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Columnista - 11 noviembre, 2012

Nostalgias

Valledupar es una ciudad en forma de ala de mariposa que se posa suavemente sobre la margen occidental del rio Guatapurí… Por: Leonardo José Maya Amaya Era un hombre muy sensible. Podía adivinar los sentimientos de las mujeres por el color de sus vestidos o el diseño de sus zapatos. Descubría en sus ojos recuerdos […]

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Valledupar es una ciudad en forma de ala de mariposa que se posa suavemente sobre la margen occidental del rio Guatapurí…

Por: Leonardo José Maya Amaya

Era un hombre muy sensible. Podía adivinar los sentimientos de las mujeres por el color de sus vestidos o el diseño de sus zapatos. Descubría en sus ojos recuerdos de amores pasados y hasta era capaz de predecir en sus sonrisas  si alguna vez el haría parte de ellos.
Para una persona con estas prodigiosas virtudes era imaginable que estuviera protegido de los laberintos del amor; sin embargo,  era el más vulnerable de todos los hombres porque sufría una condición increíble. No podía olvidar.
Sus noches eran de recuerdos angustiosos. Lo visitaban sus antiguas novias suplicándole que volviera y entonces el  volvía a llorar una y mil veces las novias que había llorado una y mil veces  antes,  incluso, mucho antes de que partieran.
Su condición era doblemente terrible. No podía olvidar el pasado y estaba condenado a  padecer el futuro, por lo tanto sufría  por las novias  que se fueron y también por las que vendrían. Nada lo amparaba de sus recuerdos, ni siquiera los días grises que había puesto el tiempo  y el bálsamo que debería encontrar en sus amores venideros se tornaban en amenazas cual oscuras nubes de invierno.
En realidad, el padecía dos males: uno era recordarlas a todas con el mismo amor de siempre,  pero su tragedia real era que a todas les entregaba su noble corazón desprotegido de toda prevención sin saber si sería correspondido en su justa medida. Todos lo saben, esta manera de amar es incompatible con las leyes de la vida pero este hombre no solo es un sobreviviente a esta condición extrema sino que él es un canto a la vida misma.
Es un extraordinario compositor de vallenatos líricos que con guitarra en pecho y voz desgarrada enfrenta con valentía su condición y repite al viento sus melodías nostálgicas que más parecen himnos de amor.
Desde luego, como todo guerrero también tiene sus cicatrices. Soporta entre pecho y espalda vivencias que no pueden ser cantadas, pero en sus descuidos algunas se les escapan del pecho y es entonces cuando  lo escuchan cantar su pasado – y también su futuro-  por eso Dios para compensarlo  lo premió con el único aliciente que podía premiarle: Componer.
Hay quienes dicen que este hombre no existe, que se trata de una leyenda construida con versos  dispersos en muchas canciones pero yo lo he escuchado cantar de tardecita, vive en Valledupar haciendo cantos de fantasía y hasta tiene la precaución de dejar en sus líneas algo ya sabido de antemano. Que por todos sus caminos lo espera la nostalgia.

POSDATA: Felicitaciones a Valledupar por el merecido primer puesto que ocupa uno de sus hijos, el Dr. Fredys Socarrás Reales entre los alcaldes del país, algo sin precedentes en la historia de nuestra ciudad.

[email protected]
Facebook Leonardo José Maya Amaya

Columnista
11 noviembre, 2012

Nostalgias

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

Valledupar es una ciudad en forma de ala de mariposa que se posa suavemente sobre la margen occidental del rio Guatapurí… Por: Leonardo José Maya Amaya Era un hombre muy sensible. Podía adivinar los sentimientos de las mujeres por el color de sus vestidos o el diseño de sus zapatos. Descubría en sus ojos recuerdos […]


Valledupar es una ciudad en forma de ala de mariposa que se posa suavemente sobre la margen occidental del rio Guatapurí…

Por: Leonardo José Maya Amaya

Era un hombre muy sensible. Podía adivinar los sentimientos de las mujeres por el color de sus vestidos o el diseño de sus zapatos. Descubría en sus ojos recuerdos de amores pasados y hasta era capaz de predecir en sus sonrisas  si alguna vez el haría parte de ellos.
Para una persona con estas prodigiosas virtudes era imaginable que estuviera protegido de los laberintos del amor; sin embargo,  era el más vulnerable de todos los hombres porque sufría una condición increíble. No podía olvidar.
Sus noches eran de recuerdos angustiosos. Lo visitaban sus antiguas novias suplicándole que volviera y entonces el  volvía a llorar una y mil veces las novias que había llorado una y mil veces  antes,  incluso, mucho antes de que partieran.
Su condición era doblemente terrible. No podía olvidar el pasado y estaba condenado a  padecer el futuro, por lo tanto sufría  por las novias  que se fueron y también por las que vendrían. Nada lo amparaba de sus recuerdos, ni siquiera los días grises que había puesto el tiempo  y el bálsamo que debería encontrar en sus amores venideros se tornaban en amenazas cual oscuras nubes de invierno.
En realidad, el padecía dos males: uno era recordarlas a todas con el mismo amor de siempre,  pero su tragedia real era que a todas les entregaba su noble corazón desprotegido de toda prevención sin saber si sería correspondido en su justa medida. Todos lo saben, esta manera de amar es incompatible con las leyes de la vida pero este hombre no solo es un sobreviviente a esta condición extrema sino que él es un canto a la vida misma.
Es un extraordinario compositor de vallenatos líricos que con guitarra en pecho y voz desgarrada enfrenta con valentía su condición y repite al viento sus melodías nostálgicas que más parecen himnos de amor.
Desde luego, como todo guerrero también tiene sus cicatrices. Soporta entre pecho y espalda vivencias que no pueden ser cantadas, pero en sus descuidos algunas se les escapan del pecho y es entonces cuando  lo escuchan cantar su pasado – y también su futuro-  por eso Dios para compensarlo  lo premió con el único aliciente que podía premiarle: Componer.
Hay quienes dicen que este hombre no existe, que se trata de una leyenda construida con versos  dispersos en muchas canciones pero yo lo he escuchado cantar de tardecita, vive en Valledupar haciendo cantos de fantasía y hasta tiene la precaución de dejar en sus líneas algo ya sabido de antemano. Que por todos sus caminos lo espera la nostalgia.

POSDATA: Felicitaciones a Valledupar por el merecido primer puesto que ocupa uno de sus hijos, el Dr. Fredys Socarrás Reales entre los alcaldes del país, algo sin precedentes en la historia de nuestra ciudad.

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