Si macondo existiera tangiblemente, el viejo Valledupar sin duda hubiese sido lo más perecido a ese mítico y singular pueblo, o en su defecto hubiese sido el mismismo Macondo. Valledupar es una tierra grata y hermosa llena de leyendas e historia, y sobre su suelo han nacido y vivido personajes, que, aunque algunos no sean […]
Si macondo existiera tangiblemente, el viejo Valledupar sin duda hubiese sido lo más perecido a ese mítico y singular pueblo, o en su defecto hubiese sido el mismismo Macondo. Valledupar es una tierra grata y hermosa llena de leyendas e historia, y sobre su suelo han nacido y vivido personajes, que, aunque algunos no sean realmente nativos del valle del Cacique Eupari, si fueron muy queridos y célebres, convirtiéndose en referencia obligada al hacer mención de esta prospera ciudad.
Cada personaje se caracterizó por uno o varios rasgos intrínsecos, algunos hasta insólitos, los hubo: pintorescos, graciosos, locos, folclóricos, malgeniados, etc, pero existió uno en especial, el cual desde muy niño me causó asombro, pues desde pequeño escuché historias misteriosas en torno a su nombre y hasta su remoquete era enigmático, pues fue tanta su fama que hasta poderes sobrenaturales se le atribuían, me refiero al tristemente célebre y trágicamente fallecido “Buey Mariposo” el cual fue llamado así por dos características que lo distinguían, y era que el hombre era alto y acuerpado y además tenia unas pintas o manchas en sus extremidades producto del vitíligo, su nombre de pila fue Miguel Romero Palacios, nacido en el barrio La Guajira.
Mi mamá me cuenta que una noche, siendo ella muy niña mi abuelo entró sigilosamente a su habitación, y la despertó con un susurro diciéndole: “…Quédate quieta y no hagas ruido, que el Buey está metido aquí en la casa…” y es que según me cuentan, Miguel Palacios Romero, no era un delincuente como tal, sino más bien un ladrón de gallinas, más por travesuras de trago y sinvergüenzuras de parrandas, que por ser malandro, él se hizo popular más por sus escandalosas peleas protagonizadas todos los fines de semana, más por conservar su bien ganado prestigio del mejor trompeador.
Pero siendo esta una tierra de anécdotas y leyendas y anteriormente la gente del pueblo era muy supersticiosa, dada a creer en brujas fantasmas y apariciones, debido a los continuos y “exitosos” robos del famoso ladrón de patios, y digo exitosos porque nunca lo atrapaban haciendo sus fechorías y nadie nunca veía ni sentía nada, se comenzó a tejer la versión de que “El Buey Mariposo” tenía una especie de pacto con el diablo y con “los monitos” y que tenía secretos para hacerse invisible e incluso tener la capacidad de esconderse, incluso detrás de un palo de escoba, quizás debido a esta versión novelesca fue que la gente comenzó incluso a tenerle miedo a un personaje, que más bien era una persona buena, incluso era amigo de mucha gente de la sociedad vallenata, pero que tenía esa mala costumbre de meterse en los patios y que también le gustaba el trago y frecuentar sitios de mujeres de la vida fácil.
Y precisamente, saliendo de un conocido lugar de lenocinio o casa de citas, ubicada en el barrio San Joaquín, fue victima de un atentado en el año 68, y posteriormente murió en la ciudad de barranquilla al no sobrevivir a las heridas producto de ese ataque, incluso hay quienes aseguran su muerte fue producto de un robo de mayores proporciones en una finca, en el cual él no quiso participar, aseverando de que a el esas cosa mal hechas no le gustaban, ese secreto se lo llevó Miguel a la tumba, junto con muchos otros más, la enseñanza que nos deja esta historia, es que no debemos desobedecer a Dios y que así sea ni una aguja nos debemos robar.
Por: Julio Celedón
Si macondo existiera tangiblemente, el viejo Valledupar sin duda hubiese sido lo más perecido a ese mítico y singular pueblo, o en su defecto hubiese sido el mismismo Macondo. Valledupar es una tierra grata y hermosa llena de leyendas e historia, y sobre su suelo han nacido y vivido personajes, que, aunque algunos no sean […]
Si macondo existiera tangiblemente, el viejo Valledupar sin duda hubiese sido lo más perecido a ese mítico y singular pueblo, o en su defecto hubiese sido el mismismo Macondo. Valledupar es una tierra grata y hermosa llena de leyendas e historia, y sobre su suelo han nacido y vivido personajes, que, aunque algunos no sean realmente nativos del valle del Cacique Eupari, si fueron muy queridos y célebres, convirtiéndose en referencia obligada al hacer mención de esta prospera ciudad.
Cada personaje se caracterizó por uno o varios rasgos intrínsecos, algunos hasta insólitos, los hubo: pintorescos, graciosos, locos, folclóricos, malgeniados, etc, pero existió uno en especial, el cual desde muy niño me causó asombro, pues desde pequeño escuché historias misteriosas en torno a su nombre y hasta su remoquete era enigmático, pues fue tanta su fama que hasta poderes sobrenaturales se le atribuían, me refiero al tristemente célebre y trágicamente fallecido “Buey Mariposo” el cual fue llamado así por dos características que lo distinguían, y era que el hombre era alto y acuerpado y además tenia unas pintas o manchas en sus extremidades producto del vitíligo, su nombre de pila fue Miguel Romero Palacios, nacido en el barrio La Guajira.
Mi mamá me cuenta que una noche, siendo ella muy niña mi abuelo entró sigilosamente a su habitación, y la despertó con un susurro diciéndole: “…Quédate quieta y no hagas ruido, que el Buey está metido aquí en la casa…” y es que según me cuentan, Miguel Palacios Romero, no era un delincuente como tal, sino más bien un ladrón de gallinas, más por travesuras de trago y sinvergüenzuras de parrandas, que por ser malandro, él se hizo popular más por sus escandalosas peleas protagonizadas todos los fines de semana, más por conservar su bien ganado prestigio del mejor trompeador.
Pero siendo esta una tierra de anécdotas y leyendas y anteriormente la gente del pueblo era muy supersticiosa, dada a creer en brujas fantasmas y apariciones, debido a los continuos y “exitosos” robos del famoso ladrón de patios, y digo exitosos porque nunca lo atrapaban haciendo sus fechorías y nadie nunca veía ni sentía nada, se comenzó a tejer la versión de que “El Buey Mariposo” tenía una especie de pacto con el diablo y con “los monitos” y que tenía secretos para hacerse invisible e incluso tener la capacidad de esconderse, incluso detrás de un palo de escoba, quizás debido a esta versión novelesca fue que la gente comenzó incluso a tenerle miedo a un personaje, que más bien era una persona buena, incluso era amigo de mucha gente de la sociedad vallenata, pero que tenía esa mala costumbre de meterse en los patios y que también le gustaba el trago y frecuentar sitios de mujeres de la vida fácil.
Y precisamente, saliendo de un conocido lugar de lenocinio o casa de citas, ubicada en el barrio San Joaquín, fue victima de un atentado en el año 68, y posteriormente murió en la ciudad de barranquilla al no sobrevivir a las heridas producto de ese ataque, incluso hay quienes aseguran su muerte fue producto de un robo de mayores proporciones en una finca, en el cual él no quiso participar, aseverando de que a el esas cosa mal hechas no le gustaban, ese secreto se lo llevó Miguel a la tumba, junto con muchos otros más, la enseñanza que nos deja esta historia, es que no debemos desobedecer a Dios y que así sea ni una aguja nos debemos robar.
Por: Julio Celedón