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Columnista - 6 marzo, 2011

P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Como sé que mis piernas no son lo mejor de que dispongo en mi organismo, me preparé para asistir a la caminata para lo cual dejé el carro y caminé dos cuadras anticipadamente hasta el BBVA en frente del Loperena y ahí la esperé después de descansar. Enseguida empecé a ver […]

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ

Como sé que mis piernas no son lo mejor de que dispongo en mi organismo, me preparé para asistir a la caminata para lo cual dejé el carro y caminé dos cuadras anticipadamente hasta el BBVA en frente del Loperena y ahí la esperé después de descansar. Enseguida empecé a ver cosas: policías uniformados y encubiertos, con kepis o con cascos; a pie, en motos, camionetas, radio-patrullas, automóviles, a caballo, que hablaban por radio-teléfonos y celulares y hasta banda de guerra se trajeron. Si la actividad que desplegaron para la marcha la hicieran a diario para buscar a los malos, la caminata no hubiera sido convocada por innecesaria. Al pasar la caminata, ví que la respuesta popular había sido insuficiente a la convocatoria que se hizo profusa y de la mejor buena fe, que a la gente lo que le gusta es hablar pero no actuar, que son masoquistas; había niños de colegios, con uniformes y seriecitos, politiqueros con cauda infantil, gente convencida de que cumplían un deber cívico, más bien pocos; un bloque fuerte, numeroso de los espontáneos por casi todas las iniciativas benéficas y populares donde identifiqué a muchos, entre ellos, una parte de los convocantes, que al verme, me invitaron a que me les uniera a los que contesté que no, señalando a los policías que eran la mayoría más visible entre todas. El recuerdo de la chulavita de los años cincuenta se me hizo presente  y  me vinieron a la memoria los dos momentos de esa época en que estuve a punto de sucumbir, como lo hicieron muchos de sus víctimas.
Además, no entendía por qué estaba la Policía caminando en representación de las víctimas cuando el cuestionamiento no es sólo para los malos sino también para ellos por inoperantes; por lo que me parece improcedente que traten de asimilarse al pueblo, cuando sabemos que viniendo de él, lo dejan solo, me pareció que su preocupación y presencia masiva se debía a la venida de dos jerarcas de Bogotá ante quienes, como siempre, deseaban lucirse. La Policía se tomó la caminata y creo que no era ese el objetivo de los organizadores.
En el corrillo que había en la esquina antedicha se comentaba que ellos sabían donde permanecían los malos y – sin embargo-  no los detenían, lo mismo que saben donde están las ollas de narcóticos, etc., etc. y no pasa nada. Cuando el río suena…
Son muchas las diferencias en la manera de gobernar del actual Presidente y su antecesor; cada día que pasa nos convencemos  más que tuvimos ocho años de un gobierno atrabiliario, donde las cúpulas se reunían para delinquir y fueron pocos, los que se salvaron de ésta iniquidad y no resultaron contaminados, pero la mayoría se fue por la vía más fácil y de menor resistencia, llevándose a todos por delante sin que surgiera de entre ellos alguien que llamara al orden, la compostura y la pulcritud; todos, como corifeos, alababan las determinaciones absurdas y las vías de hecho porque el fin justificaba los medios; y el fin era enriquecerse todos lo más rápido posible, hasta los niños.
Hoy día no se ve al Presidente cuestionando la autoridad de los jueces o de la Corte porque detuvieron a un fulano ni hablando desaforado para defender a los detenidos que cada día son más por distintos motivos; me parece que el ex ahora está en condición de apoderarlos y defenderlos como abogado que dicen que es, que lo haga como profesional del Derecho, actuando limpiamente al amparo de la ley sin aprovecharse de su condición presidencial sin limitaciones ni privilegios.
Ahora aparece que la entrega de 66 guerrilleros de las Farc durante el anterior gobierno fue una farsa, un falso positivo y hasta de la “operación Jaque” se está dudando de su autenticidad. Será que no se les puede creer nada, que todo fue mentira?.
De las cosas favorables del nuevo gobierno queremos destacar, entre otras ya vigentes, la determinación de que a partir del próximo mes de abril los recursos para la salud serán girados directamente a los hospitales, sin intermediarios, lo que agiliza las operaciones y esperemos que las ponga a cubierto de raponazos. Igualmente nos parece positivo el nombramiento de funcionarios encubiertos en representación de los organismos de control para seguirle los pasos a los dineros del erario, que sólo deben transitar por los caminos de la legalidad. Claro, el éxito consiste en el nombramiento certero de gente comprometida con esa legalidad porque si no…apaga y vámonos.
Nos parece que nuestro pueblo está en mora de prodigarle un reconocimiento a la Corte Constitucional, así como en pedir que se institucionalice el 26 de febrero como día patrio, ya que sin el pronunciamiento de la Corte ese día, dentro de unos años, estaría el pueblo colombiano en las calles, haciéndose matar, como el egipcio o el libio, para sacar al tirano de la Casa de Nariño. Es curioso el hecho que mientras en África están aburridos de un mismo gobernante en un país durante muchos años, en nuestra América los presidentes  quieren eternizarse en el poder para lo cual hacen mil y una piruetas para conseguirlo.
La Justicia fluye serena, como agua de manantial.

Columnista
6 marzo, 2011

P E R I S C O P I O

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Como sé que mis piernas no son lo mejor de que dispongo en mi organismo, me preparé para asistir a la caminata para lo cual dejé el carro y caminé dos cuadras anticipadamente hasta el BBVA en frente del Loperena y ahí la esperé después de descansar. Enseguida empecé a ver […]


Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ

Como sé que mis piernas no son lo mejor de que dispongo en mi organismo, me preparé para asistir a la caminata para lo cual dejé el carro y caminé dos cuadras anticipadamente hasta el BBVA en frente del Loperena y ahí la esperé después de descansar. Enseguida empecé a ver cosas: policías uniformados y encubiertos, con kepis o con cascos; a pie, en motos, camionetas, radio-patrullas, automóviles, a caballo, que hablaban por radio-teléfonos y celulares y hasta banda de guerra se trajeron. Si la actividad que desplegaron para la marcha la hicieran a diario para buscar a los malos, la caminata no hubiera sido convocada por innecesaria. Al pasar la caminata, ví que la respuesta popular había sido insuficiente a la convocatoria que se hizo profusa y de la mejor buena fe, que a la gente lo que le gusta es hablar pero no actuar, que son masoquistas; había niños de colegios, con uniformes y seriecitos, politiqueros con cauda infantil, gente convencida de que cumplían un deber cívico, más bien pocos; un bloque fuerte, numeroso de los espontáneos por casi todas las iniciativas benéficas y populares donde identifiqué a muchos, entre ellos, una parte de los convocantes, que al verme, me invitaron a que me les uniera a los que contesté que no, señalando a los policías que eran la mayoría más visible entre todas. El recuerdo de la chulavita de los años cincuenta se me hizo presente  y  me vinieron a la memoria los dos momentos de esa época en que estuve a punto de sucumbir, como lo hicieron muchos de sus víctimas.
Además, no entendía por qué estaba la Policía caminando en representación de las víctimas cuando el cuestionamiento no es sólo para los malos sino también para ellos por inoperantes; por lo que me parece improcedente que traten de asimilarse al pueblo, cuando sabemos que viniendo de él, lo dejan solo, me pareció que su preocupación y presencia masiva se debía a la venida de dos jerarcas de Bogotá ante quienes, como siempre, deseaban lucirse. La Policía se tomó la caminata y creo que no era ese el objetivo de los organizadores.
En el corrillo que había en la esquina antedicha se comentaba que ellos sabían donde permanecían los malos y – sin embargo-  no los detenían, lo mismo que saben donde están las ollas de narcóticos, etc., etc. y no pasa nada. Cuando el río suena…
Son muchas las diferencias en la manera de gobernar del actual Presidente y su antecesor; cada día que pasa nos convencemos  más que tuvimos ocho años de un gobierno atrabiliario, donde las cúpulas se reunían para delinquir y fueron pocos, los que se salvaron de ésta iniquidad y no resultaron contaminados, pero la mayoría se fue por la vía más fácil y de menor resistencia, llevándose a todos por delante sin que surgiera de entre ellos alguien que llamara al orden, la compostura y la pulcritud; todos, como corifeos, alababan las determinaciones absurdas y las vías de hecho porque el fin justificaba los medios; y el fin era enriquecerse todos lo más rápido posible, hasta los niños.
Hoy día no se ve al Presidente cuestionando la autoridad de los jueces o de la Corte porque detuvieron a un fulano ni hablando desaforado para defender a los detenidos que cada día son más por distintos motivos; me parece que el ex ahora está en condición de apoderarlos y defenderlos como abogado que dicen que es, que lo haga como profesional del Derecho, actuando limpiamente al amparo de la ley sin aprovecharse de su condición presidencial sin limitaciones ni privilegios.
Ahora aparece que la entrega de 66 guerrilleros de las Farc durante el anterior gobierno fue una farsa, un falso positivo y hasta de la “operación Jaque” se está dudando de su autenticidad. Será que no se les puede creer nada, que todo fue mentira?.
De las cosas favorables del nuevo gobierno queremos destacar, entre otras ya vigentes, la determinación de que a partir del próximo mes de abril los recursos para la salud serán girados directamente a los hospitales, sin intermediarios, lo que agiliza las operaciones y esperemos que las ponga a cubierto de raponazos. Igualmente nos parece positivo el nombramiento de funcionarios encubiertos en representación de los organismos de control para seguirle los pasos a los dineros del erario, que sólo deben transitar por los caminos de la legalidad. Claro, el éxito consiste en el nombramiento certero de gente comprometida con esa legalidad porque si no…apaga y vámonos.
Nos parece que nuestro pueblo está en mora de prodigarle un reconocimiento a la Corte Constitucional, así como en pedir que se institucionalice el 26 de febrero como día patrio, ya que sin el pronunciamiento de la Corte ese día, dentro de unos años, estaría el pueblo colombiano en las calles, haciéndose matar, como el egipcio o el libio, para sacar al tirano de la Casa de Nariño. Es curioso el hecho que mientras en África están aburridos de un mismo gobernante en un país durante muchos años, en nuestra América los presidentes  quieren eternizarse en el poder para lo cual hacen mil y una piruetas para conseguirlo.
La Justicia fluye serena, como agua de manantial.