Imelda Daza Cotes En estos días de AUSENCIA SENTIMENTAL se disparan todas las nostalgias acumuladas durante muchos años de obligada lejanía. Cuando empiezan a llegar las noticias de que YA COMIENZA EL FESTIVAL, como canta Silvio Brito, uno reafirma que los versos de ese bello canto interpretan muy bien el sentir de los vallenatos […]
Imelda Daza Cotes
En estos días de AUSENCIA SENTIMENTAL se disparan todas las nostalgias acumuladas durante muchos años de obligada lejanía. Cuando empiezan a llegar las noticias de que YA COMIENZA EL FESTIVAL, como canta Silvio Brito, uno reafirma que los versos de ese bello canto interpretan muy bien el sentir de los vallenatos ausentes
“el que nunca ha estado ausente no ha sufrío guayabo
hay cosas que hasta que no se viven no se saben……
creo escuchar en el aire un paseo bien tocao…
y aquí estoy pero mi alma está allá”
La memoria musical se agudiza y las NOSTALGIAS, es decir, la melancolía que nos inspiran los recuerdos gratos, nos atropellan. Pero en realidad más que el anhelo de estar presente, el Festival es una ocasión en que uno en la lejanía “desempaca” el “equipaje cultural” para revivir las tradiciones. Son días en que la música de la tierra propia recupera vigencia y los paseos, sones, puyas y merengues se sienten más sabrosos que nunca enjugados además por las copiosas e incontrolables lágrimas de nostálgico disfrute que brotan con cada verso que nos retorna a la infancia, a la adolescencia, en fin, a los tiempos idos
En la prensa hablada y escrita abundan los análisis y la polémica no termina. La música vallenata inspira opiniones de todo tipo y la erudicción logra su máxima expresión en estos días. Es meritorio el esfuerzo por lograr una comprensión plena de este fenómeno cultural. Los estudiosos sociales tienen campo amplio para elucubrar sobre esto de la música vallenata. Mientras tanto los que sólo aprendimos a disfrutarla y no pretendemos más, seguimos en lo mismo, aferrados a LOS CLÁSICOS, a los que escuchamos desde siempre, a los grandes Maestros de la composición y de la interpretación. Somos los que vibramos hasta el delirio cuando escuchamos eso que Escalona le cantó a Poncho Cotes:
“De las lejanas sabanas de Manaure,
de las bonitas sabanas manaureras
se viene Poncho lunes por la mañana
llorando de nostalgias por su querida tierra…” que es la mía también como lo es Villanueva a la que Emilianito le canta en sus Mañanitas de Invierno:
“…estas mañanitas de invierno me enguayaban
me recuerdan a Villanueva, me recuerdan mi niñez…
en este pueblo disfruté tantas mañanas
esos tiempos se me han ido y más nunca los vuelvo a ver”
Grande ha sido el aporte de Villanueva a la música vallenata. Del Maestro Emiliano Zuleta y Carmen Díaz vienen los hermanos Zuleta Díaz que en realidad deberían ser los hermanos Zuleta Daza si no hubiera sido por la intromisión de la iglesia en los asuntos familiares que hizo que durante mucho tiempo los hijos nacidos de parejas no casadas llevaran el apellido de la madre y si, Carmen Díaz era hija de la unión libre entre Tomás Jacinto Daza Pichon y María Francisca Díaz de la que nacieron 5 hijos: Carmen, Darío, Jacinto, Raúl y Otilia. Conozco de esto porque Tomasito Daza, como se le llamaba, era hermano de mi papá Rudecindo Daza. Estos hermanos, grandes parranderos, incursionaron en la música con el acordeón, pero Tomasito murió prematuramente víctima de la violencia liberal-conservadora. Era un hombre de gran simpatía, dicharachero y jocoso, tan querido en el pueblo que la reacción ante el crimen fue colectiva y en la pedregosa Villanueva cobraron el delito inmediatamente y por su propia cuenta. Quizás sea la música lo que nos ayude a sobreponernos a tantas calamidades y a tanta violencia
Pero el Valle del Cacique Upar produce música diversa, no sólo el tradicional vallenato. En días pasados nos sorprendió gratamente la noticia de un bellísimo CD –Clásicos “Café La Bolsa”, de un joven talento Chabuco –José Darío Martínez- Es realmente una promesa musical con enormes posibilidades de proyectarse internacionalmente. Su voz y su estilo pueden calar en Europa si sabe llegar. Canta vallenatos sin acordeón y en ritmo de balada, bolero y latín jazz, éste último gusta mucho por estos lados. Chabuco es novedoso, atrevido y talentoso; tal vez ha escuchado mucho al cubano Francisco Céspedes y se vale que lo haga para que se atreva aún más. Está muy bien acompañado por músicos profesionales cubanos y de otros países
Adelante Chabuco!! el futuro es tuyo, tienes con qué impactar
Imelda Daza Cotes En estos días de AUSENCIA SENTIMENTAL se disparan todas las nostalgias acumuladas durante muchos años de obligada lejanía. Cuando empiezan a llegar las noticias de que YA COMIENZA EL FESTIVAL, como canta Silvio Brito, uno reafirma que los versos de ese bello canto interpretan muy bien el sentir de los vallenatos […]
Imelda Daza Cotes
En estos días de AUSENCIA SENTIMENTAL se disparan todas las nostalgias acumuladas durante muchos años de obligada lejanía. Cuando empiezan a llegar las noticias de que YA COMIENZA EL FESTIVAL, como canta Silvio Brito, uno reafirma que los versos de ese bello canto interpretan muy bien el sentir de los vallenatos ausentes
“el que nunca ha estado ausente no ha sufrío guayabo
hay cosas que hasta que no se viven no se saben……
creo escuchar en el aire un paseo bien tocao…
y aquí estoy pero mi alma está allá”
La memoria musical se agudiza y las NOSTALGIAS, es decir, la melancolía que nos inspiran los recuerdos gratos, nos atropellan. Pero en realidad más que el anhelo de estar presente, el Festival es una ocasión en que uno en la lejanía “desempaca” el “equipaje cultural” para revivir las tradiciones. Son días en que la música de la tierra propia recupera vigencia y los paseos, sones, puyas y merengues se sienten más sabrosos que nunca enjugados además por las copiosas e incontrolables lágrimas de nostálgico disfrute que brotan con cada verso que nos retorna a la infancia, a la adolescencia, en fin, a los tiempos idos
En la prensa hablada y escrita abundan los análisis y la polémica no termina. La música vallenata inspira opiniones de todo tipo y la erudicción logra su máxima expresión en estos días. Es meritorio el esfuerzo por lograr una comprensión plena de este fenómeno cultural. Los estudiosos sociales tienen campo amplio para elucubrar sobre esto de la música vallenata. Mientras tanto los que sólo aprendimos a disfrutarla y no pretendemos más, seguimos en lo mismo, aferrados a LOS CLÁSICOS, a los que escuchamos desde siempre, a los grandes Maestros de la composición y de la interpretación. Somos los que vibramos hasta el delirio cuando escuchamos eso que Escalona le cantó a Poncho Cotes:
“De las lejanas sabanas de Manaure,
de las bonitas sabanas manaureras
se viene Poncho lunes por la mañana
llorando de nostalgias por su querida tierra…” que es la mía también como lo es Villanueva a la que Emilianito le canta en sus Mañanitas de Invierno:
“…estas mañanitas de invierno me enguayaban
me recuerdan a Villanueva, me recuerdan mi niñez…
en este pueblo disfruté tantas mañanas
esos tiempos se me han ido y más nunca los vuelvo a ver”
Grande ha sido el aporte de Villanueva a la música vallenata. Del Maestro Emiliano Zuleta y Carmen Díaz vienen los hermanos Zuleta Díaz que en realidad deberían ser los hermanos Zuleta Daza si no hubiera sido por la intromisión de la iglesia en los asuntos familiares que hizo que durante mucho tiempo los hijos nacidos de parejas no casadas llevaran el apellido de la madre y si, Carmen Díaz era hija de la unión libre entre Tomás Jacinto Daza Pichon y María Francisca Díaz de la que nacieron 5 hijos: Carmen, Darío, Jacinto, Raúl y Otilia. Conozco de esto porque Tomasito Daza, como se le llamaba, era hermano de mi papá Rudecindo Daza. Estos hermanos, grandes parranderos, incursionaron en la música con el acordeón, pero Tomasito murió prematuramente víctima de la violencia liberal-conservadora. Era un hombre de gran simpatía, dicharachero y jocoso, tan querido en el pueblo que la reacción ante el crimen fue colectiva y en la pedregosa Villanueva cobraron el delito inmediatamente y por su propia cuenta. Quizás sea la música lo que nos ayude a sobreponernos a tantas calamidades y a tanta violencia
Pero el Valle del Cacique Upar produce música diversa, no sólo el tradicional vallenato. En días pasados nos sorprendió gratamente la noticia de un bellísimo CD –Clásicos “Café La Bolsa”, de un joven talento Chabuco –José Darío Martínez- Es realmente una promesa musical con enormes posibilidades de proyectarse internacionalmente. Su voz y su estilo pueden calar en Europa si sabe llegar. Canta vallenatos sin acordeón y en ritmo de balada, bolero y latín jazz, éste último gusta mucho por estos lados. Chabuco es novedoso, atrevido y talentoso; tal vez ha escuchado mucho al cubano Francisco Céspedes y se vale que lo haga para que se atreva aún más. Está muy bien acompañado por músicos profesionales cubanos y de otros países
Adelante Chabuco!! el futuro es tuyo, tienes con qué impactar