Como única e inigualable puede catalogarse la presencia de la mujer en los variados roles de su desempeño misional. El machismo predominante desde los orígenes de los seres humanos ha pretendido convertir a la mujer en un simple objeto, donde el estatus jerárquico de mando y dirección lo representa el hombre. Hoy por hoy, las […]
Como única e inigualable puede catalogarse la presencia de la mujer en los variados roles de su desempeño misional. El machismo predominante desde los orígenes de los seres humanos ha pretendido convertir a la mujer en un simple objeto, donde el estatus jerárquico de mando y dirección lo representa el hombre.
Hoy por hoy, las mujeres han demostrado con ternura y delicadeza que pueden ejercer cargos similares al hombre, incluso, en muchas áreas, el desempeño laboral es superior. Las damas, desde el inicio mismo de su aparición en la tierra, han encontrado en la sociedad un avasallamiento absurdo e injusto que las predispone a superarse día a día, para desarraigar esa vieja y magistral concepción, que quien orquesta y lidera el mando es el macho. Atrás se está dejando este estigma de rezago y atropello que se hizo visible en todas las esferas del universo.
Para no ir tan lejos, solo fue en el gobierno del general Rojas Pinilla, en nuestro país, donde la mujer obtuvo el derecho a tener cédula y sufragar en las urnas. Más tarde y de manera muy limitada ser partícipe en la toma de decisiones y conquistar importantes cargos, mediante el escenario democrático, igual a través de concursos meritocráticos.
Sin embargo, el papel de la mujer todavía se ve seriamente degradado en una sociedad machista que se niega a aceptar el más mínimo reconocimiento. No podemos ocultar la gran verdad que se aprecia por doquier rincón de nuestra amada Colombia, donde la participación de género es de un escaso e irrisorio porcentaje que no supera el 30 %. Absurdo desde todo punto de vista, si se tiene en cuenta que según el censo poblacional del país, 48 millones de habitantes, las mujeres son más.
Bajo esta contextualización nos preguntamos: ¿Por qué en Colombia, con tantas mujeres brillantes e inteligentes, aún no ha llegado la primera de ellas a la Presidencia de la República? Por fortuna, ya han ostentado y con lujo de detalles ser gobernadoras, alcaldesas, diputadas, concejalas, ediles, representantes a la Cámara y al Senado. Igual han escalado meritorias posiciones al interior de las Fuerzas Armadas: Marina, aviación, Ejército y Policía, así mismo, embajadas, roles dentro de la educación, investigación, relaciones públicas, ministras, superintendentes y la diplomacia; ni qué decir de las mujeres que integran la Rama Judicial, como magistradas, juezas, fiscales y también el Ministerio Público: procuradoras, personeras, contraloras; mucho se habla que ellas manejan bien las finanzas; entonces, allí deben llegar y realizar los cambios que requiere el país.
Falta potenciar el liderazgo femenino a la altura del profesionalismo que la ética y la moral exigen, y lo más sublime, quererlas más, amarlas y bendecirlas, porque la mujer es el ser más valioso del universo, personas maravillosas que nos trajeron al mundo.
Por todo lo aquí expuesto, la mujer se instala en una plataforma de lanzamiento y se atreve a buscar nuevos horizontes y conquistarlos, dejando esa mujer de décadas atrás. El propósito de este planteamiento es rechazar todo tipo de violencia contra ellas; no se les violenta cuando el Estado y la sociedad les proporciona mejores oportunidades. Observamos ahora un colectivo de mujeres de todas las clases sociales que promueven diariamente sus actividades; se muestran ante la sociedad para hacer valer sus derechos.
Por: [email protected].
Como única e inigualable puede catalogarse la presencia de la mujer en los variados roles de su desempeño misional. El machismo predominante desde los orígenes de los seres humanos ha pretendido convertir a la mujer en un simple objeto, donde el estatus jerárquico de mando y dirección lo representa el hombre. Hoy por hoy, las […]
Como única e inigualable puede catalogarse la presencia de la mujer en los variados roles de su desempeño misional. El machismo predominante desde los orígenes de los seres humanos ha pretendido convertir a la mujer en un simple objeto, donde el estatus jerárquico de mando y dirección lo representa el hombre.
Hoy por hoy, las mujeres han demostrado con ternura y delicadeza que pueden ejercer cargos similares al hombre, incluso, en muchas áreas, el desempeño laboral es superior. Las damas, desde el inicio mismo de su aparición en la tierra, han encontrado en la sociedad un avasallamiento absurdo e injusto que las predispone a superarse día a día, para desarraigar esa vieja y magistral concepción, que quien orquesta y lidera el mando es el macho. Atrás se está dejando este estigma de rezago y atropello que se hizo visible en todas las esferas del universo.
Para no ir tan lejos, solo fue en el gobierno del general Rojas Pinilla, en nuestro país, donde la mujer obtuvo el derecho a tener cédula y sufragar en las urnas. Más tarde y de manera muy limitada ser partícipe en la toma de decisiones y conquistar importantes cargos, mediante el escenario democrático, igual a través de concursos meritocráticos.
Sin embargo, el papel de la mujer todavía se ve seriamente degradado en una sociedad machista que se niega a aceptar el más mínimo reconocimiento. No podemos ocultar la gran verdad que se aprecia por doquier rincón de nuestra amada Colombia, donde la participación de género es de un escaso e irrisorio porcentaje que no supera el 30 %. Absurdo desde todo punto de vista, si se tiene en cuenta que según el censo poblacional del país, 48 millones de habitantes, las mujeres son más.
Bajo esta contextualización nos preguntamos: ¿Por qué en Colombia, con tantas mujeres brillantes e inteligentes, aún no ha llegado la primera de ellas a la Presidencia de la República? Por fortuna, ya han ostentado y con lujo de detalles ser gobernadoras, alcaldesas, diputadas, concejalas, ediles, representantes a la Cámara y al Senado. Igual han escalado meritorias posiciones al interior de las Fuerzas Armadas: Marina, aviación, Ejército y Policía, así mismo, embajadas, roles dentro de la educación, investigación, relaciones públicas, ministras, superintendentes y la diplomacia; ni qué decir de las mujeres que integran la Rama Judicial, como magistradas, juezas, fiscales y también el Ministerio Público: procuradoras, personeras, contraloras; mucho se habla que ellas manejan bien las finanzas; entonces, allí deben llegar y realizar los cambios que requiere el país.
Falta potenciar el liderazgo femenino a la altura del profesionalismo que la ética y la moral exigen, y lo más sublime, quererlas más, amarlas y bendecirlas, porque la mujer es el ser más valioso del universo, personas maravillosas que nos trajeron al mundo.
Por todo lo aquí expuesto, la mujer se instala en una plataforma de lanzamiento y se atreve a buscar nuevos horizontes y conquistarlos, dejando esa mujer de décadas atrás. El propósito de este planteamiento es rechazar todo tipo de violencia contra ellas; no se les violenta cuando el Estado y la sociedad les proporciona mejores oportunidades. Observamos ahora un colectivo de mujeres de todas las clases sociales que promueven diariamente sus actividades; se muestran ante la sociedad para hacer valer sus derechos.
Por: [email protected].