creen que no olemos la porquería que están cocinando. 

Con lo que no contaban Petro y sus 40 ladrones era con que Federico Gutiérrez se les atravesaría en el camino y les dañaría las cuentas. 

Columnista
23 abril, 2022

Petro y sus 40 ladrones

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

Petro le debe su libertad y el hecho de hoy estar aspirando a la Presidencia de la República a una amnistía que lo favoreció con perdón y olvido. Algo muy similar a lo que sucedió con sus camaradas de las FARC gracias al mal llamado Proceso de Paz. 


Definitivamente Gustavo Petro y sus secuaces no tienen vergüenza. Cada vez que proponen una nueva idea para implementar en un posible gobierno suyo se desatan polémicas por lo absurdas que son. Ahora nos sorprende con un concepto sacado de la manga que él denomina “perdón social” pero que no es más que impunidad para quienes han delinquido y de quienes requiere apoyo electoral. Se ve derrotado y actúa con el desespero electoral de Samper 28 años atrás.

Petro le debe su libertad y el hecho de hoy estar aspirando a la Presidencia de la República a una amnistía que lo favoreció con perdón y olvido. Algo muy similar a lo que sucedió con sus camaradas de las FARC gracias al mal llamado Proceso de Paz. 

Bien difícil resulta poner tras las rejas a los corruptos en este país, como para que ahora el señor de las bolsas venga a convencernos de que a angelitos como los hermanos Moreno, los del carrusel de la contratación que desangró a Bogotá, les perdonemos sus fechorías y los regresemos a la casita sin problema, para que después los admiremos y hasta los apoyemos en posibles intentos por recuperar el poder. La misma historia de Petro, el ‘Cacas’, alias ‘Aureliano’, favorecido con el proceso de desmovilización del M-19 durante el gobierno de Virgilio Barco.

En Colombia se ha vuelto común que los delincuentes no paguen sus culpas, no le responden a la sociedad, no la indemnizan y, por el contrario, se erigen como bastiones de la lucha contra la corrupción. Señores, un bandido nunca deja de serlo; no es conocida la figura de exbandido o de bandido retirado; Petro fue, es y seguirá siendo eso: un bandido.

Cada vez que este tipo de procesos se adelanta, los colombianos de bien, que somos la mayoría, los que siempre hemos actuado dentro de la institucionalidad, los que no hemos cometido un delito, nos sentimos estúpidos, indefensos ante semejantes atropellos. Esta sociedad estimula así ese dicho que dice que “el vivo vive del bobo”.

Aquí los que cumplimos con la ley nos vemos en desventaja. Por eso no debemos sorprendernos cuando la juventud de hoy no quiere madrugar a estudiar y menos a trabajar; quiere disfrutar de la pomposa vida que muestran las narconovelas del Senador Bolívar, esas que han dejado muy en alto el nombre de nuestro país. ¿Qué podemos esperar?

Constantemente el Pacto Histórico nos sorprende con una desfachatez que socialmente genera rechazo y sobre la que después de un par de días no se vuelve a hablar. Poco a poco nos han ido mostrando con esas ideas absurdas lo que debe ser la vida en sociedad, lo que sucederá cuando, como ellos sueñan, lleguen al poder para nunca más dejarlo. Lo que pasa es que todo se supo, se les embolató la cosa y su descaro ahora les pasó factura.

Hay que desenmascarar a quien se muestra como un salvador cuando realmente no ha dejado de ser el mismo guerrillero, secuestrador y terrorista que se alió con Pablo Escobar para tomarse el Palacio de Justicia, asesinar a los magistrados y quemar los archivos donde se encontraban las pruebas que incriminaban al líder de los extraditables. 

Ese mismo modus operandi lo usan para proteger a los Moreno, a Roy, a Benedetti, a Prada, a Piedad Córdoba, a Timochenko y a las FARC, para que sigan delinquiendo por medio de sus disidencias sin reparar a las víctimas. La lista es larga. ¡Delincuentes con Petro! Por eso escribimos estas líneas. No nos cansaremos de dejar al descubierto estas sinvergüencerías que a Dios gracias nos alejan del abismo.

Con la polémica que ha despertado esta curiosa propuesta ahora Petro nos cree pendejos y dice que su hermano no lo representó en las conversaciones con presos de La Picota; y luego de jalarle las orejas por dejarse coger en esas andanzas, le pasó lo mismo a Piedad Córdoba: la cogieron negociando con hampones en las cárceles. También lo niegan. Lo mismo de siempre, le hacen conejo a la verdad, no dan la cara, creen que no olemos la porquería que están cocinando. 

Con lo que no contaban Petro y sus 40 ladrones era con que Federico Gutiérrez se les atravesaría en el camino y les dañaría las cuentas.