Se supone que las armas deben estar en poder del estado, estas constituyen una herramienta de poder que si son utilizadas para causar daño o para desestabilizar una nación el resultado es predecible
Dice el argot popular que cuando los pájaros le tiran a las escopetas es porque todo está perdido, y pareciese que a raíz del humillante regalo que el autodenominado grupo narco paramilitar “Clan de golfo” le hizo a las madres en once departamentos del país, estuviésemos viviendo una época que creíamos superada, la incertidumbre de salir de nuestras casas o viajar por carretera por temor a caer en un “pesca milagrosa”, hoy ese miedo lo genera un grupo al margen de la ley que desplazó otra vez al estado y se apoderó de territorios que otrora habían sido liberados; el balance es penoso.
Según cifras del Ministerio de Defensa, las acciones perpetradas por estos delincuentes, arroja al menos siete muertos, más de 600 vehículos incinerados, escasez de alimentos, y otra serie de afectaciones que aún no se pueden cuantificar, porque el miedo y la zozobra que vivieron habitantes de los departamentos del Chocó, Córdoba y el bajo Antioquia, no podrán ser medidos, recordemos que estas zonas fueron las más golpeadas por el fenómeno paramilitar.
Lo que resulta poderosamente indignante es que a pesar que el mismo gobierno y los organismos de inteligencia sabían con muchísima antelación sobre las intenciones de este grupo delincuencial, no se actuó con la debida diligencia no solo para evitar que ocurriera sino para proteger a la población civil que quedó una vez más atrapada en medio de una acción terrorista y demencial, escenas como la quema de un vehículo con su conductor adentro es algo que creíamos haber superado.
Pero como colofón a lo vivido días atrás, en el pasado reciente donde la guerrilla se tomaba las carreteras bajo el mismo modus operandi que acabamos de ver, hoy resulta decepcionante que el país ya no solo está bajo el control de una guerrilla armada y estructurada en medio país, no, hoy el tema tiene tanta profundidad y tanta peligrosidad que existen al menos doce grupos muy poderosos con control territorial que se dedicó a vivir del narcotráfico, las disidencias de la antigua Farc, “los pelusos”, “los pachencas”, “el clan del golfo”, “el cartel de Sinaloa” solo por mencionar los más reconocidos y poderosos, todos aterrorizando y controlando poblaciones enteras al mejor estilo de México.
Se supone que las armas deben estar en poder del estado, estas constituyen una herramienta de poder que si son utilizadas para causar daño o para desestabilizar una nación el resultado es predecible, la mayoría de los estados fallidos tienen como ingrediente principal la pérdida del control sobre estas y sobre territorios enteros, basta mirar para países del Africa central o algunos de Asia para mirarnos en un espejo si el estado no actúa de manera inmediata.
Y la solución para parar este desmadre tiene al país dividido en dos bloques, los que defendemos el proceso de paz para parar la violencia, desarmar a los violentos y hacer presencia como estado no solo con puestos de policía y bases militares, por supuesto que se necesitan, pero el estado no solo es eso, estado es llegar con carreteras, con vivienda rural digna, programas de sustitución de cultivos rentables, educación de calidad, salud preventiva, conectividad entre muchísimas acciones que hacen que una comunidad se sienta parte de un país, recordemos que hay medio país que se sienten más Brasileros, Ecuatorianos, Venezolanos y Caribeños que Colombianos, y los que defienden la política de seguridad tal como está, ahí debemos ponernos de acuerdo.
Pero lo que resulta más grave, es que la degradación a la que llegó la política colombiana terminó alimentándose de esta violencia, la misma que en el pasado usó las armas para poner votos y capturar al estado, hoy se volvió mucho más peligrosa puesto que mezclaron un cóctel mortal, armas, droga e impunidad total; es decir, mientras esas fuerzas pongan votos, los gobiernos que cohonestan con ellos les garantizan inmunidad total.
Pero si quieren decepcionarse del todo, mientras unos delincuentes aterrorizaban once departamentos y creaban zozobra, esperábamos que el jefe del estado como en todo el mundo, cancelara su agenda de viajes y se desplazará a la zona a montar un puesto de mando unificado como comandante y jefe de las FFMM para dar tranquilidad a sus habitantes, no, el de nosotros se fue de viaje.
Se supone que las armas deben estar en poder del estado, estas constituyen una herramienta de poder que si son utilizadas para causar daño o para desestabilizar una nación el resultado es predecible
Dice el argot popular que cuando los pájaros le tiran a las escopetas es porque todo está perdido, y pareciese que a raíz del humillante regalo que el autodenominado grupo narco paramilitar “Clan de golfo” le hizo a las madres en once departamentos del país, estuviésemos viviendo una época que creíamos superada, la incertidumbre de salir de nuestras casas o viajar por carretera por temor a caer en un “pesca milagrosa”, hoy ese miedo lo genera un grupo al margen de la ley que desplazó otra vez al estado y se apoderó de territorios que otrora habían sido liberados; el balance es penoso.
Según cifras del Ministerio de Defensa, las acciones perpetradas por estos delincuentes, arroja al menos siete muertos, más de 600 vehículos incinerados, escasez de alimentos, y otra serie de afectaciones que aún no se pueden cuantificar, porque el miedo y la zozobra que vivieron habitantes de los departamentos del Chocó, Córdoba y el bajo Antioquia, no podrán ser medidos, recordemos que estas zonas fueron las más golpeadas por el fenómeno paramilitar.
Lo que resulta poderosamente indignante es que a pesar que el mismo gobierno y los organismos de inteligencia sabían con muchísima antelación sobre las intenciones de este grupo delincuencial, no se actuó con la debida diligencia no solo para evitar que ocurriera sino para proteger a la población civil que quedó una vez más atrapada en medio de una acción terrorista y demencial, escenas como la quema de un vehículo con su conductor adentro es algo que creíamos haber superado.
Pero como colofón a lo vivido días atrás, en el pasado reciente donde la guerrilla se tomaba las carreteras bajo el mismo modus operandi que acabamos de ver, hoy resulta decepcionante que el país ya no solo está bajo el control de una guerrilla armada y estructurada en medio país, no, hoy el tema tiene tanta profundidad y tanta peligrosidad que existen al menos doce grupos muy poderosos con control territorial que se dedicó a vivir del narcotráfico, las disidencias de la antigua Farc, “los pelusos”, “los pachencas”, “el clan del golfo”, “el cartel de Sinaloa” solo por mencionar los más reconocidos y poderosos, todos aterrorizando y controlando poblaciones enteras al mejor estilo de México.
Se supone que las armas deben estar en poder del estado, estas constituyen una herramienta de poder que si son utilizadas para causar daño o para desestabilizar una nación el resultado es predecible, la mayoría de los estados fallidos tienen como ingrediente principal la pérdida del control sobre estas y sobre territorios enteros, basta mirar para países del Africa central o algunos de Asia para mirarnos en un espejo si el estado no actúa de manera inmediata.
Y la solución para parar este desmadre tiene al país dividido en dos bloques, los que defendemos el proceso de paz para parar la violencia, desarmar a los violentos y hacer presencia como estado no solo con puestos de policía y bases militares, por supuesto que se necesitan, pero el estado no solo es eso, estado es llegar con carreteras, con vivienda rural digna, programas de sustitución de cultivos rentables, educación de calidad, salud preventiva, conectividad entre muchísimas acciones que hacen que una comunidad se sienta parte de un país, recordemos que hay medio país que se sienten más Brasileros, Ecuatorianos, Venezolanos y Caribeños que Colombianos, y los que defienden la política de seguridad tal como está, ahí debemos ponernos de acuerdo.
Pero lo que resulta más grave, es que la degradación a la que llegó la política colombiana terminó alimentándose de esta violencia, la misma que en el pasado usó las armas para poner votos y capturar al estado, hoy se volvió mucho más peligrosa puesto que mezclaron un cóctel mortal, armas, droga e impunidad total; es decir, mientras esas fuerzas pongan votos, los gobiernos que cohonestan con ellos les garantizan inmunidad total.
Pero si quieren decepcionarse del todo, mientras unos delincuentes aterrorizaban once departamentos y creaban zozobra, esperábamos que el jefe del estado como en todo el mundo, cancelara su agenda de viajes y se desplazará a la zona a montar un puesto de mando unificado como comandante y jefe de las FFMM para dar tranquilidad a sus habitantes, no, el de nosotros se fue de viaje.