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Columnista - 8 agosto, 2010

P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Estoy de acuerdo con mucha gente de la ciudad cuando expresan que lo mejor que se ha hecho en Valledupar es el Centro Comercial Guatapurí, que presenta una gama de almacenes comerciales de todo tipo, donde se puede comprar absolutamente de todo, desde un helado, el comisariato para la casa, zapatos, […]

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Estoy de acuerdo con mucha gente de la ciudad cuando expresan que lo mejor que se ha hecho en Valledupar es el Centro Comercial Guatapurí, que presenta una gama de almacenes comerciales de todo tipo, donde se puede comprar absolutamente de todo, desde un helado, el comisariato para la casa, zapatos, ropa de toda clase, medicamentos, etc., donde los niños tienen su sitio para juegos, la cafetería de Juan Valdez, donde cualquiera se siente con derecho a sentarse sin necesidad de consumir, y que se ha convertido en oficina de mucha gente que no la tiene, donde te pueden lavar el carro, etc., etc.
Pero para mi juicio, quien se lleva la palma al cubrir una necesidad apremiante en la ciudad, es el local de Panamericana, que dota a Valledupar, ¡por fin!, de una librería permanente, y de todos los artículos del ramo de papelería, computadores, etc., donde puedes buscar el libro que necesitas o adquirir el que no conocías, o pedir el que no tengan en la seguridad que te lo consiguen; a mí me ha pasado.
La llegada de Panamericana a la ciudad dota a Valledupar de una gran librería, necesidad sensible por lo necesaria en una ciudad que sigue en expansión como desde hace muchos años, que sigue recibiendo gente que con familias completas llegan a instalarse aquí, que tiene tanta población estudiantil, que es sede de varias universidades, que cada día tiene más profesionales, en fin, hay mucha gente ávida de información, cultura, en todas las manifestaciones del saber, y todo eso está en los libros, que te hacen desplazar a los más remotos e infinitos lugares sin moverte del sillón de tu casa. No hay mejor compañero que un buen libro: te informa, te ilustra, te culturiza, te pone a viajar, sin exigirte nada; cuando quieres, lo cierras y cuando quieres, lo abres.
Ya era hora que Valledupar tuviera un sitio donde comprar un libro donde uno de los tres mosqueteros no se hubiera quedado en Fundación, sino que estuvieran todos completos, que en vez de tres, eran cuatro. Los vallenatos raizales saben de qué estoy hablando. Confiamos en que nuestras gentes no dejen que Panamericana levante toldas para irse, contamos con la curiosidad de los jóvenes estudiantes, la necesidad de los profesionales, y la responsabilidad de los padres y docentes, en fin, con todos los bibliófilos, para seguir teniendo nuestra base de cultura, pues una persona culta se hace viviendo muchos años, alternando, escuchando o intercambiando ideas con gente culta, viajando y aprendiendo las costumbres y culturas de otros países y leyendo, leyendo sin escuchar a nadie y sin salir de casa. Fácil, simple, sencillo.
Frecuentemente y como en un caleidoscopio, pasan por mi mente personajes como Enrique Lagardere, El pequeño parisién, Athos y los demás, el Capitán Nemo, Andrés Manson, Sandokán, Nick Carter, Bill Barnes, que se mezclaron con Aquiles, Ulises, Sócrates, Jesús, Alejandro Magno, César, Napoleón, Bolívar, Santander, Miranda, Nariño, Sucre, Córdoba, y todos los de la Gloria, que  entretuvieron mi  adolescencia y quizá moldearon mi carácter de hombre libre, al tener que enfrentarme en realidad, como un colombiano más, a las atrocidades cometidas en el país y que, como el rayo que no cesa, continúa segando vidas porque sí, obedeciendo las consignas de los malos y de los que posan de buenos porque detentan el poder.
Agradecemos a Panamericana por su instalación en nuestra ciudad y hagamos votos para que no se les ocurra levantar vuelo, que se hagan de aquí como lo es el Guatapurí, el Parque de la Leyenda, el Colegio Loperena o el Callejón de la Purrututú.

Columnista
8 agosto, 2010

P E R I S C O P I O

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ Estoy de acuerdo con mucha gente de la ciudad cuando expresan que lo mejor que se ha hecho en Valledupar es el Centro Comercial Guatapurí, que presenta una gama de almacenes comerciales de todo tipo, donde se puede comprar absolutamente de todo, desde un helado, el comisariato para la casa, zapatos, […]


Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Estoy de acuerdo con mucha gente de la ciudad cuando expresan que lo mejor que se ha hecho en Valledupar es el Centro Comercial Guatapurí, que presenta una gama de almacenes comerciales de todo tipo, donde se puede comprar absolutamente de todo, desde un helado, el comisariato para la casa, zapatos, ropa de toda clase, medicamentos, etc., donde los niños tienen su sitio para juegos, la cafetería de Juan Valdez, donde cualquiera se siente con derecho a sentarse sin necesidad de consumir, y que se ha convertido en oficina de mucha gente que no la tiene, donde te pueden lavar el carro, etc., etc.
Pero para mi juicio, quien se lleva la palma al cubrir una necesidad apremiante en la ciudad, es el local de Panamericana, que dota a Valledupar, ¡por fin!, de una librería permanente, y de todos los artículos del ramo de papelería, computadores, etc., donde puedes buscar el libro que necesitas o adquirir el que no conocías, o pedir el que no tengan en la seguridad que te lo consiguen; a mí me ha pasado.
La llegada de Panamericana a la ciudad dota a Valledupar de una gran librería, necesidad sensible por lo necesaria en una ciudad que sigue en expansión como desde hace muchos años, que sigue recibiendo gente que con familias completas llegan a instalarse aquí, que tiene tanta población estudiantil, que es sede de varias universidades, que cada día tiene más profesionales, en fin, hay mucha gente ávida de información, cultura, en todas las manifestaciones del saber, y todo eso está en los libros, que te hacen desplazar a los más remotos e infinitos lugares sin moverte del sillón de tu casa. No hay mejor compañero que un buen libro: te informa, te ilustra, te culturiza, te pone a viajar, sin exigirte nada; cuando quieres, lo cierras y cuando quieres, lo abres.
Ya era hora que Valledupar tuviera un sitio donde comprar un libro donde uno de los tres mosqueteros no se hubiera quedado en Fundación, sino que estuvieran todos completos, que en vez de tres, eran cuatro. Los vallenatos raizales saben de qué estoy hablando. Confiamos en que nuestras gentes no dejen que Panamericana levante toldas para irse, contamos con la curiosidad de los jóvenes estudiantes, la necesidad de los profesionales, y la responsabilidad de los padres y docentes, en fin, con todos los bibliófilos, para seguir teniendo nuestra base de cultura, pues una persona culta se hace viviendo muchos años, alternando, escuchando o intercambiando ideas con gente culta, viajando y aprendiendo las costumbres y culturas de otros países y leyendo, leyendo sin escuchar a nadie y sin salir de casa. Fácil, simple, sencillo.
Frecuentemente y como en un caleidoscopio, pasan por mi mente personajes como Enrique Lagardere, El pequeño parisién, Athos y los demás, el Capitán Nemo, Andrés Manson, Sandokán, Nick Carter, Bill Barnes, que se mezclaron con Aquiles, Ulises, Sócrates, Jesús, Alejandro Magno, César, Napoleón, Bolívar, Santander, Miranda, Nariño, Sucre, Córdoba, y todos los de la Gloria, que  entretuvieron mi  adolescencia y quizá moldearon mi carácter de hombre libre, al tener que enfrentarme en realidad, como un colombiano más, a las atrocidades cometidas en el país y que, como el rayo que no cesa, continúa segando vidas porque sí, obedeciendo las consignas de los malos y de los que posan de buenos porque detentan el poder.
Agradecemos a Panamericana por su instalación en nuestra ciudad y hagamos votos para que no se les ocurra levantar vuelo, que se hagan de aquí como lo es el Guatapurí, el Parque de la Leyenda, el Colegio Loperena o el Callejón de la Purrututú.