El ministro del Interior Juan Fernando Cristo, lo dijo esta semana “es mejor una paz imperfecta que una guerra eterna” y tiene razón, aunque es una paz concebida a lo colombiano, con politiquería, trampa y beneficios por debajo de la mesa, es, al fin y al cabo, paz; el mismo caso de los paramilitares, también […]
El ministro del Interior Juan Fernando Cristo, lo dijo esta semana “es mejor una paz imperfecta que una guerra eterna” y tiene razón, aunque es una paz concebida a lo colombiano, con politiquería, trampa y beneficios por debajo de la mesa, es, al fin y al cabo, paz; el mismo caso de los paramilitares, también se hizo una negociación errónea, que si bien condujo a la desmovilización de muchos combatientes, con cárcel pero en cárceles, no hubo reparación, perdón y poca verdad, sin pensar en lo más mínimo en las victimas; por lo visto, no aprendemos de las equivocaciones.
El acuerdo que se firmó con las Farc, tiene cosas buenas y también tiene medias tintas que dan para ser pesimistas; es difícil aceptar que el paisa, si confiesa su participación en la bomba del Club El Nogal, crimen de lesa humanidad, solo tendrá restricción efectiva de la libertad en un sitio especial de 5 a 8 años y con la posibilidad de hacer política, nos recuerda a Pablo Escobar y La Catedral; lo de la política, me sabe, al fin y al cabo este grupo terrorista, tiene poco futuro en el tema, muchos colombianos están esperando que se lancen para ahí sí aniquilarlos. El tribunal especial, es una buena herramienta, pero preocupa que las Farc se involucren en su conformación, cambiar la doctrina del ejército como siempre pregonaron, alarma, porque siguen agentes claros de violencia, Eln, Bacrims; de las fortunas de los señores de las Farc tampoco se habla y el tema de reparación es muy vago, el perdón parece que quedó para la negociación con el Eln porque en este acuerdo nada de nada.
Algo neurálgico es que algunos que proclaman la democracia, quieren silenciar, muy al estilo Maduro, al Centro Democrático para que no les dañe la fiesta, pienso que la oposición debe seguir siendo significativa y hacer parte del debate abierto, por más que odien a Álvaro Uribe, es conveniente, para alertar los excesos que todavía faltan por definir en el Congreso, los detalles, en los que por lo general, está el diablo. Si las Farc quieren reincorporarse, deben moderar un poco el lenguaje, si es de la manera que están planteando en su página de Anncol, que el nuevo tribunal para la paz también debería investigar a algunos exmandatarios y militares y otra serie de retos, insensateces que más parecen absurdos, pueden desencadenar una campaña de exterminio, estilo UP, que muchos prevén y que nadie quiere.
La torta está servida, por fin termina este capítulo que parecía eterno, se pudo concretar un acuerdo, que ojalá le traiga beneficios a este país, envuelto en una crisis económica, que necesita caminar por otro rumbo que no sea matarnos por una ideología que no cala en ninguna parte y que sigue alimentada por el verdadero problema, el narcotráfico, declarado delito conexo, otra falta de respeto a tantas víctimas que murieron combatiendo este flagelo. Me siento derrotado por la alta impunidad y porque mucho escribí para sensibilizar sobre este tema, pero desde ya me voy por la paz mal hecha de Santos, votaré por el sí, no por convicción sino por descarte, a ver si es verdad que “esto es una verraquera” como aseguró Antonio Navarro al salir del salón en La Habana.
El ministro del Interior Juan Fernando Cristo, lo dijo esta semana “es mejor una paz imperfecta que una guerra eterna” y tiene razón, aunque es una paz concebida a lo colombiano, con politiquería, trampa y beneficios por debajo de la mesa, es, al fin y al cabo, paz; el mismo caso de los paramilitares, también […]
El ministro del Interior Juan Fernando Cristo, lo dijo esta semana “es mejor una paz imperfecta que una guerra eterna” y tiene razón, aunque es una paz concebida a lo colombiano, con politiquería, trampa y beneficios por debajo de la mesa, es, al fin y al cabo, paz; el mismo caso de los paramilitares, también se hizo una negociación errónea, que si bien condujo a la desmovilización de muchos combatientes, con cárcel pero en cárceles, no hubo reparación, perdón y poca verdad, sin pensar en lo más mínimo en las victimas; por lo visto, no aprendemos de las equivocaciones.
El acuerdo que se firmó con las Farc, tiene cosas buenas y también tiene medias tintas que dan para ser pesimistas; es difícil aceptar que el paisa, si confiesa su participación en la bomba del Club El Nogal, crimen de lesa humanidad, solo tendrá restricción efectiva de la libertad en un sitio especial de 5 a 8 años y con la posibilidad de hacer política, nos recuerda a Pablo Escobar y La Catedral; lo de la política, me sabe, al fin y al cabo este grupo terrorista, tiene poco futuro en el tema, muchos colombianos están esperando que se lancen para ahí sí aniquilarlos. El tribunal especial, es una buena herramienta, pero preocupa que las Farc se involucren en su conformación, cambiar la doctrina del ejército como siempre pregonaron, alarma, porque siguen agentes claros de violencia, Eln, Bacrims; de las fortunas de los señores de las Farc tampoco se habla y el tema de reparación es muy vago, el perdón parece que quedó para la negociación con el Eln porque en este acuerdo nada de nada.
Algo neurálgico es que algunos que proclaman la democracia, quieren silenciar, muy al estilo Maduro, al Centro Democrático para que no les dañe la fiesta, pienso que la oposición debe seguir siendo significativa y hacer parte del debate abierto, por más que odien a Álvaro Uribe, es conveniente, para alertar los excesos que todavía faltan por definir en el Congreso, los detalles, en los que por lo general, está el diablo. Si las Farc quieren reincorporarse, deben moderar un poco el lenguaje, si es de la manera que están planteando en su página de Anncol, que el nuevo tribunal para la paz también debería investigar a algunos exmandatarios y militares y otra serie de retos, insensateces que más parecen absurdos, pueden desencadenar una campaña de exterminio, estilo UP, que muchos prevén y que nadie quiere.
La torta está servida, por fin termina este capítulo que parecía eterno, se pudo concretar un acuerdo, que ojalá le traiga beneficios a este país, envuelto en una crisis económica, que necesita caminar por otro rumbo que no sea matarnos por una ideología que no cala en ninguna parte y que sigue alimentada por el verdadero problema, el narcotráfico, declarado delito conexo, otra falta de respeto a tantas víctimas que murieron combatiendo este flagelo. Me siento derrotado por la alta impunidad y porque mucho escribí para sensibilizar sobre este tema, pero desde ya me voy por la paz mal hecha de Santos, votaré por el sí, no por convicción sino por descarte, a ver si es verdad que “esto es una verraquera” como aseguró Antonio Navarro al salir del salón en La Habana.