Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 8 julio, 2015

Orgullo guajiro

Son muchas las canciones donde intérpretes y compositores del folclor vallenato, oriundos de la península colombiana, manifiestan su sentido de pertenencia por la tierra de sus ancestros, en la que se nace con el don de poder contar a través de acuarelas musicales, las maravillas naturales de esta feroz región y el don de gente […]

Son muchas las canciones donde intérpretes y compositores del folclor vallenato, oriundos de la península colombiana, manifiestan su sentido de pertenencia por la tierra de sus ancestros, en la que se nace con el don de poder contar a través de acuarelas musicales, las maravillas naturales de esta feroz región y el don de gente de sus habitantes.

“Con mucho gusto y a mucho honor, yo soy del centro de La Guajira”, lo dijo con el corazón henchido, cantando una parranda el maestro Carlos Huertas, en la emblemática canción del folclor vallenato ‘El cantor de Fonseca’, canto que después conoció el mundo, cantado en diversos formatos y artistas.

O el enamoramiento de Rafael Manjarrez con su terruño, quien ante su belleza exótica se inclinó inspirado y le canto: “No sé por qué La Guajira se mete en el mar así /como si pelear quisiera, como engreída como altanera /como para que el mundo supiera que hay una princesa aquí”, lo pregonó a todo pulmón en ‘Benditos Versos’.
Pero también han sentido impotencia, rabia, ante el saqueo continuado a que han sido sometidas sus ricas arcas por parte de un reducido grupo de personas que se hacen elegir funcionarios públicos para robarse el erario.

Ya lo anunciaba Romualdo Brito en el canto ‘Se acaba mi pueblo’, que publicó otro contestatario por la situación ancestral de olvido, Daniel Celedón, quien tipificó la situación de extrema pobreza de su gente, al cantar y denunciar ante la faz de la tierra que las madres de su pueblo, para ayudar al sostén de sus hijos, recorrían largos kilómetros para llegar al río y se convertían en ‘Las lavanderas’ de las miserias de sus vecinos, actividad que ya no ejercen, porque los políticos corruptos dejaron que los ríos se secaran, al permitirle la depredación y envenenamiento de las cuencas hidrográficas a los marimberos, algodoneros y mineros, llevando al departamento de La Guajira al actual estado de postración, de sed y miseria.

Debe ser por estas eternas denuncias musicales, que han hecho los músicos guajiros, que la dirigencia de esta región está molesta con los artistas, ya que en la celebración de los 50 años del departamento no hicieron ningún tipo de alusión al protagonismo que han tenido estos trovadores en la península.

Se declararon admiradores de la mágica pluma de Gabo, se condecoraron los unos a los otros, amalayaron vetustos y ridículos abolengos, que no tienen, en vez de proyectar en este aniversario número 50, un corredor turístico-folclórico que realce y perpetúe el nombre de sus músicos prestigiosos, como Diomedes, Zuleta, Bolaños, Colacho, Marín, Móvil, entre otros.

Además de su propósito, este corredor dignificaría la vida de los habitantes de esta ruta que se beneficiarían con los miles de turistas que visitan La Junta, Carrizal y otros sitios de La Guajira que se enlazan con los del Cesar, y hacer cómoda la visita de las personas que llegan de todas partes de Colombia y el exterior, a empaparse del folclor.

Columnista
8 julio, 2015

Orgullo guajiro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Son muchas las canciones donde intérpretes y compositores del folclor vallenato, oriundos de la península colombiana, manifiestan su sentido de pertenencia por la tierra de sus ancestros, en la que se nace con el don de poder contar a través de acuarelas musicales, las maravillas naturales de esta feroz región y el don de gente […]


Son muchas las canciones donde intérpretes y compositores del folclor vallenato, oriundos de la península colombiana, manifiestan su sentido de pertenencia por la tierra de sus ancestros, en la que se nace con el don de poder contar a través de acuarelas musicales, las maravillas naturales de esta feroz región y el don de gente de sus habitantes.

“Con mucho gusto y a mucho honor, yo soy del centro de La Guajira”, lo dijo con el corazón henchido, cantando una parranda el maestro Carlos Huertas, en la emblemática canción del folclor vallenato ‘El cantor de Fonseca’, canto que después conoció el mundo, cantado en diversos formatos y artistas.

O el enamoramiento de Rafael Manjarrez con su terruño, quien ante su belleza exótica se inclinó inspirado y le canto: “No sé por qué La Guajira se mete en el mar así /como si pelear quisiera, como engreída como altanera /como para que el mundo supiera que hay una princesa aquí”, lo pregonó a todo pulmón en ‘Benditos Versos’.
Pero también han sentido impotencia, rabia, ante el saqueo continuado a que han sido sometidas sus ricas arcas por parte de un reducido grupo de personas que se hacen elegir funcionarios públicos para robarse el erario.

Ya lo anunciaba Romualdo Brito en el canto ‘Se acaba mi pueblo’, que publicó otro contestatario por la situación ancestral de olvido, Daniel Celedón, quien tipificó la situación de extrema pobreza de su gente, al cantar y denunciar ante la faz de la tierra que las madres de su pueblo, para ayudar al sostén de sus hijos, recorrían largos kilómetros para llegar al río y se convertían en ‘Las lavanderas’ de las miserias de sus vecinos, actividad que ya no ejercen, porque los políticos corruptos dejaron que los ríos se secaran, al permitirle la depredación y envenenamiento de las cuencas hidrográficas a los marimberos, algodoneros y mineros, llevando al departamento de La Guajira al actual estado de postración, de sed y miseria.

Debe ser por estas eternas denuncias musicales, que han hecho los músicos guajiros, que la dirigencia de esta región está molesta con los artistas, ya que en la celebración de los 50 años del departamento no hicieron ningún tipo de alusión al protagonismo que han tenido estos trovadores en la península.

Se declararon admiradores de la mágica pluma de Gabo, se condecoraron los unos a los otros, amalayaron vetustos y ridículos abolengos, que no tienen, en vez de proyectar en este aniversario número 50, un corredor turístico-folclórico que realce y perpetúe el nombre de sus músicos prestigiosos, como Diomedes, Zuleta, Bolaños, Colacho, Marín, Móvil, entre otros.

Además de su propósito, este corredor dignificaría la vida de los habitantes de esta ruta que se beneficiarían con los miles de turistas que visitan La Junta, Carrizal y otros sitios de La Guajira que se enlazan con los del Cesar, y hacer cómoda la visita de las personas que llegan de todas partes de Colombia y el exterior, a empaparse del folclor.