Bueno, se fue el invierno y llegó diciembre con su algarabía, bienvenido el verano, “ahora se verán los árboles llorando viendo rodar su vestido” y vimos como los arroyos criminales que en Barranquilla disminuyen, aquí se multiplican agresivamente y sus caudales aumentan poniendo en peligro los bienes y la vida, principalmente de los más pobres. […]
Bueno, se fue el invierno y llegó diciembre con su algarabía, bienvenido el verano, “ahora se verán los árboles llorando viendo rodar su vestido” y vimos como los arroyos criminales que en Barranquilla disminuyen, aquí se multiplican agresivamente y sus caudales aumentan poniendo en peligro los bienes y la vida, principalmente de los más pobres. Ojalá no los cojan un aguacero en la bella y moderna Urbanización Don Alberto y no traten de salir, porque ese arroyo turbulento, lleno de palos, piedras y de cuanta inmundicia hay les tira el carro patas arriba, situación que se repite en varias partes de la ciudad y siempre llevan del bulto, repito, los más pobres que horrorizados ven como en un santiamén quedan arruinados. Ya en Barranquilla los están erradicando y aquí los estamos dejando crecer, pues desde hace mucho tiempo no se construye un metro de alcantarillado pluvial.
No será posible señor Alcalde que de los miles de millones que se invierten en parques, plazas, tarimas, monedas y estatuas se destine una parte para continuar el alcantarillado pluvial que evite el crecimiento de los arroyos asesinos. No será posible que se coja una esquirla de esos montones de plata para arreglar las calles y carreras del centro que están intransitables a pesar de que algo se ha hecho, pero eso no puede ser a medias. No será posible quitarle a ese terraplén de plata una ñisclita para pavimentar las calles y carreras del Boliche que están inmundas y abandonadas y ese trato no se lo merecen los habitantes de ese sector, porque ellos son los mayores contribuyentes al erario municipal, pues ahí todas las casas son almacenes, talleres y una que otra cantina que pagan cumplidamente sus impuestos. No será posible destinar una plática de esa gran plata para arreglar los semáforos y con pintura delimitar la zona de parqueo, pues es urgente sincronizar esos aparatos en donde la mayoría demora hasta setenta segundos en rojo y quince o veinte en verde, produciendo con ese desorden trancones y es urgente, para ya, instalar uno de ellos en la carrera 10 con calle 15 o de no que un agente de los tantos que hay sin oficio en el centro controle el flujo vehicular. No será posible pegarle un macocazo a ese montón de plata para terminar el acueducto de Patillal, que me cuentan que lo inauguraron y no ha salido una sola gota de agua y utilizan en viejo donde llega el agua turbia, pero siquiera no se va como sucede aquí en el Valle apenas cae una garua, pero la ampliación y modernización de éste sí que cuesta un buen billete, un billete grande que creemos que ya lo tiene en mente nuestro flamante y joven ministro Malagón.
Señor Alcalde, esperamos de aguinaldo una Novena, Séptima, Once y Diecisiete sin un huequito, como una tacita, sería fantástico y delicioso transitar por esas vías sin la mortificación de destruir nuestros vehículos. Esperamos que oiga nuestras suplicas. Amén.
José Aponte Martínez
Bueno, se fue el invierno y llegó diciembre con su algarabía, bienvenido el verano, “ahora se verán los árboles llorando viendo rodar su vestido” y vimos como los arroyos criminales que en Barranquilla disminuyen, aquí se multiplican agresivamente y sus caudales aumentan poniendo en peligro los bienes y la vida, principalmente de los más pobres. […]
Bueno, se fue el invierno y llegó diciembre con su algarabía, bienvenido el verano, “ahora se verán los árboles llorando viendo rodar su vestido” y vimos como los arroyos criminales que en Barranquilla disminuyen, aquí se multiplican agresivamente y sus caudales aumentan poniendo en peligro los bienes y la vida, principalmente de los más pobres. Ojalá no los cojan un aguacero en la bella y moderna Urbanización Don Alberto y no traten de salir, porque ese arroyo turbulento, lleno de palos, piedras y de cuanta inmundicia hay les tira el carro patas arriba, situación que se repite en varias partes de la ciudad y siempre llevan del bulto, repito, los más pobres que horrorizados ven como en un santiamén quedan arruinados. Ya en Barranquilla los están erradicando y aquí los estamos dejando crecer, pues desde hace mucho tiempo no se construye un metro de alcantarillado pluvial.
No será posible señor Alcalde que de los miles de millones que se invierten en parques, plazas, tarimas, monedas y estatuas se destine una parte para continuar el alcantarillado pluvial que evite el crecimiento de los arroyos asesinos. No será posible que se coja una esquirla de esos montones de plata para arreglar las calles y carreras del centro que están intransitables a pesar de que algo se ha hecho, pero eso no puede ser a medias. No será posible quitarle a ese terraplén de plata una ñisclita para pavimentar las calles y carreras del Boliche que están inmundas y abandonadas y ese trato no se lo merecen los habitantes de ese sector, porque ellos son los mayores contribuyentes al erario municipal, pues ahí todas las casas son almacenes, talleres y una que otra cantina que pagan cumplidamente sus impuestos. No será posible destinar una plática de esa gran plata para arreglar los semáforos y con pintura delimitar la zona de parqueo, pues es urgente sincronizar esos aparatos en donde la mayoría demora hasta setenta segundos en rojo y quince o veinte en verde, produciendo con ese desorden trancones y es urgente, para ya, instalar uno de ellos en la carrera 10 con calle 15 o de no que un agente de los tantos que hay sin oficio en el centro controle el flujo vehicular. No será posible pegarle un macocazo a ese montón de plata para terminar el acueducto de Patillal, que me cuentan que lo inauguraron y no ha salido una sola gota de agua y utilizan en viejo donde llega el agua turbia, pero siquiera no se va como sucede aquí en el Valle apenas cae una garua, pero la ampliación y modernización de éste sí que cuesta un buen billete, un billete grande que creemos que ya lo tiene en mente nuestro flamante y joven ministro Malagón.
Señor Alcalde, esperamos de aguinaldo una Novena, Séptima, Once y Diecisiete sin un huequito, como una tacita, sería fantástico y delicioso transitar por esas vías sin la mortificación de destruir nuestros vehículos. Esperamos que oiga nuestras suplicas. Amén.
José Aponte Martínez