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Columnista - 12 julio, 2020

Para salir de la crisis

Se preveía que este año la economía crecería entre un 3.4% y 3.6%. Pero se atravesaron los confinamientos y la economía se desbarrancó. El Gobierno, en el nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo, asume que la economía caerá un 5.5%, el peor año desde que tengamos datos ciertos. Como resultado se disparará el desempleo que, […]

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Se preveía que este año la economía crecería entre un 3.4% y 3.6%. Pero se atravesaron los confinamientos y la economía se desbarrancó. El Gobierno, en el nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo, asume que la economía caerá un 5.5%, el peor año desde que tengamos datos ciertos.

Como resultado se disparará el desempleo que, a mayo, había llegado al 21.4%, es decir, tenemos al menos 2.616.000 más desempleados que a fines del año pasado. Y habrá más pobreza: crecerá en 15%, 7.3 millones de pobres más.

El Gobierno supone también que el déficit fiscal estará en el orden del 8.2%, como resultado de un aumento del gasto público de emergencia, en torno al 4.1%, para atender las demandas de la pandemia y la disminución del recaudo tributario en cerca de 24 billones de pesos. A todo ello hay que sumar que la deuda bruta como porcentaje del PIB pasará del 50.6%, sin contar pasivo reconocidos, al 65.6%.

El panorama es sumamente complicado, aunque el Gobierno es más optimista. Lo cito textualmente: “Se espera que en 2021 el grueso de la economía retome sus actividades […] permitiendo un rebote de la actividad productiva hasta alcanzar niveles del PIB similares a los de 2019. Lo anterior implicaría un crecimiento económico de 6,6%”.

Así las cosas, la recuperación de la economía tiene que ser el eje de todo el esfuerzo estatal. No debe haber otra prioridad. Hay que recuperar la senda del crecimiento y de la generación de empleo. Por un lado, debe hacerse desde el reconocimiento de que el tejido empresarial ha quedado seriamente afectado por la cuarentena. Miles y miles de micro, pequeñas y medianas empresas, que constituían el 96% de las del país, quebraron o quedaron maltrechas. Hay que concentrarse en ofrecer condiciones que faciliten nuevos emprendimientos, y que permitan financiar las que sobrevivieron a muy bajas tasas de interés, reducir los costos de generación de empleo sin afectar el salario de los trabajadores, y disminuir la tasa de tributación efectiva, una de las más altas del mundo. Nada hay más eficaz para generar trabajo que fortalecer el emprendimiento y las mypimes que, hasta la crisis, generaban el 80% del empleo.

Por el otro, habría que poner en marcha una política de austeridad estatal, recortar los compromisos presupuestales del pacto de Santos con las Farc, y concentrar el gasto público en proyectos que permitan crecimiento sostenido a mediano y largo plazo. El desarrollo de nuevos proyectos de infraestructura y de impulso estructural a la agricultura, la ganadería y la silvicultura, por ejemplo, tendrían la triple condición de incentivar crecimiento sustentable, generar empleo y disminuir la pobreza de las poblaciones más vulnerables.

Y hay que evitar las tentaciones de aumentar la carga a quienes ya pagan impuestos. Sería el puntillazo mortal para la clase media y el sector privado.

Columnista
12 julio, 2020

Para salir de la crisis

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rafael Nieto Loaiza

Se preveía que este año la economía crecería entre un 3.4% y 3.6%. Pero se atravesaron los confinamientos y la economía se desbarrancó. El Gobierno, en el nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo, asume que la economía caerá un 5.5%, el peor año desde que tengamos datos ciertos. Como resultado se disparará el desempleo que, […]


Se preveía que este año la economía crecería entre un 3.4% y 3.6%. Pero se atravesaron los confinamientos y la economía se desbarrancó. El Gobierno, en el nuevo Marco Fiscal de Mediano Plazo, asume que la economía caerá un 5.5%, el peor año desde que tengamos datos ciertos.

Como resultado se disparará el desempleo que, a mayo, había llegado al 21.4%, es decir, tenemos al menos 2.616.000 más desempleados que a fines del año pasado. Y habrá más pobreza: crecerá en 15%, 7.3 millones de pobres más.

El Gobierno supone también que el déficit fiscal estará en el orden del 8.2%, como resultado de un aumento del gasto público de emergencia, en torno al 4.1%, para atender las demandas de la pandemia y la disminución del recaudo tributario en cerca de 24 billones de pesos. A todo ello hay que sumar que la deuda bruta como porcentaje del PIB pasará del 50.6%, sin contar pasivo reconocidos, al 65.6%.

El panorama es sumamente complicado, aunque el Gobierno es más optimista. Lo cito textualmente: “Se espera que en 2021 el grueso de la economía retome sus actividades […] permitiendo un rebote de la actividad productiva hasta alcanzar niveles del PIB similares a los de 2019. Lo anterior implicaría un crecimiento económico de 6,6%”.

Así las cosas, la recuperación de la economía tiene que ser el eje de todo el esfuerzo estatal. No debe haber otra prioridad. Hay que recuperar la senda del crecimiento y de la generación de empleo. Por un lado, debe hacerse desde el reconocimiento de que el tejido empresarial ha quedado seriamente afectado por la cuarentena. Miles y miles de micro, pequeñas y medianas empresas, que constituían el 96% de las del país, quebraron o quedaron maltrechas. Hay que concentrarse en ofrecer condiciones que faciliten nuevos emprendimientos, y que permitan financiar las que sobrevivieron a muy bajas tasas de interés, reducir los costos de generación de empleo sin afectar el salario de los trabajadores, y disminuir la tasa de tributación efectiva, una de las más altas del mundo. Nada hay más eficaz para generar trabajo que fortalecer el emprendimiento y las mypimes que, hasta la crisis, generaban el 80% del empleo.

Por el otro, habría que poner en marcha una política de austeridad estatal, recortar los compromisos presupuestales del pacto de Santos con las Farc, y concentrar el gasto público en proyectos que permitan crecimiento sostenido a mediano y largo plazo. El desarrollo de nuevos proyectos de infraestructura y de impulso estructural a la agricultura, la ganadería y la silvicultura, por ejemplo, tendrían la triple condición de incentivar crecimiento sustentable, generar empleo y disminuir la pobreza de las poblaciones más vulnerables.

Y hay que evitar las tentaciones de aumentar la carga a quienes ya pagan impuestos. Sería el puntillazo mortal para la clase media y el sector privado.