El cambio es necesario, no como lo pregonan los gatopardos, para que todo siga igual, el cómodo statu quo que le sirve a los maromeros de este circo llamado Colombia.
Como Julio César en las Galias, Petro hizo lo mismo en Valledupar el viernes pasado en la plaza Alfonso López; desde Gaitán no se veían apoteosis como esta, Valledupar despertó, como toda Colombia, no es una primicia, es una marca; Petro no es un hombre, es la esperanza de un país anonadado, vulnerado y masacrado; Petro no es un mesías, ningún profeta lo ha anunciado, es un costeño del montón con valor civil y con grandes capacidades para gobernar a un país descuadernado, absorbido por una mafia narco-paramilitar y corrupta, integrada por 40 familias centenarias cuya caja menor son las arcas del Estado y los negociones que de este se desprenden y que se han mantenido ahí en nombre de una falsa democracia, más bien una plutocracia que se encumbró, no gracias al trabajo aportado sino al raponazo de las finanzas públicas.
El cambio es necesario, no como lo pregonan los gatopardos, para que todo siga igual, el cómodo statu quo que le sirve a los maromeros de este circo llamado Colombia. Petro no propone una revolución socialista, solo está indicando cómo se deben hacer las cosas y qué es lo prioritario para hacer; no propone quitarle nada a nadie sino empoderar a los que nunca han tenido algo, ni siquiera los elementos que garanticen las libertades, los servicios públicos y sanitarios.
Una verdadera democracia es aquella que irradia luz, esperanza y transparencia a todos los rincones donde nunca ha llegado el Estado; es cerrar la brecha entre la inequidad y la violencia, es crear oportunidades, es garantizar la seguridad alimentaria de todos los colombianos, la vida y la paz, es cambiar la matriz energética, es acabar con el maridaje entre la política, el poder y el crimen, es mantener un sano equilibrio entre la vida y la naturaleza, es acabar con la inseguridad mafiosa, es desterrar el miedo y el terrorismo de Estado, es garantizar a nuestros campesinos sus condiciones de trabajo, es fomentar la industria nacional destruida por los TLC.
Petro tiene un enfoque diferente para las costas colombianas; en todo el mundo las zonas más desarrolladas y estratégicas son sus costas por donde siempre entró la cultura y el comercio a los pueblos; la guerra en Ucrania gira alrededor de la salida al mar Negro, las guerras púnicas y las médicas se centraron sobre el derecho a los puertos marítimos; en Colombia es al revés, aquí son las regiones más olvidadas y marginadas, nuestro desarrollo se concentró en los Andes; el Pacifico y el Caribe son los parias de Colombia, reducidos a la lucha entre clanes del narcotráfico y conexos con algunos elementos de la fuerza pública tal como se ha documentado; los peores indicares socio económicos ocurren aquí y también la mayor corrupción electoral; gracias a este retraso, aquí comenzó el narcotráfico, aquí se fortalecieron las AUC, aquí comenzó el mayor desplazamiento de campesinos cuyas tierras les fueron arrebatadas, y hoy, el crimen controla todas las costas.
El Cesar registra uno de los mayores desplazamientos y número de víctimas del país. Por fortuna, no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista, dice el adagio; las oportunidades son calvas pero han llegado con el Pacto Histórico liderado por Gustavo Petro y Francia Márquez; él, único costeño en los últimos 136 años y ella, la 1ª esclava liberada con opción de poder y cambio. El P.H es un acuerdo de voluntades para salvar al país y origen de otro pacto por la vida, la democracia y la paz. Con ellos crecerá un nuevo árbol cuyas raíces se extenderán desde el Amazonas hasta La Guajira y desde el Orinoco hasta Buenaventura y todo el Pacífico. Esto debe cambiar el 29/05/2022. PETRO PRESIDENTE.
El cambio es necesario, no como lo pregonan los gatopardos, para que todo siga igual, el cómodo statu quo que le sirve a los maromeros de este circo llamado Colombia.
Como Julio César en las Galias, Petro hizo lo mismo en Valledupar el viernes pasado en la plaza Alfonso López; desde Gaitán no se veían apoteosis como esta, Valledupar despertó, como toda Colombia, no es una primicia, es una marca; Petro no es un hombre, es la esperanza de un país anonadado, vulnerado y masacrado; Petro no es un mesías, ningún profeta lo ha anunciado, es un costeño del montón con valor civil y con grandes capacidades para gobernar a un país descuadernado, absorbido por una mafia narco-paramilitar y corrupta, integrada por 40 familias centenarias cuya caja menor son las arcas del Estado y los negociones que de este se desprenden y que se han mantenido ahí en nombre de una falsa democracia, más bien una plutocracia que se encumbró, no gracias al trabajo aportado sino al raponazo de las finanzas públicas.
El cambio es necesario, no como lo pregonan los gatopardos, para que todo siga igual, el cómodo statu quo que le sirve a los maromeros de este circo llamado Colombia. Petro no propone una revolución socialista, solo está indicando cómo se deben hacer las cosas y qué es lo prioritario para hacer; no propone quitarle nada a nadie sino empoderar a los que nunca han tenido algo, ni siquiera los elementos que garanticen las libertades, los servicios públicos y sanitarios.
Una verdadera democracia es aquella que irradia luz, esperanza y transparencia a todos los rincones donde nunca ha llegado el Estado; es cerrar la brecha entre la inequidad y la violencia, es crear oportunidades, es garantizar la seguridad alimentaria de todos los colombianos, la vida y la paz, es cambiar la matriz energética, es acabar con el maridaje entre la política, el poder y el crimen, es mantener un sano equilibrio entre la vida y la naturaleza, es acabar con la inseguridad mafiosa, es desterrar el miedo y el terrorismo de Estado, es garantizar a nuestros campesinos sus condiciones de trabajo, es fomentar la industria nacional destruida por los TLC.
Petro tiene un enfoque diferente para las costas colombianas; en todo el mundo las zonas más desarrolladas y estratégicas son sus costas por donde siempre entró la cultura y el comercio a los pueblos; la guerra en Ucrania gira alrededor de la salida al mar Negro, las guerras púnicas y las médicas se centraron sobre el derecho a los puertos marítimos; en Colombia es al revés, aquí son las regiones más olvidadas y marginadas, nuestro desarrollo se concentró en los Andes; el Pacifico y el Caribe son los parias de Colombia, reducidos a la lucha entre clanes del narcotráfico y conexos con algunos elementos de la fuerza pública tal como se ha documentado; los peores indicares socio económicos ocurren aquí y también la mayor corrupción electoral; gracias a este retraso, aquí comenzó el narcotráfico, aquí se fortalecieron las AUC, aquí comenzó el mayor desplazamiento de campesinos cuyas tierras les fueron arrebatadas, y hoy, el crimen controla todas las costas.
El Cesar registra uno de los mayores desplazamientos y número de víctimas del país. Por fortuna, no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista, dice el adagio; las oportunidades son calvas pero han llegado con el Pacto Histórico liderado por Gustavo Petro y Francia Márquez; él, único costeño en los últimos 136 años y ella, la 1ª esclava liberada con opción de poder y cambio. El P.H es un acuerdo de voluntades para salvar al país y origen de otro pacto por la vida, la democracia y la paz. Con ellos crecerá un nuevo árbol cuyas raíces se extenderán desde el Amazonas hasta La Guajira y desde el Orinoco hasta Buenaventura y todo el Pacífico. Esto debe cambiar el 29/05/2022. PETRO PRESIDENTE.