A propósito del encuentro de 1.200 ciclistas de ruta en Valledupar el pasado fin de semana recordamos a nuestro columnista, ya fallecido, Germán Piedrahita, el del bello mural que el gobierno de Tuto Uhía decidió eliminar arbitrariamente de la plaza Alfonso López. Su ejemplar columna publicada el 26 de enero de 2012 ‘Vamos en bicicleta […]
A propósito del encuentro de 1.200 ciclistas de ruta en Valledupar el pasado fin de semana recordamos a nuestro columnista, ya fallecido, Germán Piedrahita, el del bello mural que el gobierno de Tuto Uhía decidió eliminar arbitrariamente de la plaza Alfonso López. Su ejemplar columna publicada el 26 de enero de 2012 ‘Vamos en bicicleta y salud en subuso’ es una oda agradecida a ella que transcribimos:
“Pierre Lallement, francés, recorrió París en su velocípedo de pedales en 1860. Son más de 150 años en los que el caballito de acero nos sigue llevando a todas partes y solo con nuestro impulso. Hoy la bicicleta es un medio de transporte de uso en todo el mundo y empieza a ser recomendada por los ambientalistas, para bajar la contaminación en las grandes ciudades.
Si bien es cierto que somos una mediana ciudad, más bien pequeña, también es cierto que la contaminación va creciendo y que año tras año el aire que respiramos es menos puro. Así que: ¿por qué no usar la bicicleta?
Valledupar cuenta con más de 40 mil estudiantes universitarios y más del doble en nuestros colegios, que deben desplazarse por lo menos dos veces en el día entre el centro educativo y su casa. La ciudad está creciendo con el cuidado de planeación municipal y el amor de sus dirigentes pero es necesario contar con el amor de todos los habitantes para que el uso masivo de este medio de transporte pase a ser el de mayor uso en la ciudad y es por eso que elevo mi voz en busca de la comprensión de los dueños de motos y autos que recorren Valledupar.
Pareciera que en medio de dos fuerzas guerreras, carros y motos, interfiriera incómodamente la tercera en conflicto: la bicicleta.
La sigo usando, la disfruto y ella me presta un inmenso servicio al llevarme a todas las partes de mi continuo movilizar. Para mí Valledupar no es tan grande pues no encuentro la necesidad para movilizarme a los más lejanos barrios y siempre llego a tiempo, más bien antes que muchos, con baja producción de sudor y hasta a veces fresco y termino sudando más por los sustos de una moto adelantando y culebreando sorpresivamente saliendo por derecha o izquierda, indistintamente. Nuestros motociclistas pareciera que no pasaran por la época de la bici pues no la respetan.
Algo parecido se forja en los cerebros de los que conducen automóvil, un carro es para un ciclista casi como un tanque de guerra. Voltean sin indicarlo con la luz y cuando lo hacen, la prenden ya dando el giro; cierran contra la acera las bicicletas y no miran ni tienen cuidado al abrir las puertas; si atropellan, consideran que siempre el culpable es el ciclista.
Claro, muchos dirán que es que los ciclistas estamos locos al salir con estos soles y que no sabemos manejar, violamos todas las señales y nos metemos por todas partes, como sucede con muchas cosas, todos tenemos razón y es allí en donde debemos recuperar el sentir ciudadano y con un mayor sentido de pertenencia y respeto ocupar todos nuestros espacios como es debido, respetar las normas y manejar como ellas lo exigen. Si cada uno respeta su manual no habrá accidentes y si los hay serán de muy poco daño. Todos cabemos si sabemos respetarnos”.
A propósito del encuentro de 1.200 ciclistas de ruta en Valledupar el pasado fin de semana recordamos a nuestro columnista, ya fallecido, Germán Piedrahita, el del bello mural que el gobierno de Tuto Uhía decidió eliminar arbitrariamente de la plaza Alfonso López. Su ejemplar columna publicada el 26 de enero de 2012 ‘Vamos en bicicleta […]
A propósito del encuentro de 1.200 ciclistas de ruta en Valledupar el pasado fin de semana recordamos a nuestro columnista, ya fallecido, Germán Piedrahita, el del bello mural que el gobierno de Tuto Uhía decidió eliminar arbitrariamente de la plaza Alfonso López. Su ejemplar columna publicada el 26 de enero de 2012 ‘Vamos en bicicleta y salud en subuso’ es una oda agradecida a ella que transcribimos:
“Pierre Lallement, francés, recorrió París en su velocípedo de pedales en 1860. Son más de 150 años en los que el caballito de acero nos sigue llevando a todas partes y solo con nuestro impulso. Hoy la bicicleta es un medio de transporte de uso en todo el mundo y empieza a ser recomendada por los ambientalistas, para bajar la contaminación en las grandes ciudades.
Si bien es cierto que somos una mediana ciudad, más bien pequeña, también es cierto que la contaminación va creciendo y que año tras año el aire que respiramos es menos puro. Así que: ¿por qué no usar la bicicleta?
Valledupar cuenta con más de 40 mil estudiantes universitarios y más del doble en nuestros colegios, que deben desplazarse por lo menos dos veces en el día entre el centro educativo y su casa. La ciudad está creciendo con el cuidado de planeación municipal y el amor de sus dirigentes pero es necesario contar con el amor de todos los habitantes para que el uso masivo de este medio de transporte pase a ser el de mayor uso en la ciudad y es por eso que elevo mi voz en busca de la comprensión de los dueños de motos y autos que recorren Valledupar.
Pareciera que en medio de dos fuerzas guerreras, carros y motos, interfiriera incómodamente la tercera en conflicto: la bicicleta.
La sigo usando, la disfruto y ella me presta un inmenso servicio al llevarme a todas las partes de mi continuo movilizar. Para mí Valledupar no es tan grande pues no encuentro la necesidad para movilizarme a los más lejanos barrios y siempre llego a tiempo, más bien antes que muchos, con baja producción de sudor y hasta a veces fresco y termino sudando más por los sustos de una moto adelantando y culebreando sorpresivamente saliendo por derecha o izquierda, indistintamente. Nuestros motociclistas pareciera que no pasaran por la época de la bici pues no la respetan.
Algo parecido se forja en los cerebros de los que conducen automóvil, un carro es para un ciclista casi como un tanque de guerra. Voltean sin indicarlo con la luz y cuando lo hacen, la prenden ya dando el giro; cierran contra la acera las bicicletas y no miran ni tienen cuidado al abrir las puertas; si atropellan, consideran que siempre el culpable es el ciclista.
Claro, muchos dirán que es que los ciclistas estamos locos al salir con estos soles y que no sabemos manejar, violamos todas las señales y nos metemos por todas partes, como sucede con muchas cosas, todos tenemos razón y es allí en donde debemos recuperar el sentir ciudadano y con un mayor sentido de pertenencia y respeto ocupar todos nuestros espacios como es debido, respetar las normas y manejar como ellas lo exigen. Si cada uno respeta su manual no habrá accidentes y si los hay serán de muy poco daño. Todos cabemos si sabemos respetarnos”.