Es evidente que gran parte del pueblo colombiano se ha cansado de las falsas promesas ofrecidas por los políticos tradicionales en las campañas proselitistas, en procura de los votos que les permita salir elegidos para ocupar los cargos gubernamentales. Ya que, actualmente, en los corrillos populares se escucha el entusiasmo por Gustavo Petro, porque mucha gente […]
Es evidente que gran parte del pueblo colombiano se ha cansado de las falsas promesas ofrecidas por los políticos tradicionales en las campañas proselitistas, en procura de los votos que les permita salir elegidos para ocupar los cargos gubernamentales. Ya que, actualmente, en los corrillos populares se escucha el entusiasmo por Gustavo Petro, porque mucha gente quiere que salga elegido como el próximo presidente del país, con el propósito de castigar a los políticos tradicionales que siempre han malversado los erarios municipales, departamentales y el nacional, para enriquecerse o multiplicar sus fortunas.
El fenómeno Petro, que es consecuencia del resentimiento popular, derivado del comportamiento de los dirigentes de la política tradicional, cuyo arribismo tiene a Colombia sumida en la enorme corrupción que la mayoría de su gente repudia. Sin embargo, a los candidatos de la política tradicional a ocupar los cargos de elección popular, pareciera no preocuparles el fenómeno Petro, porque para menoscabarlo, en vez de proponer proyecciones políticas sensatas y verosímiles, se han dedicado a difundir la deplorable situación económica de los venezolanos, debido al régimen gubernamental socialista establecido por Hugo Chávez con la ayuda de los hermanos Fidel y Raúl Castro, comunistas marxistas que desde 1961 gobiernan la isla de Cuba, a pesar del implacable bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos.
Es notorio el interés de nuestra ancestral dirigencia, en seguir gobernando, valiéndose de la compraventa de votos, del abierto y soterrado clientelismo; es decir, de las necesidades de la población que en su mayoría es pobre y con poca educación, por ende tan proclive a la manipulación de quienes les dan el sustento diario aunque sólo sea para sobrevivir.
El socialismo a ultranza marxista ha fracasado, porque es diferente al socialismo de países europeos como Suecia, Noruega, Islandia, entre otros, donde se provee bienestar, asistencia sanitaria universal y educación superior gratuita, lo que a la postre conlleva a un alto desarrollo individual y colectivo, con bajos índices delincuenciales por la cultura del respeto a los derechos y libertades de sus semejantes.
Por la falta de voluntad política en proporcionar prosperidad y equidad general, el pueblo colombiano ya le está pasando factura de cobro a su dirigencia dominante, que habitualmente ha sido indolente y abusadora. Ojalá y no pasemos a ser gobernados por déspotas peores.
En cualquiera de los regímenes que no haya justicia social, lo importante es ser consciente de seguir luchando por vivir en las mejores condiciones posibles sin cometer atropellos ni causar muertes violentas con tal de acallar a los opositores.
En los próximos debates electorales es fundamental no equivocarnos en nuestras decisiones, para que las futuras generaciones tengan mayor progreso y mejor calidad de vida que, en realidad, es lo preferible por toda la humanidad.
Es evidente que gran parte del pueblo colombiano se ha cansado de las falsas promesas ofrecidas por los políticos tradicionales en las campañas proselitistas, en procura de los votos que les permita salir elegidos para ocupar los cargos gubernamentales. Ya que, actualmente, en los corrillos populares se escucha el entusiasmo por Gustavo Petro, porque mucha gente […]
Es evidente que gran parte del pueblo colombiano se ha cansado de las falsas promesas ofrecidas por los políticos tradicionales en las campañas proselitistas, en procura de los votos que les permita salir elegidos para ocupar los cargos gubernamentales. Ya que, actualmente, en los corrillos populares se escucha el entusiasmo por Gustavo Petro, porque mucha gente quiere que salga elegido como el próximo presidente del país, con el propósito de castigar a los políticos tradicionales que siempre han malversado los erarios municipales, departamentales y el nacional, para enriquecerse o multiplicar sus fortunas.
El fenómeno Petro, que es consecuencia del resentimiento popular, derivado del comportamiento de los dirigentes de la política tradicional, cuyo arribismo tiene a Colombia sumida en la enorme corrupción que la mayoría de su gente repudia. Sin embargo, a los candidatos de la política tradicional a ocupar los cargos de elección popular, pareciera no preocuparles el fenómeno Petro, porque para menoscabarlo, en vez de proponer proyecciones políticas sensatas y verosímiles, se han dedicado a difundir la deplorable situación económica de los venezolanos, debido al régimen gubernamental socialista establecido por Hugo Chávez con la ayuda de los hermanos Fidel y Raúl Castro, comunistas marxistas que desde 1961 gobiernan la isla de Cuba, a pesar del implacable bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos.
Es notorio el interés de nuestra ancestral dirigencia, en seguir gobernando, valiéndose de la compraventa de votos, del abierto y soterrado clientelismo; es decir, de las necesidades de la población que en su mayoría es pobre y con poca educación, por ende tan proclive a la manipulación de quienes les dan el sustento diario aunque sólo sea para sobrevivir.
El socialismo a ultranza marxista ha fracasado, porque es diferente al socialismo de países europeos como Suecia, Noruega, Islandia, entre otros, donde se provee bienestar, asistencia sanitaria universal y educación superior gratuita, lo que a la postre conlleva a un alto desarrollo individual y colectivo, con bajos índices delincuenciales por la cultura del respeto a los derechos y libertades de sus semejantes.
Por la falta de voluntad política en proporcionar prosperidad y equidad general, el pueblo colombiano ya le está pasando factura de cobro a su dirigencia dominante, que habitualmente ha sido indolente y abusadora. Ojalá y no pasemos a ser gobernados por déspotas peores.
En cualquiera de los regímenes que no haya justicia social, lo importante es ser consciente de seguir luchando por vivir en las mejores condiciones posibles sin cometer atropellos ni causar muertes violentas con tal de acallar a los opositores.
En los próximos debates electorales es fundamental no equivocarnos en nuestras decisiones, para que las futuras generaciones tengan mayor progreso y mejor calidad de vida que, en realidad, es lo preferible por toda la humanidad.