Un género importante del periodismo es el de opinión; aquí, el autor tiene ciertas libertades para opinar y uno de sus censores es su lector; uno lee a un columnista por su temática, por su claridad y coherencia conceptual, por su pertinencia y valor. Informar la verdad es la misión del periodista pero el medio […]
Un género importante del periodismo es el de opinión; aquí, el autor tiene ciertas libertades para opinar y uno de sus censores es su lector; uno lee a un columnista por su temática, por su claridad y coherencia conceptual, por su pertinencia y valor.
Informar la verdad es la misión del periodista pero el medio lo limita, por eso su visión es parcial. Si bien las opiniones son libres, deben tener una base creíble tal que enriquezcan al lector. Un buen periodista debe calificar sus fuentes y no creer en nada de lo que le digan y solo en la mitad de lo que viere. La semana pasada leí una columna de nuestro bien leído colega y buen fotógrafo Jacobo Solano, titulada ‘Petro, ¿candidato de la guerrilla? Si bien esta es una pregunta, la primera impresión que podría dársele al lector, que no lea el texto, es que se trata de una insinuación. Este titular podría llevar un macartista mensaje subliminal. No soy del progresismo ni amigo de Petro pero su gestión no se puede medir con la lupa de Arismendi, de MI Rueda, de CMI, ni de otros desinformantes que nunca aceptaron que un hijo de Ciénaga de Oro, con visión no convencional, fuera el alcalde de Bogotá, el único izquierdista en su historia. Claro, Petro impidió desde el congreso que “refundaran la patria”, los intereses allí tumbados tenían que generar represalias. “Dad a Dios lo que es Dios y a Petro lo que es de él”.
A Petro hay que medirlo es por sus indicadores; p.ej., disminuyó el embarazo adolescente en 31%; cinco mil niñas de los barrios pobres de Bogotá evitaron esta tragedia; en Bogotá ya no mueren los niños por desnutrición como sí en La Guajira, Chocó y Vaupés; los médicos de la Bogotá Humana visitaron 866.000 hogares para hacer prevención; por eso la mortalidad perinatal cayó de 36 a 14.7%; la mortalidad infantil pasó de 16.7 a 9.4 por mil niños nacidos vivos. Bogotá hoy tiene los más bajos índices de pobreza del país, 10% frente al 28% que es la media nacional.
La ONU vino a Bogotá a mirar y admirar lo que Petro hacía en materia de salud pero los medios nada informaron sobre esta visita. La tasa de homicidios cayó a 32/100.000, la más baja en los últimos 27 años. Según Finantial Times, Bogotá es la octava ciudad del orbe para inversión y la primera en Latinoamérica (base: 44 megaciudades); esto no se dio solo. La Corte Constitucional respaldó en dos ocasiones el modelo de basuras de Petro, el cual permitió que la gente de bajos recursos, que es la mayoría en Bogotá, dejara de pagar en sus facturas de aseo, $37.505 millones solo en 2013, dinero que le sacaron del bolsillo a los cuatro privados que manejaban el negocio; eso les dolió.
Petro dejó listo el proyecto del metro que ahora Peñalosa quiere escamotear. Petro fue el primer alcalde en hablar de cambio climático; los zorreros y caballos de Bogotá se dignificaron mediante una estrategia socio-ambiental; los humedales que Peñalosa quiere secar, Petro los protegió. A Petro le critican el consumo mínimo vital, seis metros cúbicos por mes; es cuestión de nombres: para las EPM esto se llama “Agua Prepago”. Pero ¿cómo pagan el agua los miserables del sur, sin empleo, hacinados por el desplazamiento de la violencia? ¿Que existen problemas de movilidad? Eso viene desde antes, es la moda en todas las ciudades colombianas, incluso del mundo. El modelo del carro personal fracasó; cerca de 1.3 millones de vehículos ruedan en Bogotá, un reto. A Petro lo estigmatizan por su forzado pasado guerrillero, pero ¿quién lo hizo mejor que Pepe Mujica con iguales calificaciones?
[email protected]
Un género importante del periodismo es el de opinión; aquí, el autor tiene ciertas libertades para opinar y uno de sus censores es su lector; uno lee a un columnista por su temática, por su claridad y coherencia conceptual, por su pertinencia y valor. Informar la verdad es la misión del periodista pero el medio […]
Un género importante del periodismo es el de opinión; aquí, el autor tiene ciertas libertades para opinar y uno de sus censores es su lector; uno lee a un columnista por su temática, por su claridad y coherencia conceptual, por su pertinencia y valor.
Informar la verdad es la misión del periodista pero el medio lo limita, por eso su visión es parcial. Si bien las opiniones son libres, deben tener una base creíble tal que enriquezcan al lector. Un buen periodista debe calificar sus fuentes y no creer en nada de lo que le digan y solo en la mitad de lo que viere. La semana pasada leí una columna de nuestro bien leído colega y buen fotógrafo Jacobo Solano, titulada ‘Petro, ¿candidato de la guerrilla? Si bien esta es una pregunta, la primera impresión que podría dársele al lector, que no lea el texto, es que se trata de una insinuación. Este titular podría llevar un macartista mensaje subliminal. No soy del progresismo ni amigo de Petro pero su gestión no se puede medir con la lupa de Arismendi, de MI Rueda, de CMI, ni de otros desinformantes que nunca aceptaron que un hijo de Ciénaga de Oro, con visión no convencional, fuera el alcalde de Bogotá, el único izquierdista en su historia. Claro, Petro impidió desde el congreso que “refundaran la patria”, los intereses allí tumbados tenían que generar represalias. “Dad a Dios lo que es Dios y a Petro lo que es de él”.
A Petro hay que medirlo es por sus indicadores; p.ej., disminuyó el embarazo adolescente en 31%; cinco mil niñas de los barrios pobres de Bogotá evitaron esta tragedia; en Bogotá ya no mueren los niños por desnutrición como sí en La Guajira, Chocó y Vaupés; los médicos de la Bogotá Humana visitaron 866.000 hogares para hacer prevención; por eso la mortalidad perinatal cayó de 36 a 14.7%; la mortalidad infantil pasó de 16.7 a 9.4 por mil niños nacidos vivos. Bogotá hoy tiene los más bajos índices de pobreza del país, 10% frente al 28% que es la media nacional.
La ONU vino a Bogotá a mirar y admirar lo que Petro hacía en materia de salud pero los medios nada informaron sobre esta visita. La tasa de homicidios cayó a 32/100.000, la más baja en los últimos 27 años. Según Finantial Times, Bogotá es la octava ciudad del orbe para inversión y la primera en Latinoamérica (base: 44 megaciudades); esto no se dio solo. La Corte Constitucional respaldó en dos ocasiones el modelo de basuras de Petro, el cual permitió que la gente de bajos recursos, que es la mayoría en Bogotá, dejara de pagar en sus facturas de aseo, $37.505 millones solo en 2013, dinero que le sacaron del bolsillo a los cuatro privados que manejaban el negocio; eso les dolió.
Petro dejó listo el proyecto del metro que ahora Peñalosa quiere escamotear. Petro fue el primer alcalde en hablar de cambio climático; los zorreros y caballos de Bogotá se dignificaron mediante una estrategia socio-ambiental; los humedales que Peñalosa quiere secar, Petro los protegió. A Petro le critican el consumo mínimo vital, seis metros cúbicos por mes; es cuestión de nombres: para las EPM esto se llama “Agua Prepago”. Pero ¿cómo pagan el agua los miserables del sur, sin empleo, hacinados por el desplazamiento de la violencia? ¿Que existen problemas de movilidad? Eso viene desde antes, es la moda en todas las ciudades colombianas, incluso del mundo. El modelo del carro personal fracasó; cerca de 1.3 millones de vehículos ruedan en Bogotá, un reto. A Petro lo estigmatizan por su forzado pasado guerrillero, pero ¿quién lo hizo mejor que Pepe Mujica con iguales calificaciones?
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