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Columnista - 3 junio, 2017

‘Pepe’ Castro, adalid de la buena política

Se nos fue José Guillermo ‘Pepe’ Castro, a quien no puedo calificar como el hombre más grande que ha parido esta región, porque también hubo otros que merecen ese título, pero sin duda su legado fue importante y ejemplarizante para las nuevas generaciones de políticos. Pepe fue político en una época en que quienes la […]

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Se nos fue José Guillermo ‘Pepe’ Castro, a quien no puedo calificar como el hombre más grande que ha parido esta región, porque también hubo otros que merecen ese título, pero sin duda su legado fue importante y ejemplarizante para las nuevas generaciones de políticos.

Pepe fue político en una época en que quienes la ejercían, lo hacían principalmente para servir, y en ese caso el eterno gobernador fue paradigma, dejó huella, siendo un campesino con suerte (como él se autodenominó en algún momento), quiso para su gremio llevarles lo mejor siempre, carreteras, electricidad, colegios, necesidades básicas pero que eran algo casi inalcanzable para habitantes de muchas veredas, debido a sus distancias o ubicación geográfica, esas “quimeras” pasaron al plano de la realidad solo por la terquedad y buena voluntad de un hombre de la talla de Don Pepe.

Aunque lo conocí desde niño, nuestra marcada diferencia de edades y el respeto hacia mis mayores no me permitieron entrar en confianza con él, lo contrario me ocurre con casi todos sus hijos, sobrinos y nietos, con quienes me une una sólida amistad, especialmente con mis contemporáneos, pero gracias a la hermandad de mi difunto papá con el viejo ‘Checho’ Castro, esos lazos se hicieron más fuertes, el señor Celso aunque no fue político, si es un hombre público y también muy querido por todos. Si las tres pasiones de ‘Pepe’ fueron: la política, las mujeres y el campo, las de Celso son los gallos finos, el campo y la buena mesa, no sin antes aclarar que los Castro son muy unidos y una familia tradicionalmente vallenata, aferrada a rectas creencias, costumbres, muy apegados familiarmente, de quienes tengo una teoría acerca de su longevidad, y es que esta se debe a la ingesta de alimentos naturales y sanos, especialmente el plátano maduro, pues esta familia tienen fama de ser comedores de plátano amarillo, (asado principalmente), he escuchado numerosas historias al respecto y fui testigo en varias ocasiones de cuando Doña Paulina Mejía de Castro Monsalvo, tía abuela mía y viuda de otro grande como lo fue Pedro Castro Monsalvo, mandaba a preparar a sus empleadas este delicioso fruto para sus diferentes comidas.
Admiré mucho a Don Pepe, como persona, como político, como empresario del campo y dada mi profesión de periodista, y mi oficio de escritor y columnista, lo leía mucho, sus escritos y columnas costumbristas, como esas maravillosas ‘Crónicas de la Plaza Mayor’, son para mí, material obligado de consulta, en ellas siempre encuentro detalles sobre nuestras tradiciones que me se sirven como datos y referencias del viejo Valledupar, las cuales muchas veces necesito para mis escritos e investigaciones, resalto su modo sencillo de escribir, haciendo gala de sus orígenes campesinos y pueblerinos, pero narrando breve y detalladamente muchísimas aventuras suyas y de otros protagonistas de la historia local, regional y nacional.

Aplaudo mucho el sentido de pertenencia hacia su pueblo, su don innato de servicio hacia las gentes sencillas y el campesinado, su afán de ayudarlos a progresar, creando vías de acceso principalmente, para darles la oportunidad de que el desarrollo llegara hasta donde ellos estaban, llevarles la mínima comodidad que genera la electricidad, construir escuelas para educarlos, no en vano fue famoso su lema “Buldóceres adelante, abogados atrás”, haciendo sana alusión de generar progreso, construir a toda costa. Es admirable la generosa donación de varias hectáreas a la multinacional Nestle para la construcción del antiguo Cicolac, hoy día DPA, la primera multinacional en hacer presencia en nuestra ciudad, así como el lote donde está ubicada la Casa Indígena, donación que hizo por su férrea amistad con los Arhuacos. Paz en la tumba de este gran hombre

Por Julio Mario Celedón
@juliomceledon

Columnista
3 junio, 2017

‘Pepe’ Castro, adalid de la buena política

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Se nos fue José Guillermo ‘Pepe’ Castro, a quien no puedo calificar como el hombre más grande que ha parido esta región, porque también hubo otros que merecen ese título, pero sin duda su legado fue importante y ejemplarizante para las nuevas generaciones de políticos. Pepe fue político en una época en que quienes la […]


Se nos fue José Guillermo ‘Pepe’ Castro, a quien no puedo calificar como el hombre más grande que ha parido esta región, porque también hubo otros que merecen ese título, pero sin duda su legado fue importante y ejemplarizante para las nuevas generaciones de políticos.

Pepe fue político en una época en que quienes la ejercían, lo hacían principalmente para servir, y en ese caso el eterno gobernador fue paradigma, dejó huella, siendo un campesino con suerte (como él se autodenominó en algún momento), quiso para su gremio llevarles lo mejor siempre, carreteras, electricidad, colegios, necesidades básicas pero que eran algo casi inalcanzable para habitantes de muchas veredas, debido a sus distancias o ubicación geográfica, esas “quimeras” pasaron al plano de la realidad solo por la terquedad y buena voluntad de un hombre de la talla de Don Pepe.

Aunque lo conocí desde niño, nuestra marcada diferencia de edades y el respeto hacia mis mayores no me permitieron entrar en confianza con él, lo contrario me ocurre con casi todos sus hijos, sobrinos y nietos, con quienes me une una sólida amistad, especialmente con mis contemporáneos, pero gracias a la hermandad de mi difunto papá con el viejo ‘Checho’ Castro, esos lazos se hicieron más fuertes, el señor Celso aunque no fue político, si es un hombre público y también muy querido por todos. Si las tres pasiones de ‘Pepe’ fueron: la política, las mujeres y el campo, las de Celso son los gallos finos, el campo y la buena mesa, no sin antes aclarar que los Castro son muy unidos y una familia tradicionalmente vallenata, aferrada a rectas creencias, costumbres, muy apegados familiarmente, de quienes tengo una teoría acerca de su longevidad, y es que esta se debe a la ingesta de alimentos naturales y sanos, especialmente el plátano maduro, pues esta familia tienen fama de ser comedores de plátano amarillo, (asado principalmente), he escuchado numerosas historias al respecto y fui testigo en varias ocasiones de cuando Doña Paulina Mejía de Castro Monsalvo, tía abuela mía y viuda de otro grande como lo fue Pedro Castro Monsalvo, mandaba a preparar a sus empleadas este delicioso fruto para sus diferentes comidas.
Admiré mucho a Don Pepe, como persona, como político, como empresario del campo y dada mi profesión de periodista, y mi oficio de escritor y columnista, lo leía mucho, sus escritos y columnas costumbristas, como esas maravillosas ‘Crónicas de la Plaza Mayor’, son para mí, material obligado de consulta, en ellas siempre encuentro detalles sobre nuestras tradiciones que me se sirven como datos y referencias del viejo Valledupar, las cuales muchas veces necesito para mis escritos e investigaciones, resalto su modo sencillo de escribir, haciendo gala de sus orígenes campesinos y pueblerinos, pero narrando breve y detalladamente muchísimas aventuras suyas y de otros protagonistas de la historia local, regional y nacional.

Aplaudo mucho el sentido de pertenencia hacia su pueblo, su don innato de servicio hacia las gentes sencillas y el campesinado, su afán de ayudarlos a progresar, creando vías de acceso principalmente, para darles la oportunidad de que el desarrollo llegara hasta donde ellos estaban, llevarles la mínima comodidad que genera la electricidad, construir escuelas para educarlos, no en vano fue famoso su lema “Buldóceres adelante, abogados atrás”, haciendo sana alusión de generar progreso, construir a toda costa. Es admirable la generosa donación de varias hectáreas a la multinacional Nestle para la construcción del antiguo Cicolac, hoy día DPA, la primera multinacional en hacer presencia en nuestra ciudad, así como el lote donde está ubicada la Casa Indígena, donación que hizo por su férrea amistad con los Arhuacos. Paz en la tumba de este gran hombre

Por Julio Mario Celedón
@juliomceledon