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Columnista - 5 marzo, 2013

Para acabar la guerra, una vía: amnistía

Nuestra historia tradicional escrita, relata que en Colombia se ha indultado y amnistiado (palabras equivalentes, que filtran los hechos, no los corrigen), desde enero 19 de 1820, veamos qué indultó el Congreso de Angostura: “Delitos políticos y comunes.

 

Por: Silvia Betancourt Alliegro 

 

Nuestra historia tradicional escrita, relata que en Colombia se ha indultado y amnistiado (palabras equivalentes, que filtran los hechos, no los corrigen), desde enero 19 de 1820, veamos qué indultó el Congreso de Angostura: “Delitos políticos y comunes. Se exceptúan el asesinato, homicidio voluntario, sodomía, espionaje y conspiración contra la patria en territorio libre”.La precursora medida fue despachada con motivo de la expedición de la Ley fundamental de Colombia.

 

Al año siguiente, 1821, Junio 21, el General Santander usó la palabra amnistía para llamar a la concordia a todos los habitantes de la provincia de Antioquia, prófugos o enemigos, a quienes perdonó: Delitos políticos y comunes, “sean cuales fueran las faltas que hayan cometido”

 

Es un listado largo en el que veo semejanzas (en la forma y contenido) con lo que plantean algunos miembros del Congreso actual, y lo que concibió y decretó Obaldía en los últimos tres meses de 1854. Para él –y ellos- todos fueron delitos políticos, veamos las transgresiones que indultó:

“A todos los individuos que habiendo estado en armas contra el gobierno hayan pasado a prestar sus servicios en las fuerzas constitucionales después del 5 del corriente” –era el 20 de octubre- Pero… exactamente un mes antes había decretado otro indulto que en el que excluía a cabecillas y empleados públicos. Además, debía existir sometimiento a las autoridades.

 

Hay un indulto interesante, que debería ser leído detenidamente por los que pueden cambiar el rumbo de las cosas, que data de abril 1 y mayo 29 de 1855, despachado por el Congreso, y dice que: “Los beneficiarios deben permanecer 8 años fuera del país o fuera de ciertas provincias”.

 

En junio 13 de 1954 el General Gustavo Rojas Pinilla ordenó amnistía para delitos políticos, y fueron definidos como: “Aquel cuyo móvil haya sido el ataque al gobierno, o que pueda explicarse por extralimitación en el apoyo o adhesión a éste o por aversión o sectarismos políticos”. Se exceptuaron crímenes atroces.

 

A partir de ahí están todos los esfuerzos contemporáneos que se han llevado a cabo, con los mismos nombres y hombres, (eludiendo la clasificación capital: delitos de lesa humanidad) para erradicar las confrontaciones armadas entre nosotros, que no menciono por motivos de espacio y consideración hacia los lectores, por tanto, me refiero a los años: 1981, 1982, 1985, 1989, 1991, 1993, 1995… Los personajes: Congreso, Julio César Turbay, Belisario Betancur, César Gaviria, Andrés Pastrana; ahora, pleno 2013, algunos de ellos siguen viviendo con opulencia y dignidad; y también los grupos belicosos con sus respectivas denominaciones: guerrilleros, milicias populares rurales y urbanas, grupos de justicia privada; actualmente todos están encasillados bajo un mismo calificativo: terroristas, que siguen existiendo con mucho, pero mucho dinero, armas y poder, es decir, tenemos varios Estados en el territorio colombiano actualmente administrado por Juan Manuel Santos, que se atreve a insistir en el tema de la paz negociada en medio de batallas.

 

Este es nuestro territorio, donde reposan los ancestros, y por donde se remontan nuestros sueños de los cuales hemos derrotado la palabra esperanza -nuestros mayores también lo hicieron-, estamos condenados a ser un conglomerado dividido, y por tanto vencido; y casi podría asegurar que los colombianos de estirpe pura, que siguen estudiando y produciendo perfectamente desarmados e inermes ante la turba, son los únicos que viven en una penitenciaría perpetua, regidos por las leyes penales, tributarias, comerciales gubernamentales, por un lado ¡y también por el otro!

 

 

Columnista
5 marzo, 2013

Para acabar la guerra, una vía: amnistía

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Nuestra historia tradicional escrita, relata que en Colombia se ha indultado y amnistiado (palabras equivalentes, que filtran los hechos, no los corrigen), desde enero 19 de 1820, veamos qué indultó el Congreso de Angostura: “Delitos políticos y comunes.


 

Por: Silvia Betancourt Alliegro 

 

Nuestra historia tradicional escrita, relata que en Colombia se ha indultado y amnistiado (palabras equivalentes, que filtran los hechos, no los corrigen), desde enero 19 de 1820, veamos qué indultó el Congreso de Angostura: “Delitos políticos y comunes. Se exceptúan el asesinato, homicidio voluntario, sodomía, espionaje y conspiración contra la patria en territorio libre”.La precursora medida fue despachada con motivo de la expedición de la Ley fundamental de Colombia.

 

Al año siguiente, 1821, Junio 21, el General Santander usó la palabra amnistía para llamar a la concordia a todos los habitantes de la provincia de Antioquia, prófugos o enemigos, a quienes perdonó: Delitos políticos y comunes, “sean cuales fueran las faltas que hayan cometido”

 

Es un listado largo en el que veo semejanzas (en la forma y contenido) con lo que plantean algunos miembros del Congreso actual, y lo que concibió y decretó Obaldía en los últimos tres meses de 1854. Para él –y ellos- todos fueron delitos políticos, veamos las transgresiones que indultó:

“A todos los individuos que habiendo estado en armas contra el gobierno hayan pasado a prestar sus servicios en las fuerzas constitucionales después del 5 del corriente” –era el 20 de octubre- Pero… exactamente un mes antes había decretado otro indulto que en el que excluía a cabecillas y empleados públicos. Además, debía existir sometimiento a las autoridades.

 

Hay un indulto interesante, que debería ser leído detenidamente por los que pueden cambiar el rumbo de las cosas, que data de abril 1 y mayo 29 de 1855, despachado por el Congreso, y dice que: “Los beneficiarios deben permanecer 8 años fuera del país o fuera de ciertas provincias”.

 

En junio 13 de 1954 el General Gustavo Rojas Pinilla ordenó amnistía para delitos políticos, y fueron definidos como: “Aquel cuyo móvil haya sido el ataque al gobierno, o que pueda explicarse por extralimitación en el apoyo o adhesión a éste o por aversión o sectarismos políticos”. Se exceptuaron crímenes atroces.

 

A partir de ahí están todos los esfuerzos contemporáneos que se han llevado a cabo, con los mismos nombres y hombres, (eludiendo la clasificación capital: delitos de lesa humanidad) para erradicar las confrontaciones armadas entre nosotros, que no menciono por motivos de espacio y consideración hacia los lectores, por tanto, me refiero a los años: 1981, 1982, 1985, 1989, 1991, 1993, 1995… Los personajes: Congreso, Julio César Turbay, Belisario Betancur, César Gaviria, Andrés Pastrana; ahora, pleno 2013, algunos de ellos siguen viviendo con opulencia y dignidad; y también los grupos belicosos con sus respectivas denominaciones: guerrilleros, milicias populares rurales y urbanas, grupos de justicia privada; actualmente todos están encasillados bajo un mismo calificativo: terroristas, que siguen existiendo con mucho, pero mucho dinero, armas y poder, es decir, tenemos varios Estados en el territorio colombiano actualmente administrado por Juan Manuel Santos, que se atreve a insistir en el tema de la paz negociada en medio de batallas.

 

Este es nuestro territorio, donde reposan los ancestros, y por donde se remontan nuestros sueños de los cuales hemos derrotado la palabra esperanza -nuestros mayores también lo hicieron-, estamos condenados a ser un conglomerado dividido, y por tanto vencido; y casi podría asegurar que los colombianos de estirpe pura, que siguen estudiando y produciendo perfectamente desarmados e inermes ante la turba, son los únicos que viven en una penitenciaría perpetua, regidos por las leyes penales, tributarias, comerciales gubernamentales, por un lado ¡y también por el otro!