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Columnista - 16 febrero, 2011

Nuestra cultura ciudadana

Por: Basilio Padilla Nos quejamos mucho cuando se presentan las oportunidades en los medios hablados y escritos; sin embargo, en Valledupar y todos los pueblos a lo largo del departamento del Cesar, necesitamos iniciar un proceso de cultura ciudadana, cortesía y buenas maneras. Uno de los aspectos más graves de esta cultura se ve en […]

Por: Basilio Padilla

Nos quejamos mucho cuando se presentan las oportunidades en los medios hablados y escritos; sin embargo, en Valledupar y todos los pueblos a lo largo del departamento del Cesar, necesitamos iniciar un proceso de cultura ciudadana, cortesía y buenas maneras.
Uno de los aspectos más graves de esta cultura se ve en lo concerniente a la constante violación de las leyes y reglamentos de tráfico. La cantidad de violaciones y falta de cortesía y cultura es increíble: estacionamientos que bloquean las calles totalmente, conversaciones en la mitad de las vías, vehículos a altas velocidades, cruces inesperados del lado contrario, violación de los semáforos en rojo, falta de cortesía o tolerancia cuando una   persona se está bajando de un automóvil, el famoso pito en toda la ciudad, justifíquese o no, y para agravar toda esta situación las motos, las bicicletas y los carros de mulas algunos sin ninguna clase de precaución o protección para con ellos mismos,convirtiéndonos en una ciudad donde el manejo de un vehículo es una situación de algo riesgo.
No tengo las  estadísticas precisas sobre el número de accidentes, pero indiscutiblemente es elevadísimo, como todos lo podemos presenciar a diario. Tampoco se respetan las áreas escolares, donde miles de niños y niñas cruzan las calles en todas las direcciones, con el consiguiente peligro que sean arrollados por un vehículo o por una moto. Mi propuesta clara aquí, es el establecimiento de guardias que bajo pena de multa severa se encarguen de vigilar las áreas escolares para evitar un desastre tan triste como es la perdida de la vida de un escolar cruzando la calle por el puro abuso de un chofer, que se siente el dueño de la calle. Las reglas en todo el mundo indican que no es el automóvil que debe recibir prioridad, sino el transeúnte y que – a la larga- ambos (conductor y peatón) deben guardar alguna compostura de educación, cortesía y cultura. Más allá de estos problemas en nuestra vida cotidiana, existen otros parámetros que nuestros gobiernos no han comenzado a implementar, como es la sana educación del chofer antes de entregarles su licencia de conducción y por supuesto la promoción por los distintos órganos de tránsito para educar a aquellos que – a diario- violan las reglas y exponen a la población amúltiples accidentes. Hace poco me comentaba un galeno de la clínica Valledupar que su mejor negocio consistía en las miles de motos en las calles, ya que esto era una fuente diaria de trabajo en dicha clínica. Las falencias son tremendas y necesitamos comenzar a trabajar en ellas, como adecuar los carros de policía con radares de velocidad, más  carros patrullando las calles y parando de inmediato a los violadores de la ley, suspensión de licencias después de tres faltas, cárcel y suspensión de licencia si este conduce bajo la influencia del alcohol y una idea digna de considerar para nuestros alcaldes: cerrar el centro de nuestra ciudad a la actividad de automóviles y motos, ya que esto haría las áreas de comercio y bancarias más agradables para todos.
Hay que reconocer que el tráfico en nuestra ciudad capital, cada día se hace más difícil y esto sin considerar los cientos de automóviles que nos visitan durante la época del Festival Vallenato. Nuestras autoridades de tránsito, deben, desde ya, desarrollar los planes a futuro de control antes que esta situación nos lance a un caos que a la larga perjudicaría las propuestas de desarrollo que todos queremos para la ciudad.

[email protected]

Columnista
16 febrero, 2011

Nuestra cultura ciudadana

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Basilio Padilla

Por: Basilio Padilla Nos quejamos mucho cuando se presentan las oportunidades en los medios hablados y escritos; sin embargo, en Valledupar y todos los pueblos a lo largo del departamento del Cesar, necesitamos iniciar un proceso de cultura ciudadana, cortesía y buenas maneras. Uno de los aspectos más graves de esta cultura se ve en […]


Por: Basilio Padilla

Nos quejamos mucho cuando se presentan las oportunidades en los medios hablados y escritos; sin embargo, en Valledupar y todos los pueblos a lo largo del departamento del Cesar, necesitamos iniciar un proceso de cultura ciudadana, cortesía y buenas maneras.
Uno de los aspectos más graves de esta cultura se ve en lo concerniente a la constante violación de las leyes y reglamentos de tráfico. La cantidad de violaciones y falta de cortesía y cultura es increíble: estacionamientos que bloquean las calles totalmente, conversaciones en la mitad de las vías, vehículos a altas velocidades, cruces inesperados del lado contrario, violación de los semáforos en rojo, falta de cortesía o tolerancia cuando una   persona se está bajando de un automóvil, el famoso pito en toda la ciudad, justifíquese o no, y para agravar toda esta situación las motos, las bicicletas y los carros de mulas algunos sin ninguna clase de precaución o protección para con ellos mismos,convirtiéndonos en una ciudad donde el manejo de un vehículo es una situación de algo riesgo.
No tengo las  estadísticas precisas sobre el número de accidentes, pero indiscutiblemente es elevadísimo, como todos lo podemos presenciar a diario. Tampoco se respetan las áreas escolares, donde miles de niños y niñas cruzan las calles en todas las direcciones, con el consiguiente peligro que sean arrollados por un vehículo o por una moto. Mi propuesta clara aquí, es el establecimiento de guardias que bajo pena de multa severa se encarguen de vigilar las áreas escolares para evitar un desastre tan triste como es la perdida de la vida de un escolar cruzando la calle por el puro abuso de un chofer, que se siente el dueño de la calle. Las reglas en todo el mundo indican que no es el automóvil que debe recibir prioridad, sino el transeúnte y que – a la larga- ambos (conductor y peatón) deben guardar alguna compostura de educación, cortesía y cultura. Más allá de estos problemas en nuestra vida cotidiana, existen otros parámetros que nuestros gobiernos no han comenzado a implementar, como es la sana educación del chofer antes de entregarles su licencia de conducción y por supuesto la promoción por los distintos órganos de tránsito para educar a aquellos que – a diario- violan las reglas y exponen a la población amúltiples accidentes. Hace poco me comentaba un galeno de la clínica Valledupar que su mejor negocio consistía en las miles de motos en las calles, ya que esto era una fuente diaria de trabajo en dicha clínica. Las falencias son tremendas y necesitamos comenzar a trabajar en ellas, como adecuar los carros de policía con radares de velocidad, más  carros patrullando las calles y parando de inmediato a los violadores de la ley, suspensión de licencias después de tres faltas, cárcel y suspensión de licencia si este conduce bajo la influencia del alcohol y una idea digna de considerar para nuestros alcaldes: cerrar el centro de nuestra ciudad a la actividad de automóviles y motos, ya que esto haría las áreas de comercio y bancarias más agradables para todos.
Hay que reconocer que el tráfico en nuestra ciudad capital, cada día se hace más difícil y esto sin considerar los cientos de automóviles que nos visitan durante la época del Festival Vallenato. Nuestras autoridades de tránsito, deben, desde ya, desarrollar los planes a futuro de control antes que esta situación nos lance a un caos que a la larga perjudicaría las propuestas de desarrollo que todos queremos para la ciudad.

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