El padre, ‘Chema’ Ramos, es el rey número 10, y el hijo, ‘Chemita’, el 33. Crecieron en dos generaciones diferentes, pero enmarcados en el estilo de Luis Enrique Martínez. Este año ‘Chemita’ buscará la primera corona rey de reyes para la dinastía Ramos.
José María ‘Chema’ Ramos es un hombre radical en sus decisiones, no le gusta el engaño y mucho menos que le mientan. El dinero no lo tiene como prioridad, menos cuando el acordeonero se convirtió en un empleado del cantante.
Como él mismo lo relata, nació con la sombra de un padre que lo apoyó a consagrar el arte de tocar acordeón en su vida. Así, como uno más del folclor, aprendió a interpretarlo en su natal Urumita, sur del departamento de La Guajira, y desde allí llegó a Valledupar en 1976 para ganar el Festival Vallenato en la categoría Semiprofesional, creada por Alonso Fernández Oñate.
“Yo seguí los pasos de mi padre, José María Ramos Rojas, él era un gran músico y exponente del vallenato, en esa época nadie vivía del acordeón y él únicamente hacía las parrandas bebiendo trago y en comidas con sus amigos. Su padre era un hombre acomodado, tenía dos fincas con tres estancias de café y ganado, entonces mi papá no vivía de la música”, relató ‘Chema’ Ramos, el mismo que cuando era niño se hizo músico en Urumita, al recibir las primeras lecciones que “me regaló mi padre cuando me entregó un acordeón de dos teclados y después me compró un cinco letras”.
En 1977, un año después de su primer triunfo en la capital del Cesar, se convirtió en rey Profesional, en una noche magistral en la plaza Alfonso López, cuando derrotó a Alberto Muegues, Ramón ‘Monche’ Vargas, Máximo Jiménez, Rafael Salas, Raúl ‘Chiche’ Martínez, Miguel Ahumada y hasta ‘Juancho’ Polo Valencia.
“La competencia estuvo muy dura porque todo el que va a participar se prepara”, rememoró Ramos Rodríguez, aunque el contendor directo, más por carisma que por ser un gran digitador, fue declarado fuera de concurso.
“A ‘Juancho’ Polo el jurado decidió declararlo fuera de concurso. Gracias a Dios me dio la fortaleza de ejecutar bien mi acordeón y cantar para obtener el primer puesto. ‘Juancho’ Polo tenía sus cualidades como buen músico y artista, era un hombre carismático, lo mismo que a Máximo Jiménez”, explicó ‘Chema’ Ramos quien estuvo acompañado en la caja por Simón Herrera (padre del rey vallenato Juan David ‘El Pollito’ Herrera) y en la guacharaca por Abel Suárez.
Con su estilo enmarcado en Luis Enrique Martínez gestó que su hijo José María Ramos Navarro siguiera sus pasos. La dinastía Ramos es otra de las que compite por la corona rey de reyes del Festival de la Leyenda Vallenata. El pueblo pedía a ‘Chema’ Ramos su participación y él la única decisión que tomó fue encomendarle la tarea a ‘Chemita’, su hijo.
“Ya tenemos dinastía y eso es importante para el folclor vallenato; ‘Chemita’ Ramos ha salido muy bueno, digita excelente el acordeón; tengo a Edward Ramos que llegó a la final en 2011 y José Alejandro, que toca acordeón, pero todavía no se ha presentado al Festival Vallenato. Además mi hijo Yalíl es guacharaquero y pasó por las mejores agrupaciones como Diomedes Díaz, Jorge Celedón y Fabián Corrales”, asegura el juglar de 68 años de edad.
En las primeras dos ediciones rey de reyes se inscribió y realizó unas buenas actuaciones, aunque el jurado calificador no lo haya considerado para ser el vencedor.
“Participé en el primer rey de reyes y pasé a la semifinal; cuando ganó ‘El Cocha’ Molina (1977) también me presenté y también hice unas buenas presentaciones. Gracias a Dios mi nombre estaba muy bien relacionado con la gente. Recuerdo que en ese 1997 los reyes participamos en Barranquilla en un concurso rey de reyes que hizo Cervecería Águila, me lo gané y me premiaron con $500.000, por hacer la mejor presentación”.
Con sus dedos aún con brío y la nota cargada de melodía, ‘Chema’ Ramos pasa la mayoría de su tiempo ejecutando el acordeón en su casa. “Hoy me siento capaz de presentarme y haría un buen papel, pero en esta oportunidad apoyaré a mi hijo ‘Chemita’ porque lo veo en buenas condiciones. Está joven y se chocará con los jóvenes, si de pronto hubiesen hecho dos categorías estuviesen acordeoneros como Miguel López, Náfer Durán y otros, pero no, quieren tirar los jóvenes con los viejos y nosotros no estamos con la misma energía y velocidad; el joven es joven y los años valen mucho dinero”.
Tres consejos le entrega diariamente a ‘Chemita’: “que sea respetuoso, amable y sencillo”, eso según el décimo rey del festival le servirá para apegarse al público con su acordeón.
¿Cómo debe tocar un acordeonero en el rey de reyes? Es una pregunta casi que obligada a la hora de hablar con veteranos como ‘Chema’ Ramos, lleno de requisitos y experiencia festivalera.
“En el rey de reyes hay que tocar sin correr, ponerle todo el amor a las canciones, ser juicioso y no subir a la tarima borracho. El músico debe pegarse sus cuatro tragos de whisky para que entre en calor, porque un tipo sin nada llega a tocar desabrido a la tarima”, argumenta y clarifica al decir, “la participación es una alegría, son momentos y todo depende de una buena salud”.
De los jurados opina sin tapujos y sin esconder su visión: “El concursante no puede pelar una nota porque el jurado tiene el lapicero en la mano y si uno no le cae bien, ya te puedes imaginar lo que viene”.
Sin dejarse llevar por la fama y apuntando al querer de su padre, José María Ramos Navarro o ‘Chemita’ como lo conocen, alcanzó la corona del Festival Vallenato en el 2000 y lo que más recuerda fue la denominación que recibió: “los periodistas me bautizaron como el rey del nuevo milenio”.
Antes de ser monarca en la tierra del Cacique Upar ya su nombre tenía fama. La consiguió al grabar dos producciones musicales con su paisano Fabián Corrales.
“Venía a nivel comercial de una carrera muy ascendente con Fabián Corrales y con el respaldo de mi papá tenía la referencia del vallenato tradicional. En el 2000 fueron casi 80 competidores, en la final derroté a Ever Paternina, Harold Rivera, Álvaro Meza y Samy Ariza. Una final muy disputada en la plaza Alfonso López”, afirmó el rey 33 del Festival Vallenato.
Las lecciones y la enseñanza fueron inculcadas de su padre ‘Chema’ Ramos, pero también recogió el estilo de Luis Enrique Martínez, Alejandro Durán y la música de Emiliano Zuleta Díaz: “es como el buen lector que lee el libro y le saca sustancia a lo que observa”.
“A quien le he recibido consejos y lo considero mi guía es a mi papá, José María Ramos Rodríguez, he sabido sortear la vida porque la experiencia no se improvisa”, dijo.
En la competencia de 2007, cuando Hugo Carlos Granados fue el verdugo de ese Festival, ‘Chemita’ alcanzó a llegar a la ronda semifinal, participación de la que considera “no estaba preparado como lo estoy ahora, porque la experiencia se consigue con el trasegar de los años y los días”.
“El fanatismo es otro caso, pero en la época de mi papá era muy diferente, por eso hay que cambiar la óptica y tratar de ser lo humanamente sociable con el público, porque un artista sin público no vale cinco sentados, como decía Diomedes”, destacó ‘Chemita’ Ramos.
El décimo y el treinta y tres, son otra de las dinastías que tiene como propósito quedarse con la cuarta corona en la modalidad rey de reyes, que se celebra en Valledupar, desde 1987, cada 10 años.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN
El padre, ‘Chema’ Ramos, es el rey número 10, y el hijo, ‘Chemita’, el 33. Crecieron en dos generaciones diferentes, pero enmarcados en el estilo de Luis Enrique Martínez. Este año ‘Chemita’ buscará la primera corona rey de reyes para la dinastía Ramos.
José María ‘Chema’ Ramos es un hombre radical en sus decisiones, no le gusta el engaño y mucho menos que le mientan. El dinero no lo tiene como prioridad, menos cuando el acordeonero se convirtió en un empleado del cantante.
Como él mismo lo relata, nació con la sombra de un padre que lo apoyó a consagrar el arte de tocar acordeón en su vida. Así, como uno más del folclor, aprendió a interpretarlo en su natal Urumita, sur del departamento de La Guajira, y desde allí llegó a Valledupar en 1976 para ganar el Festival Vallenato en la categoría Semiprofesional, creada por Alonso Fernández Oñate.
“Yo seguí los pasos de mi padre, José María Ramos Rojas, él era un gran músico y exponente del vallenato, en esa época nadie vivía del acordeón y él únicamente hacía las parrandas bebiendo trago y en comidas con sus amigos. Su padre era un hombre acomodado, tenía dos fincas con tres estancias de café y ganado, entonces mi papá no vivía de la música”, relató ‘Chema’ Ramos, el mismo que cuando era niño se hizo músico en Urumita, al recibir las primeras lecciones que “me regaló mi padre cuando me entregó un acordeón de dos teclados y después me compró un cinco letras”.
En 1977, un año después de su primer triunfo en la capital del Cesar, se convirtió en rey Profesional, en una noche magistral en la plaza Alfonso López, cuando derrotó a Alberto Muegues, Ramón ‘Monche’ Vargas, Máximo Jiménez, Rafael Salas, Raúl ‘Chiche’ Martínez, Miguel Ahumada y hasta ‘Juancho’ Polo Valencia.
“La competencia estuvo muy dura porque todo el que va a participar se prepara”, rememoró Ramos Rodríguez, aunque el contendor directo, más por carisma que por ser un gran digitador, fue declarado fuera de concurso.
“A ‘Juancho’ Polo el jurado decidió declararlo fuera de concurso. Gracias a Dios me dio la fortaleza de ejecutar bien mi acordeón y cantar para obtener el primer puesto. ‘Juancho’ Polo tenía sus cualidades como buen músico y artista, era un hombre carismático, lo mismo que a Máximo Jiménez”, explicó ‘Chema’ Ramos quien estuvo acompañado en la caja por Simón Herrera (padre del rey vallenato Juan David ‘El Pollito’ Herrera) y en la guacharaca por Abel Suárez.
Con su estilo enmarcado en Luis Enrique Martínez gestó que su hijo José María Ramos Navarro siguiera sus pasos. La dinastía Ramos es otra de las que compite por la corona rey de reyes del Festival de la Leyenda Vallenata. El pueblo pedía a ‘Chema’ Ramos su participación y él la única decisión que tomó fue encomendarle la tarea a ‘Chemita’, su hijo.
“Ya tenemos dinastía y eso es importante para el folclor vallenato; ‘Chemita’ Ramos ha salido muy bueno, digita excelente el acordeón; tengo a Edward Ramos que llegó a la final en 2011 y José Alejandro, que toca acordeón, pero todavía no se ha presentado al Festival Vallenato. Además mi hijo Yalíl es guacharaquero y pasó por las mejores agrupaciones como Diomedes Díaz, Jorge Celedón y Fabián Corrales”, asegura el juglar de 68 años de edad.
En las primeras dos ediciones rey de reyes se inscribió y realizó unas buenas actuaciones, aunque el jurado calificador no lo haya considerado para ser el vencedor.
“Participé en el primer rey de reyes y pasé a la semifinal; cuando ganó ‘El Cocha’ Molina (1977) también me presenté y también hice unas buenas presentaciones. Gracias a Dios mi nombre estaba muy bien relacionado con la gente. Recuerdo que en ese 1997 los reyes participamos en Barranquilla en un concurso rey de reyes que hizo Cervecería Águila, me lo gané y me premiaron con $500.000, por hacer la mejor presentación”.
Con sus dedos aún con brío y la nota cargada de melodía, ‘Chema’ Ramos pasa la mayoría de su tiempo ejecutando el acordeón en su casa. “Hoy me siento capaz de presentarme y haría un buen papel, pero en esta oportunidad apoyaré a mi hijo ‘Chemita’ porque lo veo en buenas condiciones. Está joven y se chocará con los jóvenes, si de pronto hubiesen hecho dos categorías estuviesen acordeoneros como Miguel López, Náfer Durán y otros, pero no, quieren tirar los jóvenes con los viejos y nosotros no estamos con la misma energía y velocidad; el joven es joven y los años valen mucho dinero”.
Tres consejos le entrega diariamente a ‘Chemita’: “que sea respetuoso, amable y sencillo”, eso según el décimo rey del festival le servirá para apegarse al público con su acordeón.
¿Cómo debe tocar un acordeonero en el rey de reyes? Es una pregunta casi que obligada a la hora de hablar con veteranos como ‘Chema’ Ramos, lleno de requisitos y experiencia festivalera.
“En el rey de reyes hay que tocar sin correr, ponerle todo el amor a las canciones, ser juicioso y no subir a la tarima borracho. El músico debe pegarse sus cuatro tragos de whisky para que entre en calor, porque un tipo sin nada llega a tocar desabrido a la tarima”, argumenta y clarifica al decir, “la participación es una alegría, son momentos y todo depende de una buena salud”.
De los jurados opina sin tapujos y sin esconder su visión: “El concursante no puede pelar una nota porque el jurado tiene el lapicero en la mano y si uno no le cae bien, ya te puedes imaginar lo que viene”.
Sin dejarse llevar por la fama y apuntando al querer de su padre, José María Ramos Navarro o ‘Chemita’ como lo conocen, alcanzó la corona del Festival Vallenato en el 2000 y lo que más recuerda fue la denominación que recibió: “los periodistas me bautizaron como el rey del nuevo milenio”.
Antes de ser monarca en la tierra del Cacique Upar ya su nombre tenía fama. La consiguió al grabar dos producciones musicales con su paisano Fabián Corrales.
“Venía a nivel comercial de una carrera muy ascendente con Fabián Corrales y con el respaldo de mi papá tenía la referencia del vallenato tradicional. En el 2000 fueron casi 80 competidores, en la final derroté a Ever Paternina, Harold Rivera, Álvaro Meza y Samy Ariza. Una final muy disputada en la plaza Alfonso López”, afirmó el rey 33 del Festival Vallenato.
Las lecciones y la enseñanza fueron inculcadas de su padre ‘Chema’ Ramos, pero también recogió el estilo de Luis Enrique Martínez, Alejandro Durán y la música de Emiliano Zuleta Díaz: “es como el buen lector que lee el libro y le saca sustancia a lo que observa”.
“A quien le he recibido consejos y lo considero mi guía es a mi papá, José María Ramos Rodríguez, he sabido sortear la vida porque la experiencia no se improvisa”, dijo.
En la competencia de 2007, cuando Hugo Carlos Granados fue el verdugo de ese Festival, ‘Chemita’ alcanzó a llegar a la ronda semifinal, participación de la que considera “no estaba preparado como lo estoy ahora, porque la experiencia se consigue con el trasegar de los años y los días”.
“El fanatismo es otro caso, pero en la época de mi papá era muy diferente, por eso hay que cambiar la óptica y tratar de ser lo humanamente sociable con el público, porque un artista sin público no vale cinco sentados, como decía Diomedes”, destacó ‘Chemita’ Ramos.
El décimo y el treinta y tres, son otra de las dinastías que tiene como propósito quedarse con la cuarta corona en la modalidad rey de reyes, que se celebra en Valledupar, desde 1987, cada 10 años.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN