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Columnista - 8 febrero, 2022

No todo lo que suena es música

Hoy está en medio de la polémica un artista que no sabe cantar, no toca ningún instrumento, no tiene afinación vocal ni ejecuta ningún instrumento, pero además de facturar millones de dólares, está nominado a mejor compositor del año; así estamos.

En algún momento hemos comprado o consumido un producto pensando ingenuamente que eso que estamos consumiendo es en realidad lo que creemos que es, un ejemplo de esto es consumir lactosuero en vez de leche, margarina en vez de mantequilla, Splenda por azúcar o jugos de cajas como si fuesen naturales y así sucesivamente; pero lo más cómico es que a fuerza de costumbre y de ignorancia, terminamos creyendo sin siquiera cuestionarnos.

Pues bien, resulta que exactamente con la música nos quieren hacer creer o al menos una gran mayoría lo cree, que todo lo que genere sonidos similares a notas musicales es música y que todo aquello que se escucha por las emisoras o por las plataformas musicales de moda también lo es, cuando en realidad lo que se está produciendo es algo que podríamos llamar “derivados de música” y creo que aun así esa definición no le queda, veamos.

La música pudo haber sido descubierta incluso 10.000 años antes de cristo, de hecho, descubrimientos en la antigua ciudad de Ur, de la civilización Sumeria, la consideraban como un regalo de los dioses pues para entonces se usaba para adorar a alguna deidad tal como se puede verificar en los hallazgos en dicha civilización; artefactos como un arpa y una lira que datan de los años 5000 AC  refuerza la teoría que la música es un lenguaje divino.

Entonces, si la música es considerada como una forma de divinidad, podemos entender fácilmente su definición más simple: La música es el arte del sonido e  involucra aspectos como vibración, movimiento y frecuencia de donde se desprende la Teoría de las cuerdas que dice que todos somos materia vibrando a cierta frecuencia; si vamos más profundo entonces el sonido que proviene del viento, la naturaleza, el silencio mismo pasando por la voz humana y el canto de las aves sería un ejemplo perfecto de música, pues su efecto en los seres humanos y algunos animales es de placer.

El primer instrumento usado para generar música fue la voz humana, y recordemos que para que se produzca la voz requiere de la intervención de las cuerdas bucales, las cuales vibran a diferente frecuencia al paso del aire proveniente de los pulmones, entonces, aquí ya tenemos aire, vibración y frecuencias involucradas en una completa sincronía  que es el mismo proceso a la hora de cantar, el artista debe saber y conocer  las notas y educar su voz de acuerdo a un patrón establecido y para ellos requiere práctica, estudio y mucha disciplina ¿Me siguen la idea?

Así las cosas y de acuerdo a la neurociencia, la música tiene una enorme influencia en las emociones, puesto que a través de los procesos cognitivos que suceden en el cerebro a través de neurotransmisores regulan las hormonas como la cerotonina, oxitocina y la epinefrina, las cuales son las encargadas de producir el placer; lo anterior está sustentado en serios estudios realizados por la universidad de Newcastle, de Australia y Harvard en Estados unidos.

Conclusiones de estos estudios como los realizados por el Dr. Stefan Koelsch* es que la música es más que un conjunto de sonidos ordenados que consiguen comunicarnos unos con otros, sino que va mucho más allá al influir en el cerebro en áreas como la amígdala, la memoria, la neuro plasticidad, el núcleo accumbens o el hipocampo, todas relacionadas con las emociones y la capacidad de generar placer como ya lo dije.

Los niños aprenden cantando, es tan poderoso el efecto de la música que una vez se ha aprendido o sembrado un recuerdo a través de esta, nunca se olvida; y si a ello se le adiciona que el lenguaje sirve como conector para que la música pueda enseñar, activar zonas neuronales y generar todo tipo de emociones, entonces comprenderá que toda esa basura que se está vendiendo y ofreciendo a nuestros niños y jóvenes indiscutiblemente tendrá efectos directos en sus comportamientos y emociones.

Hoy está en medio de la polémica un artista que no sabe cantar, no toca ningún instrumento, no tiene afinación vocal ni ejecuta ningún instrumento, pero además de facturar millones de dólares, está nominado a mejor compositor del año; así estamos.

Por Eloy Gutiérrez Anaya

Columnista
8 febrero, 2022

No todo lo que suena es música

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

Hoy está en medio de la polémica un artista que no sabe cantar, no toca ningún instrumento, no tiene afinación vocal ni ejecuta ningún instrumento, pero además de facturar millones de dólares, está nominado a mejor compositor del año; así estamos.


En algún momento hemos comprado o consumido un producto pensando ingenuamente que eso que estamos consumiendo es en realidad lo que creemos que es, un ejemplo de esto es consumir lactosuero en vez de leche, margarina en vez de mantequilla, Splenda por azúcar o jugos de cajas como si fuesen naturales y así sucesivamente; pero lo más cómico es que a fuerza de costumbre y de ignorancia, terminamos creyendo sin siquiera cuestionarnos.

Pues bien, resulta que exactamente con la música nos quieren hacer creer o al menos una gran mayoría lo cree, que todo lo que genere sonidos similares a notas musicales es música y que todo aquello que se escucha por las emisoras o por las plataformas musicales de moda también lo es, cuando en realidad lo que se está produciendo es algo que podríamos llamar “derivados de música” y creo que aun así esa definición no le queda, veamos.

La música pudo haber sido descubierta incluso 10.000 años antes de cristo, de hecho, descubrimientos en la antigua ciudad de Ur, de la civilización Sumeria, la consideraban como un regalo de los dioses pues para entonces se usaba para adorar a alguna deidad tal como se puede verificar en los hallazgos en dicha civilización; artefactos como un arpa y una lira que datan de los años 5000 AC  refuerza la teoría que la música es un lenguaje divino.

Entonces, si la música es considerada como una forma de divinidad, podemos entender fácilmente su definición más simple: La música es el arte del sonido e  involucra aspectos como vibración, movimiento y frecuencia de donde se desprende la Teoría de las cuerdas que dice que todos somos materia vibrando a cierta frecuencia; si vamos más profundo entonces el sonido que proviene del viento, la naturaleza, el silencio mismo pasando por la voz humana y el canto de las aves sería un ejemplo perfecto de música, pues su efecto en los seres humanos y algunos animales es de placer.

El primer instrumento usado para generar música fue la voz humana, y recordemos que para que se produzca la voz requiere de la intervención de las cuerdas bucales, las cuales vibran a diferente frecuencia al paso del aire proveniente de los pulmones, entonces, aquí ya tenemos aire, vibración y frecuencias involucradas en una completa sincronía  que es el mismo proceso a la hora de cantar, el artista debe saber y conocer  las notas y educar su voz de acuerdo a un patrón establecido y para ellos requiere práctica, estudio y mucha disciplina ¿Me siguen la idea?

Así las cosas y de acuerdo a la neurociencia, la música tiene una enorme influencia en las emociones, puesto que a través de los procesos cognitivos que suceden en el cerebro a través de neurotransmisores regulan las hormonas como la cerotonina, oxitocina y la epinefrina, las cuales son las encargadas de producir el placer; lo anterior está sustentado en serios estudios realizados por la universidad de Newcastle, de Australia y Harvard en Estados unidos.

Conclusiones de estos estudios como los realizados por el Dr. Stefan Koelsch* es que la música es más que un conjunto de sonidos ordenados que consiguen comunicarnos unos con otros, sino que va mucho más allá al influir en el cerebro en áreas como la amígdala, la memoria, la neuro plasticidad, el núcleo accumbens o el hipocampo, todas relacionadas con las emociones y la capacidad de generar placer como ya lo dije.

Los niños aprenden cantando, es tan poderoso el efecto de la música que una vez se ha aprendido o sembrado un recuerdo a través de esta, nunca se olvida; y si a ello se le adiciona que el lenguaje sirve como conector para que la música pueda enseñar, activar zonas neuronales y generar todo tipo de emociones, entonces comprenderá que toda esa basura que se está vendiendo y ofreciendo a nuestros niños y jóvenes indiscutiblemente tendrá efectos directos en sus comportamientos y emociones.

Hoy está en medio de la polémica un artista que no sabe cantar, no toca ningún instrumento, no tiene afinación vocal ni ejecuta ningún instrumento, pero además de facturar millones de dólares, está nominado a mejor compositor del año; así estamos.

Por Eloy Gutiérrez Anaya