No tiene absolutamente ningún sentido que se sigan ahondando diferencias que se pueden zanjar con voluntad y disposición política, respeto a las soberanías, y un eficiente trabajo diplomático.
Después del irrefutable triunfó de Gustavo Petro y de la polarización que generó el debate electoral, ya sobre hechos cumplidos se ha dado paso a la observación y al análisis de las primeras decisiones que ha anunciado Gustavo Petro, lo que hagenerado algunos escepticismos, pero en general cierto grado de confianza y esperanza por los anuncios.
Entre esos anuncios está el tema de la inevitable reforma tributaria, clave para los propósitos del gobierno Petro y no expuesta en forma clara en la campaña, es uno de los temas que ha generado incertidumbre, no solo a empresarios e inversionistas, también en algunos sectores laborales, del sector público y del privado.
Todo ello debido a que la reforma apunta a ampliar el universo de los contribuyentes del impuesto a la renta y el impuesto al patrimonio, lo que afectara los ingresos y de cierta forma si no se controla la inflación la capacidad de consumo de los nuevos contribuyentes.
Después de la aludida polarización son más que normales los resquemores, por encima de ellos debe estar la confianza en los criterios del buen gobierno que rotulan a Gustavo Petro, en este contexto creo férreamente en la concepción del proceso de paz de Petro, criticado desde ya por los mismos retrógrados de siempre, también es totalmente acertado restablecer las relaciones con Venezuela.
No tiene absolutamente ningún sentido que se sigan ahondando diferencias que se pueden zanjar con voluntad y disposición política, respeto a las soberanías, y un eficiente trabajo diplomático.
Históricamente Venezuela ha sido un socio comercial importante para el país, cuya relación de intercambio era favorable para nuestra balanza comercial y nuestra balanza de pagos. Restablecer esas relaciones y subsidiariamente recuperar ese mercado para el país, resulta importante para el crecimiento económico.
Otra premisa que resulta supremamente necesaria para la obtención de la paz y que propiciara gobernabilidad al presidente Petro es la convocatoria a la unidad nacional, cuyo fin último es anteponer los intereses del país a las diferencias ideológicas y políticas, propósito totalmente verosímil, con lo que jerárquicamente pudo ser el anuncio más importante en el discurso pronunciado por Petro electo, minutos después de su elección, “desarrollare el sistema capitalista en Colombia”, anuncio que rompió el celofán de la incertidumbre, sobre un eventual gobierno de Petro, ¿Cuál sería el modelo económico, en cuyo ámbito gobernaría? A la luz de la Teoría Económica y acorde al anuncio del presidente, podemos colegir que los profundos cambios que necesita el país se forjaran en el contexto de un modelo que orbitara alrededor de la economía de mercado, donde se debe garantizar a la empresa privada la seguridad jurídica y las condiciones para que coadyuve a la obtención de unos mejores indicadores económicos y sociales, bajo la vigilancia, de un estado fuerte y regulador, cuando las condiciones del mercado fallen.
No tiene absolutamente ningún sentido que se sigan ahondando diferencias que se pueden zanjar con voluntad y disposición política, respeto a las soberanías, y un eficiente trabajo diplomático.
Después del irrefutable triunfó de Gustavo Petro y de la polarización que generó el debate electoral, ya sobre hechos cumplidos se ha dado paso a la observación y al análisis de las primeras decisiones que ha anunciado Gustavo Petro, lo que hagenerado algunos escepticismos, pero en general cierto grado de confianza y esperanza por los anuncios.
Entre esos anuncios está el tema de la inevitable reforma tributaria, clave para los propósitos del gobierno Petro y no expuesta en forma clara en la campaña, es uno de los temas que ha generado incertidumbre, no solo a empresarios e inversionistas, también en algunos sectores laborales, del sector público y del privado.
Todo ello debido a que la reforma apunta a ampliar el universo de los contribuyentes del impuesto a la renta y el impuesto al patrimonio, lo que afectara los ingresos y de cierta forma si no se controla la inflación la capacidad de consumo de los nuevos contribuyentes.
Después de la aludida polarización son más que normales los resquemores, por encima de ellos debe estar la confianza en los criterios del buen gobierno que rotulan a Gustavo Petro, en este contexto creo férreamente en la concepción del proceso de paz de Petro, criticado desde ya por los mismos retrógrados de siempre, también es totalmente acertado restablecer las relaciones con Venezuela.
No tiene absolutamente ningún sentido que se sigan ahondando diferencias que se pueden zanjar con voluntad y disposición política, respeto a las soberanías, y un eficiente trabajo diplomático.
Históricamente Venezuela ha sido un socio comercial importante para el país, cuya relación de intercambio era favorable para nuestra balanza comercial y nuestra balanza de pagos. Restablecer esas relaciones y subsidiariamente recuperar ese mercado para el país, resulta importante para el crecimiento económico.
Otra premisa que resulta supremamente necesaria para la obtención de la paz y que propiciara gobernabilidad al presidente Petro es la convocatoria a la unidad nacional, cuyo fin último es anteponer los intereses del país a las diferencias ideológicas y políticas, propósito totalmente verosímil, con lo que jerárquicamente pudo ser el anuncio más importante en el discurso pronunciado por Petro electo, minutos después de su elección, “desarrollare el sistema capitalista en Colombia”, anuncio que rompió el celofán de la incertidumbre, sobre un eventual gobierno de Petro, ¿Cuál sería el modelo económico, en cuyo ámbito gobernaría? A la luz de la Teoría Económica y acorde al anuncio del presidente, podemos colegir que los profundos cambios que necesita el país se forjaran en el contexto de un modelo que orbitara alrededor de la economía de mercado, donde se debe garantizar a la empresa privada la seguridad jurídica y las condiciones para que coadyuve a la obtención de unos mejores indicadores económicos y sociales, bajo la vigilancia, de un estado fuerte y regulador, cuando las condiciones del mercado fallen.