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Columnista - 14 abril, 2013

PARA ANGELLY

Por Leonardo José Maya   Los hombres no conquistamos a ninguna mujer. Sencillamente ellas se dejan conquistar o no se dejan. Deciden cuando acceden a nuestras pretensiones y hasta deciden el día, la hora, el momento y el modo, exactamente como hacen los conquistadores, pero su inteligencia superior nos hace creer que la hemos conquistado […]

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Por Leonardo José Maya

 

Los hombres no conquistamos a ninguna mujer. Sencillamente ellas se dejan conquistar o no se dejan. Deciden cuando acceden a nuestras pretensiones y hasta deciden el día, la hora, el momento y el modo, exactamente como hacen los conquistadores, pero su inteligencia superior nos hace creer que la hemos conquistado cuando la realidad es contraria. Esto lo aprendí un 12 de abril en Madrid, cinco años después de andar siguiendo tu rastro.

PALABRAS DE AMOR
Cuentan que hace unos años, en una fiesta de carnavales perfumada de whisky y bellas canciones, un hombre joven perturbado por unas piernas hermosas se acercó a una chica de ojos esquivos y le dijo al oído unas cuantas palabras dulces que resultaron ser un poema, ella se entusiasmó de tal manera que lo alojó en su pecho para siempre y jamás pudo arrancárselo de su corazón.
Así comienzan los primeros trazos de mi vida y aquí estoy yo continuando el poema que mi padre inició con unas cuantas palabras de amor.

CONSEJOS
Siendo muy niño, mi joven profesora que me mantenía muy cerca a sus faldas y extasiado en su perfume, me aconsejó que nunca mirara a una mujer hermosa a los ojos.
Pueden pasar dos cosas – me dijo delicadamente – que te vuelvas loco o que te enamores de ella para siempre.
Los años han pasado y yo nunca he podido olvidar a mi profesora de primaria, el solo recuerdo de su perfume me hipnotiza el pensamiento y me hace feliz, pero hay algo más perturbador. Aún busco con ansiedad sus ojos bellos en cada mujer tierna que se cruza en mi camino.

[email protected]
Facebook Leonardo José Maya Amaya

Columnista
14 abril, 2013

PARA ANGELLY

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

Por Leonardo José Maya   Los hombres no conquistamos a ninguna mujer. Sencillamente ellas se dejan conquistar o no se dejan. Deciden cuando acceden a nuestras pretensiones y hasta deciden el día, la hora, el momento y el modo, exactamente como hacen los conquistadores, pero su inteligencia superior nos hace creer que la hemos conquistado […]


Por Leonardo José Maya

 

Los hombres no conquistamos a ninguna mujer. Sencillamente ellas se dejan conquistar o no se dejan. Deciden cuando acceden a nuestras pretensiones y hasta deciden el día, la hora, el momento y el modo, exactamente como hacen los conquistadores, pero su inteligencia superior nos hace creer que la hemos conquistado cuando la realidad es contraria. Esto lo aprendí un 12 de abril en Madrid, cinco años después de andar siguiendo tu rastro.

PALABRAS DE AMOR
Cuentan que hace unos años, en una fiesta de carnavales perfumada de whisky y bellas canciones, un hombre joven perturbado por unas piernas hermosas se acercó a una chica de ojos esquivos y le dijo al oído unas cuantas palabras dulces que resultaron ser un poema, ella se entusiasmó de tal manera que lo alojó en su pecho para siempre y jamás pudo arrancárselo de su corazón.
Así comienzan los primeros trazos de mi vida y aquí estoy yo continuando el poema que mi padre inició con unas cuantas palabras de amor.

CONSEJOS
Siendo muy niño, mi joven profesora que me mantenía muy cerca a sus faldas y extasiado en su perfume, me aconsejó que nunca mirara a una mujer hermosa a los ojos.
Pueden pasar dos cosas – me dijo delicadamente – que te vuelvas loco o que te enamores de ella para siempre.
Los años han pasado y yo nunca he podido olvidar a mi profesora de primaria, el solo recuerdo de su perfume me hipnotiza el pensamiento y me hace feliz, pero hay algo más perturbador. Aún busco con ansiedad sus ojos bellos en cada mujer tierna que se cruza en mi camino.

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