El 27 de octubre estará en juego el futuro de nuestro departamento y municipio. Los cesarenses y vallenatos tendremos la trascendental responsabilidad de seleccionar a nuestro gobernador, a nuestro alcalde, a nuestros diputados y a nuestros concejales. Espántense, para el concejo hay más de 250 candidatos para un cupo de 19. Esto da risa, da […]
El 27 de octubre estará en juego el futuro de nuestro departamento y municipio. Los cesarenses y vallenatos tendremos la trascendental responsabilidad de seleccionar a nuestro gobernador, a nuestro alcalde, a nuestros diputados y a nuestros concejales. Espántense, para el concejo hay más de 250 candidatos para un cupo de 19. Esto da risa, da vergüenza.
Será esta una decisión indelegable y ojalá masiva en la cual no tenemos derecho a equivocarnos si queremos cambiar las cosas para mejorar y no para empeorar. Por ello, quienes creemos que ejercemos algún tipo de influencia, debemos prevenir a nuestros conciudadanos sobre los peligros de una mala e improvisada elección con repercusiones impredecibles que luego tendríamos que lamentar.
No es este el momento para tomar decisiones con ligereza al vaivén de ambiciones personales o pasar neutrales o indiferentes a los riesgos que se corren. Los experimentos, las improvisaciones, los saltos al vacío de corte populista, la promoción de lucha de clases, la corrupción, no pueden tener cabida en nuestras consideraciones si deseamos propiciar la cohesión de nuestra sociedad. Hoy más que nunca es conveniente que nosotros reflexionemos sobre la mejor escogencia de las personas que han de regir los destinos de nuestro departamento y municipio a partir del 1 de enero de 2020.
Hay que señalar algunas pautas de orientación al decir que el buen gobernante debe, además, mostrar la realidad sin prometer lo imposible de cumplir. En estos días me ha dado a la tarea de analizar a cada uno de los candidatos a la gobernación, luego lo haré con los de la alcaldía.
A fin de lograr la validez de estos propósitos es indispensable encomendar la tarea de diseñar el nuevo modelo de desarrollo para el Departamento y Municipio a la mejor de las opciones tanto para la gobernación como para la alcaldía de quienes ostentan las más excelsas condiciones de credibilidad, eficiencia, honestidad, experiencia administrativa y vocación de servicio, para ello debemos despojarnos de criterios fundamentales en inclinaciones inminentemente partidistas o grupistas, antes de tomar la decisión democrática de elegir al nuevo gobernador y alcalde. Consecuente con estas consideraciones y reflexiones en el caso de la gobernación y alcaldía en la próxima columna cantaré mi voto por quién voy a votar.
Qué bueno que durante las campañas políticas, cuando los candidatos se colocan frente al pueblo en todos sus estamentos, se consolidan viejas amistades y se establecen nuevas relaciones que permiten estrechar los contactos con las diversas regiones del Cesar y apreciar en toda su magnitud las preocupaciones que las afectan, las aspiraciones represadas que las inquietan y las esperanzas que las animan y mantienen la fe de su gente.
El 27 de octubre estará en juego el futuro de nuestro departamento y municipio. Los cesarenses y vallenatos tendremos la trascendental responsabilidad de seleccionar a nuestro gobernador, a nuestro alcalde, a nuestros diputados y a nuestros concejales. Espántense, para el concejo hay más de 250 candidatos para un cupo de 19. Esto da risa, da […]
El 27 de octubre estará en juego el futuro de nuestro departamento y municipio. Los cesarenses y vallenatos tendremos la trascendental responsabilidad de seleccionar a nuestro gobernador, a nuestro alcalde, a nuestros diputados y a nuestros concejales. Espántense, para el concejo hay más de 250 candidatos para un cupo de 19. Esto da risa, da vergüenza.
Será esta una decisión indelegable y ojalá masiva en la cual no tenemos derecho a equivocarnos si queremos cambiar las cosas para mejorar y no para empeorar. Por ello, quienes creemos que ejercemos algún tipo de influencia, debemos prevenir a nuestros conciudadanos sobre los peligros de una mala e improvisada elección con repercusiones impredecibles que luego tendríamos que lamentar.
No es este el momento para tomar decisiones con ligereza al vaivén de ambiciones personales o pasar neutrales o indiferentes a los riesgos que se corren. Los experimentos, las improvisaciones, los saltos al vacío de corte populista, la promoción de lucha de clases, la corrupción, no pueden tener cabida en nuestras consideraciones si deseamos propiciar la cohesión de nuestra sociedad. Hoy más que nunca es conveniente que nosotros reflexionemos sobre la mejor escogencia de las personas que han de regir los destinos de nuestro departamento y municipio a partir del 1 de enero de 2020.
Hay que señalar algunas pautas de orientación al decir que el buen gobernante debe, además, mostrar la realidad sin prometer lo imposible de cumplir. En estos días me ha dado a la tarea de analizar a cada uno de los candidatos a la gobernación, luego lo haré con los de la alcaldía.
A fin de lograr la validez de estos propósitos es indispensable encomendar la tarea de diseñar el nuevo modelo de desarrollo para el Departamento y Municipio a la mejor de las opciones tanto para la gobernación como para la alcaldía de quienes ostentan las más excelsas condiciones de credibilidad, eficiencia, honestidad, experiencia administrativa y vocación de servicio, para ello debemos despojarnos de criterios fundamentales en inclinaciones inminentemente partidistas o grupistas, antes de tomar la decisión democrática de elegir al nuevo gobernador y alcalde. Consecuente con estas consideraciones y reflexiones en el caso de la gobernación y alcaldía en la próxima columna cantaré mi voto por quién voy a votar.
Qué bueno que durante las campañas políticas, cuando los candidatos se colocan frente al pueblo en todos sus estamentos, se consolidan viejas amistades y se establecen nuevas relaciones que permiten estrechar los contactos con las diversas regiones del Cesar y apreciar en toda su magnitud las preocupaciones que las afectan, las aspiraciones represadas que las inquietan y las esperanzas que las animan y mantienen la fe de su gente.