Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Colombia vive hoy unos de sus momentos más democráticos ya que cualquiera puede expresar sus ideas de la manera que se le ocurra y por el medio que quiera sin que sea necesaria la comprobación de lo que cada cual dice para demostrar lo verdadero de lo que se dice. Lo […]
Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Colombia vive hoy unos de sus momentos más democráticos ya que cualquiera puede expresar sus ideas de la manera que se le ocurra y por el medio que quiera sin que sea necesaria la comprobación de lo que cada cual dice para demostrar lo verdadero de lo que se dice. Lo que es el ejercicio de la expresión a la que todos tenemos derecho, se convierte a veces, por ignorancia o mala fe, en errores de apreciación que distorsionan lo que como columnistas hemos querido decir.
Si hay algo que nos ha preocupado siempre es que lo que decimos por este medio, como lo que podemos decir en la calle, tenga como base la verdad; por eso frecuentemente cuando decimos algo ya eso está comprobado por la opinión pues nosomos productores de “chivas”, porque no es ese el objetivo de una columna sino el de demostrarle a la opinión que somos capaces de ver e interpretar los hechos tal y como los aprecia la gran mayoría de la gente, para lo cual actuamos objetivamente sin esconder mis preferencias políticas o de otro orden porque soy un hombre libre, sin más ataduras que las que me exigen mi raciocinio y mi conciencia, ambos transparentes.
Una hija desde el exterior me llama para preguntarme si he leído un comentario en internet sobre mi última columna y le digo que no, que me lo diga ella porque ella sabe que no me las voy muy bien con esa tecnología. Y me lo dice. Alguien que ha utilizado el nombre de Julio Izquierdo como pseudónimo, se pregunta por qué en los señalamientos que hago, no incluyo a mis parientes, que soy sesgado y de doble moral; parece que el hombre se vino con todo.
A ese señor, llámese como se llame y a los que piensen como él, les digo: léanse el artículo 33 de nuestra Constitución política y se darán cuenta que el constituyente aclara que no se puede obligar a nadie a que declare contra los integrantes de su círculo familiar, interpretando quizá el dicho popular en nuestra tierra que es bien sabido que “al que escupe para arriba le cae la saliva en la cara”. De doble moral quien escribió eso, sea quien sea y llámese como se llame, pues si sabe tantas cosas de los integrantes de mi familia está faltando a su deber cívico y moral al no presentarse ante las autoridades competentes a denunciarlos como sí lo he hecho yo con varios funcionarios cada vez que me he enterado de algo. Pero cuando yo no sé lo que van a hacer porque nadie me lo cuenta y cuando después de hecho tampoco me lo comunican, qué voy a decir si no sé nada, los que saben son los obligados a denunciar, Ud. que sabe, hágalo, el que tiene pecho no manda a cantar a otro.
De seguro que si intenta hacerlo o lo hace, de mi persona no encontrará nada de qué denunciarme y yo sólo debo responder por lo que haya hecho yo, no por lo que hayan hecho los demás, que cada palo aguante su vela es lo justo y necesario, yo por mi parte lo poco que tengo lo heredé de mi padre a quien vi trabajar denodadamente dentro del marco de la ley, así trabajé yo en mi profesión médica dentro de la ética que ella exige; jamás he sabido de chanchullos ni nadie me ha dado un contrato ni a nadie se lo he pedido.
Por eso tengo la autoridad moral que transferí a la política cuando la hice, autoridad moral que me reconocen los que fueron testigos de cómo la hice cuando la hice; siempre estuvimos en contra de los vivos que se disfrazan de servidores públicos, pero son un azote para la administración por lo venales; por culpa de ellos no se pueden hacer las cosas que puedan beneficiar a la comunidad porque, con qué plata las van a hacer si se la roban?.
Antes de pedirme que yo denuncie a mis familiares por algo que yo no sé ni estoy obligado a hacerlo, lo que deben hacer es averiguar es si lo que decimos acerca de alguien es verdad o mentira; pero no, el zurdo encriptado se ocupa de Cielo, la madre de nuestro próximo Gobernador, y lo hace de una manera que es una palpable demostración de sana envidia porque la verdad es que más de uno quisiera tener una mamá como ella; que ha vivido pendiente de su casa, su marido y sus hijos, pero también del resto de su familia y de mucha gente que cuenta con ella para resolver sus problemas cotidianos y más aún, los intempestivos y no sólo en época electoral, sino durante todo el año; yo sé que eso es difícil de entender, pero para los que lo vimos en nuestras casas y en nuestra familia, lo entendemos perfectamente.
Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Colombia vive hoy unos de sus momentos más democráticos ya que cualquiera puede expresar sus ideas de la manera que se le ocurra y por el medio que quiera sin que sea necesaria la comprobación de lo que cada cual dice para demostrar lo verdadero de lo que se dice. Lo […]
Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Colombia vive hoy unos de sus momentos más democráticos ya que cualquiera puede expresar sus ideas de la manera que se le ocurra y por el medio que quiera sin que sea necesaria la comprobación de lo que cada cual dice para demostrar lo verdadero de lo que se dice. Lo que es el ejercicio de la expresión a la que todos tenemos derecho, se convierte a veces, por ignorancia o mala fe, en errores de apreciación que distorsionan lo que como columnistas hemos querido decir.
Si hay algo que nos ha preocupado siempre es que lo que decimos por este medio, como lo que podemos decir en la calle, tenga como base la verdad; por eso frecuentemente cuando decimos algo ya eso está comprobado por la opinión pues nosomos productores de “chivas”, porque no es ese el objetivo de una columna sino el de demostrarle a la opinión que somos capaces de ver e interpretar los hechos tal y como los aprecia la gran mayoría de la gente, para lo cual actuamos objetivamente sin esconder mis preferencias políticas o de otro orden porque soy un hombre libre, sin más ataduras que las que me exigen mi raciocinio y mi conciencia, ambos transparentes.
Una hija desde el exterior me llama para preguntarme si he leído un comentario en internet sobre mi última columna y le digo que no, que me lo diga ella porque ella sabe que no me las voy muy bien con esa tecnología. Y me lo dice. Alguien que ha utilizado el nombre de Julio Izquierdo como pseudónimo, se pregunta por qué en los señalamientos que hago, no incluyo a mis parientes, que soy sesgado y de doble moral; parece que el hombre se vino con todo.
A ese señor, llámese como se llame y a los que piensen como él, les digo: léanse el artículo 33 de nuestra Constitución política y se darán cuenta que el constituyente aclara que no se puede obligar a nadie a que declare contra los integrantes de su círculo familiar, interpretando quizá el dicho popular en nuestra tierra que es bien sabido que “al que escupe para arriba le cae la saliva en la cara”. De doble moral quien escribió eso, sea quien sea y llámese como se llame, pues si sabe tantas cosas de los integrantes de mi familia está faltando a su deber cívico y moral al no presentarse ante las autoridades competentes a denunciarlos como sí lo he hecho yo con varios funcionarios cada vez que me he enterado de algo. Pero cuando yo no sé lo que van a hacer porque nadie me lo cuenta y cuando después de hecho tampoco me lo comunican, qué voy a decir si no sé nada, los que saben son los obligados a denunciar, Ud. que sabe, hágalo, el que tiene pecho no manda a cantar a otro.
De seguro que si intenta hacerlo o lo hace, de mi persona no encontrará nada de qué denunciarme y yo sólo debo responder por lo que haya hecho yo, no por lo que hayan hecho los demás, que cada palo aguante su vela es lo justo y necesario, yo por mi parte lo poco que tengo lo heredé de mi padre a quien vi trabajar denodadamente dentro del marco de la ley, así trabajé yo en mi profesión médica dentro de la ética que ella exige; jamás he sabido de chanchullos ni nadie me ha dado un contrato ni a nadie se lo he pedido.
Por eso tengo la autoridad moral que transferí a la política cuando la hice, autoridad moral que me reconocen los que fueron testigos de cómo la hice cuando la hice; siempre estuvimos en contra de los vivos que se disfrazan de servidores públicos, pero son un azote para la administración por lo venales; por culpa de ellos no se pueden hacer las cosas que puedan beneficiar a la comunidad porque, con qué plata las van a hacer si se la roban?.
Antes de pedirme que yo denuncie a mis familiares por algo que yo no sé ni estoy obligado a hacerlo, lo que deben hacer es averiguar es si lo que decimos acerca de alguien es verdad o mentira; pero no, el zurdo encriptado se ocupa de Cielo, la madre de nuestro próximo Gobernador, y lo hace de una manera que es una palpable demostración de sana envidia porque la verdad es que más de uno quisiera tener una mamá como ella; que ha vivido pendiente de su casa, su marido y sus hijos, pero también del resto de su familia y de mucha gente que cuenta con ella para resolver sus problemas cotidianos y más aún, los intempestivos y no sólo en época electoral, sino durante todo el año; yo sé que eso es difícil de entender, pero para los que lo vimos en nuestras casas y en nuestra familia, lo entendemos perfectamente.