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Columnista - 11 octubre, 2016

El nobel a un gran esfuerzo

En este país de analistas, encuestadoras, politólogos algunos formados en universidades y otros empíricos, ninguno tuvo siquiera un fugaz pensamiento vislumbrando el triunfo del No en el plebiscito y con ello el premio Nobel de Paz para el presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos, ni en la más delirante agonía de un […]

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En este país de analistas, encuestadoras, politólogos algunos formados en universidades y otros empíricos, ninguno tuvo siquiera un fugaz pensamiento vislumbrando el triunfo del No en el plebiscito y con ello el premio Nobel de Paz para el presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos, ni en la más delirante agonía de un moribundo tuvo lugar esa probabilidad.

Pero este mundo que está para sorprendernos con sus ironías o decisiones salomónicas como quieran verlo, le da a cada quien lo suyo citano a Ulpiano en la definición del término Justicia, a Uribe lo premia ganando las elecciones del domingo 2 de Octubre y cuando pensábamos que todo estaba consumado, despertamos con la noticia de un inesperado premio Nobel, renovando las fuerzas políticas del presidente Santos para continuar con sus esfuerzos de Paz.

Paradójicamente el impulso que necesitaba el presidente de Colombia para este premio, lo obtuvo por la votación del No y los ulteriores acontecimientos a la elección; por un lado el acercamiento de los sectores radicales contra el proceso y su visita liderados por el senador Álvaro Uribe Vélez le dieron el mensaje al planeta que este País quiere llegar a un consenso que permita el desarme de la guerrilla, la foto de un Uribe abriéndose paso entre periodistas para entrar a la casa de Nariño y estar frente a frente con su enemigo es precisamente el tipo de escenas que inclinan la balanza en favor de los nominados al galardón; eso fue lo que llevo a Mandela y de Klerk a ser laureados con el Nobel de Paz.

Las marchas de esta semana envían un poderoso mensaje de anhelo de paz, para no despreciar los logros del proceso hasta el momento cosechados, un cese al fuego bilateral, una discusión permanente sobre alternativas para salir de este conflicto, una posible negociación también con el ELN; imposible ignorar que esto son puntos importantes que solo se debe a la valentía de un hombre con cero carisma, sin capacidad de transmitir emociones como líder, con una popularidad inferior al 30%, que perdió la elección más importante de su vida; pero que a pesar de todo eso sentó a los colombianos para que hablaran de paz, pero más allá de eso y es mi caso particular, para hacer de la paz un estilo de vida para irradiar a los demás y ese era el reto de los que votamos por el Sí, pero muchos lo interpretaron mal y lo convirtieron en un Sí violento e intolerante vivo ejemplo el señor Carlos Quintero Romero, locutor de la emisora Maravilla en Valledupar, personas así deben examinarse y no culpar a los demás por el fracaso del 2 de octubre, entienda que su actitud resta y no suma a los grandes propósitos de Colombia y de la humanidad, pero pueden corregir y aprender la lección, usted también merece ser perdonado.

Santos tiene nuevos aires, sin importar premios inútiles como el gran colombiano, su reconocimiento supera cualquier cálculo político y le obliga a establecer comunicación sincera y pacífica con todos los sectores, pero ahora más que nunca a culminar con éxito lo que inicio como una ilusión para darle a Colombia una paz estable y duradera.

Columnista
11 octubre, 2016

El nobel a un gran esfuerzo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

En este país de analistas, encuestadoras, politólogos algunos formados en universidades y otros empíricos, ninguno tuvo siquiera un fugaz pensamiento vislumbrando el triunfo del No en el plebiscito y con ello el premio Nobel de Paz para el presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos, ni en la más delirante agonía de un […]


En este país de analistas, encuestadoras, politólogos algunos formados en universidades y otros empíricos, ninguno tuvo siquiera un fugaz pensamiento vislumbrando el triunfo del No en el plebiscito y con ello el premio Nobel de Paz para el presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos, ni en la más delirante agonía de un moribundo tuvo lugar esa probabilidad.

Pero este mundo que está para sorprendernos con sus ironías o decisiones salomónicas como quieran verlo, le da a cada quien lo suyo citano a Ulpiano en la definición del término Justicia, a Uribe lo premia ganando las elecciones del domingo 2 de Octubre y cuando pensábamos que todo estaba consumado, despertamos con la noticia de un inesperado premio Nobel, renovando las fuerzas políticas del presidente Santos para continuar con sus esfuerzos de Paz.

Paradójicamente el impulso que necesitaba el presidente de Colombia para este premio, lo obtuvo por la votación del No y los ulteriores acontecimientos a la elección; por un lado el acercamiento de los sectores radicales contra el proceso y su visita liderados por el senador Álvaro Uribe Vélez le dieron el mensaje al planeta que este País quiere llegar a un consenso que permita el desarme de la guerrilla, la foto de un Uribe abriéndose paso entre periodistas para entrar a la casa de Nariño y estar frente a frente con su enemigo es precisamente el tipo de escenas que inclinan la balanza en favor de los nominados al galardón; eso fue lo que llevo a Mandela y de Klerk a ser laureados con el Nobel de Paz.

Las marchas de esta semana envían un poderoso mensaje de anhelo de paz, para no despreciar los logros del proceso hasta el momento cosechados, un cese al fuego bilateral, una discusión permanente sobre alternativas para salir de este conflicto, una posible negociación también con el ELN; imposible ignorar que esto son puntos importantes que solo se debe a la valentía de un hombre con cero carisma, sin capacidad de transmitir emociones como líder, con una popularidad inferior al 30%, que perdió la elección más importante de su vida; pero que a pesar de todo eso sentó a los colombianos para que hablaran de paz, pero más allá de eso y es mi caso particular, para hacer de la paz un estilo de vida para irradiar a los demás y ese era el reto de los que votamos por el Sí, pero muchos lo interpretaron mal y lo convirtieron en un Sí violento e intolerante vivo ejemplo el señor Carlos Quintero Romero, locutor de la emisora Maravilla en Valledupar, personas así deben examinarse y no culpar a los demás por el fracaso del 2 de octubre, entienda que su actitud resta y no suma a los grandes propósitos de Colombia y de la humanidad, pero pueden corregir y aprender la lección, usted también merece ser perdonado.

Santos tiene nuevos aires, sin importar premios inútiles como el gran colombiano, su reconocimiento supera cualquier cálculo político y le obliga a establecer comunicación sincera y pacífica con todos los sectores, pero ahora más que nunca a culminar con éxito lo que inicio como una ilusión para darle a Colombia una paz estable y duradera.