Los corregimientos de Poponte y La Sierra, en el municipio de Chiriguaná, fueron azotados por la violencia por grupos al margen de la Ley hoy son ejemplo de resiliencia.
Lo que otrora fueron territorios por donde transitaban grupos al margen de la Ley dejando a su paso decenas de muertes, zozobra y temor en la comunidad, en la actualidad son territorios de paz que resurgen con sus ideas de negocios, con sus ganas de seguir adelante y dejar en el pasado hechos victimizantes que marcaron sus vidas.
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Los corregimientos de Poponte y de La Sierra, pertenecientes al municipio de Chiriguaná, son ejemplo de ello. Allí viven personas trabajadoras, en su gran mayoría campesinos y comunidades afrodescendientes, de escasos recursos, que con “las uñas” sortean sus necesidades básicas.
Héctor Ortiz Mejía, del Consejo de Negritudes ‘Luis Acosta’ de Poponte, aseguró que siempre han sido focalizados como una “zona roja” o estigmatizados de ser guerrilleros cuando la verdad es que los grupos armados utilizaban su población como sitio de paso para refugiarse en la Serranía del Perijá puesto que cuentan con una sola entrada, la región era de difícil acceso y la montaña está cerca, pero los habitantes de Poponte nunca tomaron una arma.
Aseguró que subsisten de la agricultura y la ganadería, así como de proyectos productivos, pero muchas veces se les torna complicado cristalizarlos porque al no tener ‘musculo financiero’ no se los aprueban. Cuentan con los servicios de agua y luz, pero carecen de gas natural y el acueducto regional no funciona en su totalidad.
La líder social y defensora de los derechos humanos, Mardelia Beleño, indicó que han padecido de una violencia “tremenda” porque había dos grupos disputando territorio: la guerrilla y los paramilitares, por lo que cerca del 60 % de la comunidad se fue del pueblo. “Llegó un tiempo en que los paramilitares tenían retén en la entrada del pueblo, donde decidían quién entraba y quién salía porque decían que si la comunidad se iba toda no les servía quedarse”, acotó.
Rememoró que las personas que quedaron vivían con amedrentaciones, precisando que “a las 7:00 p.m., no se encontraba una puerta abierta, sino que todos estaban encerrados; donde se formaba una pelea hogareña sacaban a las parejas y los ponían a caminar las calles o a barrer los sitios públicos del pueblo; a otras personas les ponían letrero adelante y atrás de “chismoso”, “peleoneros”, “embustero”, entre otros calificativos, las paseaban y le echaban agua, las arrodillaban con fusiles en la cabeza, a algunas mujeres se las llevaban una o dos noches al campamento, se presume que las violaban, pero eso no se ha confirmado porque a ellas les daba pena o temor contar”.
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Cuando los paramilitares se desmovilizaron Poponte quedó como una especie de pueblo fantasma porque las personas en su gran mayoría se habían desplazado a otros lugares por el miedo a que atentaran contra su integridad, con el tiempo fueron regresando los pobladores, retomando sus actividades del campo. En la actualidad siembran: plátano, tomate de árbol, lulo, fríjol, maíz, ají criollo, yuca, patilla, ahuyama, melón, entre otros productos de pancoger.
Al respecto, el enlace municipal de Víctimas del municipio de Chiriguaná, Sergio Andrés Jiménez Orellano, manifestó que Poponte fue el epicentro donde más se vivió la violencia en los años 2000, 2005 y 2007, donde se dieron enfrentamientos con las Farc, presentándose secuestros, amenazas a líderes sociales y homicidios.
“Actualmente está siendo foco de atención por la Unidad de Víctimas en temas de reparación colectiva, retorno y reubicación, donde personas desplazadas por la violencia pueden venir y asentarse nuevamente al municipio con toda la atención integral. En medio de la pandemia junto con la administración municipal se le ha asistido en temas de mercado, acompañamiento básico en temas de alimentación, salud y educación”, subrayó.
El corregimiento de La Sierra fue otro ‘blanco’ de la violencia. Álvaro Amín Ditta Padilla, de la Asociación Agropecuaria Integral de la Sierra, conformada por desplazados, amas de casa y campesinos, contó que fueron afectados por muchos años por la acción de paramilitares, por lo que muchos optaron por irse, pero cuando el grupo se fue del pueblo volvieron a la localidad.
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Su actividad económica se centra en los cultivos de diferentes alimentos y cría de pollos. Solo cuentan con el servicio de agua, no tienen gas natural y la luz eléctrica es deficiente.
Cuenta Narly Guzmán Ángulo, de Mujeres Guerreras de la Sierra, que les tocó ingeniarse actividades para sobrevivir y no estar al pendiente de lo que el Estado les podría dar. Fue así como un grupo de féminas generan economía, resistencia y soberanía alimentaria a través de huertas orgánicas y jardines de plantas medicinales.
La iniciativa nace de un proyecto de la Universidad Nacional, que la capacitó en Cauca y ella la replicó en su población. Asimismo hacen escuela para niñas para que en un futuro tomen las riendas de esta estrategia.
Un total de 10.400 personas de Chiriguaná han sido víctimas del conflicto armado, donde cerca del 70 % de sus corregimientos y veredas resultaron afectados?
POR: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN
[email protected]
Los corregimientos de Poponte y La Sierra, en el municipio de Chiriguaná, fueron azotados por la violencia por grupos al margen de la Ley hoy son ejemplo de resiliencia.
Lo que otrora fueron territorios por donde transitaban grupos al margen de la Ley dejando a su paso decenas de muertes, zozobra y temor en la comunidad, en la actualidad son territorios de paz que resurgen con sus ideas de negocios, con sus ganas de seguir adelante y dejar en el pasado hechos victimizantes que marcaron sus vidas.
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Los corregimientos de Poponte y de La Sierra, pertenecientes al municipio de Chiriguaná, son ejemplo de ello. Allí viven personas trabajadoras, en su gran mayoría campesinos y comunidades afrodescendientes, de escasos recursos, que con “las uñas” sortean sus necesidades básicas.
Héctor Ortiz Mejía, del Consejo de Negritudes ‘Luis Acosta’ de Poponte, aseguró que siempre han sido focalizados como una “zona roja” o estigmatizados de ser guerrilleros cuando la verdad es que los grupos armados utilizaban su población como sitio de paso para refugiarse en la Serranía del Perijá puesto que cuentan con una sola entrada, la región era de difícil acceso y la montaña está cerca, pero los habitantes de Poponte nunca tomaron una arma.
Aseguró que subsisten de la agricultura y la ganadería, así como de proyectos productivos, pero muchas veces se les torna complicado cristalizarlos porque al no tener ‘musculo financiero’ no se los aprueban. Cuentan con los servicios de agua y luz, pero carecen de gas natural y el acueducto regional no funciona en su totalidad.
La líder social y defensora de los derechos humanos, Mardelia Beleño, indicó que han padecido de una violencia “tremenda” porque había dos grupos disputando territorio: la guerrilla y los paramilitares, por lo que cerca del 60 % de la comunidad se fue del pueblo. “Llegó un tiempo en que los paramilitares tenían retén en la entrada del pueblo, donde decidían quién entraba y quién salía porque decían que si la comunidad se iba toda no les servía quedarse”, acotó.
Rememoró que las personas que quedaron vivían con amedrentaciones, precisando que “a las 7:00 p.m., no se encontraba una puerta abierta, sino que todos estaban encerrados; donde se formaba una pelea hogareña sacaban a las parejas y los ponían a caminar las calles o a barrer los sitios públicos del pueblo; a otras personas les ponían letrero adelante y atrás de “chismoso”, “peleoneros”, “embustero”, entre otros calificativos, las paseaban y le echaban agua, las arrodillaban con fusiles en la cabeza, a algunas mujeres se las llevaban una o dos noches al campamento, se presume que las violaban, pero eso no se ha confirmado porque a ellas les daba pena o temor contar”.
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Cuando los paramilitares se desmovilizaron Poponte quedó como una especie de pueblo fantasma porque las personas en su gran mayoría se habían desplazado a otros lugares por el miedo a que atentaran contra su integridad, con el tiempo fueron regresando los pobladores, retomando sus actividades del campo. En la actualidad siembran: plátano, tomate de árbol, lulo, fríjol, maíz, ají criollo, yuca, patilla, ahuyama, melón, entre otros productos de pancoger.
Al respecto, el enlace municipal de Víctimas del municipio de Chiriguaná, Sergio Andrés Jiménez Orellano, manifestó que Poponte fue el epicentro donde más se vivió la violencia en los años 2000, 2005 y 2007, donde se dieron enfrentamientos con las Farc, presentándose secuestros, amenazas a líderes sociales y homicidios.
“Actualmente está siendo foco de atención por la Unidad de Víctimas en temas de reparación colectiva, retorno y reubicación, donde personas desplazadas por la violencia pueden venir y asentarse nuevamente al municipio con toda la atención integral. En medio de la pandemia junto con la administración municipal se le ha asistido en temas de mercado, acompañamiento básico en temas de alimentación, salud y educación”, subrayó.
El corregimiento de La Sierra fue otro ‘blanco’ de la violencia. Álvaro Amín Ditta Padilla, de la Asociación Agropecuaria Integral de la Sierra, conformada por desplazados, amas de casa y campesinos, contó que fueron afectados por muchos años por la acción de paramilitares, por lo que muchos optaron por irse, pero cuando el grupo se fue del pueblo volvieron a la localidad.
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Su actividad económica se centra en los cultivos de diferentes alimentos y cría de pollos. Solo cuentan con el servicio de agua, no tienen gas natural y la luz eléctrica es deficiente.
Cuenta Narly Guzmán Ángulo, de Mujeres Guerreras de la Sierra, que les tocó ingeniarse actividades para sobrevivir y no estar al pendiente de lo que el Estado les podría dar. Fue así como un grupo de féminas generan economía, resistencia y soberanía alimentaria a través de huertas orgánicas y jardines de plantas medicinales.
La iniciativa nace de un proyecto de la Universidad Nacional, que la capacitó en Cauca y ella la replicó en su población. Asimismo hacen escuela para niñas para que en un futuro tomen las riendas de esta estrategia.
Un total de 10.400 personas de Chiriguaná han sido víctimas del conflicto armado, donde cerca del 70 % de sus corregimientos y veredas resultaron afectados?
POR: ANNELISE BARRIGA RAMÍREZ/EL PILÓN
[email protected]