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Columnista - 18 mayo, 2023

¡Ojo Pelao!

Para la alcaldía también se cometió ese error por partida doble y es ahí donde nos vamos a detener.

Bueno, el solo hecho de que esto lo venga a decir una persona que se cree todavía joven, un Pelao, puede sonar confuso, pero con la verdad no pelea nadie y los hechos en nuestro entorno político han demostrado que la juventud no es sinónimo de cambio, ni de renovación, ni de algo nuevo, ni mejor… Lo ha dejado muy claro el actual Concejo de Valledupar que se renovó en las justas anteriores casi que en un 90% con jóvenes, pelaos, pero que siguieron con las malas prácticas de los anteriores, y aún peores; dejaron dos cosas claras, que el problema no era la edad y que la ciudad es lo último que les importa se puede caer a pedazos, pero ellos de ahí pelaos no van a salir. Sobra aclarar, pero lo haré, la última referencia a pelaos es económica.

Para la alcaldía también se cometió ese error por partida doble y es ahí donde nos vamos a detener.

Después del desastroso gobierno que le siguió al defenestrado ‘Ava’ Carvajal; el del exconcejal, hoy subjudice, al que la casa Gnecco le tiene un particular apodo paseador, aunque no lo van a reconocer en público jamás; y el del camaleónico enemigo de sus electores. Nos impusieron a dos pelaos, el primero fue un cantante adolescente del barrio San Joaquín de Valledupar, un niño portento que tenía a su favor el haber sido el concejal más joven de Colombia, y para nuestra contra el no haber pegado un CD de música vallenata, llegó a su nueva tarima y en vez de cantar, oró y arrasó; y era de esperarse, porque si ese candidato, ya en ese momento disfrazado de biblias y evangelios venía con una bendición política, la de todas las casas, a ‘Tuto’ Uhía no le quedaba más remedio que ser alcalde, ganándole nada menos que al candidato del alcalde de ese momento y que además es primo hermano del actual, Jaime Gonzales Mejía, un personaje que revive cada año y medio buscando un puesto burocrático y siempre se lo dan. Aunque siempre pierde, pero como los gatos siempre cae de pie.  Y es que él es Araujo, Gonzales, Castro, Mejía, solo le faltaba el Gnecco que ya le está llegando por adopción según los últimos acontecimientos políticos, y de gratis, para él, porque para la ciudad no, y todo porque la orden fue “Cualquiera menos Ernesto Orozco” le siguen buscando el rival o sea Jaime VA. 

Me desvié un poco, espero no haberme adelantado, continuamos con el pelao que le siguió a ‘Tuto’ Uhía. La estrategia ganadora no se podía cambiar, bien la ciudad no ganó mucho con ella pero con ella se ganó la elección y para algunas pirañas es eso lo único que cuenta y bueno, siguió  otro pelao cara bonita, esta vez de más alta alcurnia, del San Joaquín saltaron nada menos que al Novalito y mandaron camuflado y despacio al Mello Castro Gonzáles, quien ganó sin más excusa que la de ser un Pelao que iba con ganas de poner en orden la ciudad y de ahí en adelante ya todos  conocemos la triste historia.

Ya otra vez salieron los pelaos de candidatos a querer ganarse la bendición de jugar a ser alcalde, quieren administrar una ciudad, sin antes haber administrado por lo menos una chaza de dulces, no nos podemos volver a equivocar, las buenas propuestas deben ir ligadas a la experiencia y el conocimiento, no a los discursos baratos que ya salieron a recitar de memoria, salieron a recoger firmas y lo último que piden es la firma, se les nota el engaño al sistema, por ejemplo uno que ya no es tan pelao, pero que se las tira y que cuando lo estuvo y tuvo cómo hacer algo bueno por Valledupar no hizo nada, la gente no es boba y no necesita ponerse las gafas para ver que lo que está es huérfano de poder porque nunca ha trabajado sin papá estado y ni hablar del que quiere ser un Nayib Bukele criollo, quiere jugar a ser alcalde con poder presidencial, esperemos y reflexione y mejor vaya por la dirección de la cárcel la ‘Tramacúa’… 

No tengo ningún resentimiento personal contra los pelaos, todavía me considero uno, pero eso sí sin la obsesión de poder, ni imaginaria experiencia para ser alcalde, ni el narcisismo infantil de querer jugar a serlo. Por eso es mi invitación al análisis ya que Valledupar lleva casi 8 años jugando a las muñecas con pelaitos sin experiencia y esto nos ha llevado al desastre, una ciudad perrateada por la delincuencia y sin rumbo. Una ciudad fallida porque los electores creyeron en pelaos.

Bueno y si el afán o la moda es votar por pelaos ahí está Ernesto Orozco, que bien no lo es de edad sino de la cabeza, está lleno de experiencia, reconocimiento, madurez, formación, al que se le ha caído el pelo en este trasegar de luchas por una mejor ciudad, tiene muchas cosas serias para mostrar y no anda jugando, no lo digo yo sino su hoja de vida.

Por eso para estas elecciones hay que ver más allá del físico del candidato y leer más allá de lo que dice ¡Ojo Pelao!

Columnista
18 mayo, 2023

¡Ojo Pelao!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Andy Romero Calderón

Para la alcaldía también se cometió ese error por partida doble y es ahí donde nos vamos a detener.


Bueno, el solo hecho de que esto lo venga a decir una persona que se cree todavía joven, un Pelao, puede sonar confuso, pero con la verdad no pelea nadie y los hechos en nuestro entorno político han demostrado que la juventud no es sinónimo de cambio, ni de renovación, ni de algo nuevo, ni mejor… Lo ha dejado muy claro el actual Concejo de Valledupar que se renovó en las justas anteriores casi que en un 90% con jóvenes, pelaos, pero que siguieron con las malas prácticas de los anteriores, y aún peores; dejaron dos cosas claras, que el problema no era la edad y que la ciudad es lo último que les importa se puede caer a pedazos, pero ellos de ahí pelaos no van a salir. Sobra aclarar, pero lo haré, la última referencia a pelaos es económica.

Para la alcaldía también se cometió ese error por partida doble y es ahí donde nos vamos a detener.

Después del desastroso gobierno que le siguió al defenestrado ‘Ava’ Carvajal; el del exconcejal, hoy subjudice, al que la casa Gnecco le tiene un particular apodo paseador, aunque no lo van a reconocer en público jamás; y el del camaleónico enemigo de sus electores. Nos impusieron a dos pelaos, el primero fue un cantante adolescente del barrio San Joaquín de Valledupar, un niño portento que tenía a su favor el haber sido el concejal más joven de Colombia, y para nuestra contra el no haber pegado un CD de música vallenata, llegó a su nueva tarima y en vez de cantar, oró y arrasó; y era de esperarse, porque si ese candidato, ya en ese momento disfrazado de biblias y evangelios venía con una bendición política, la de todas las casas, a ‘Tuto’ Uhía no le quedaba más remedio que ser alcalde, ganándole nada menos que al candidato del alcalde de ese momento y que además es primo hermano del actual, Jaime Gonzales Mejía, un personaje que revive cada año y medio buscando un puesto burocrático y siempre se lo dan. Aunque siempre pierde, pero como los gatos siempre cae de pie.  Y es que él es Araujo, Gonzales, Castro, Mejía, solo le faltaba el Gnecco que ya le está llegando por adopción según los últimos acontecimientos políticos, y de gratis, para él, porque para la ciudad no, y todo porque la orden fue “Cualquiera menos Ernesto Orozco” le siguen buscando el rival o sea Jaime VA. 

Me desvié un poco, espero no haberme adelantado, continuamos con el pelao que le siguió a ‘Tuto’ Uhía. La estrategia ganadora no se podía cambiar, bien la ciudad no ganó mucho con ella pero con ella se ganó la elección y para algunas pirañas es eso lo único que cuenta y bueno, siguió  otro pelao cara bonita, esta vez de más alta alcurnia, del San Joaquín saltaron nada menos que al Novalito y mandaron camuflado y despacio al Mello Castro Gonzáles, quien ganó sin más excusa que la de ser un Pelao que iba con ganas de poner en orden la ciudad y de ahí en adelante ya todos  conocemos la triste historia.

Ya otra vez salieron los pelaos de candidatos a querer ganarse la bendición de jugar a ser alcalde, quieren administrar una ciudad, sin antes haber administrado por lo menos una chaza de dulces, no nos podemos volver a equivocar, las buenas propuestas deben ir ligadas a la experiencia y el conocimiento, no a los discursos baratos que ya salieron a recitar de memoria, salieron a recoger firmas y lo último que piden es la firma, se les nota el engaño al sistema, por ejemplo uno que ya no es tan pelao, pero que se las tira y que cuando lo estuvo y tuvo cómo hacer algo bueno por Valledupar no hizo nada, la gente no es boba y no necesita ponerse las gafas para ver que lo que está es huérfano de poder porque nunca ha trabajado sin papá estado y ni hablar del que quiere ser un Nayib Bukele criollo, quiere jugar a ser alcalde con poder presidencial, esperemos y reflexione y mejor vaya por la dirección de la cárcel la ‘Tramacúa’… 

No tengo ningún resentimiento personal contra los pelaos, todavía me considero uno, pero eso sí sin la obsesión de poder, ni imaginaria experiencia para ser alcalde, ni el narcisismo infantil de querer jugar a serlo. Por eso es mi invitación al análisis ya que Valledupar lleva casi 8 años jugando a las muñecas con pelaitos sin experiencia y esto nos ha llevado al desastre, una ciudad perrateada por la delincuencia y sin rumbo. Una ciudad fallida porque los electores creyeron en pelaos.

Bueno y si el afán o la moda es votar por pelaos ahí está Ernesto Orozco, que bien no lo es de edad sino de la cabeza, está lleno de experiencia, reconocimiento, madurez, formación, al que se le ha caído el pelo en este trasegar de luchas por una mejor ciudad, tiene muchas cosas serias para mostrar y no anda jugando, no lo digo yo sino su hoja de vida.

Por eso para estas elecciones hay que ver más allá del físico del candidato y leer más allá de lo que dice ¡Ojo Pelao!